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Sánchez y Mazón, ridículo elegante y fracaso sin estilo
El inquilino de la Moncloa está sobrado de tablas para torear en el parlamento, incluso en una Comisión de Investigación que no investiga nada
Mariano José de Larra (1809-1837), el de «Vuelva usted mañana», que se hubiera indignado por el desarrollo de la Comisión del Senado que interpeló a Pedro Sánchez, ya escribió que «es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas». Lo mismo se puede aplicar a la errática peripecia del aún presidente valenciano Carlos Mazón, una especie de dolor permanente, incluso antes de la dana, para Núñez Feijóo. Javier Melero, el mejor abogado que intervino en el juicio contra los «indepes» del «procés», que defendía los intereses de Joaquín Forn y Meritxell Borrás, y ahora firma habitual en la prensa barcelonesa, acaba de sugerir la conveniencia de «hacer el ridículo con elegancia y fracasar con estilo.» Sánchez, en el Senado, con unas gafas nuevas que formaban parte de la estrategia de su puesta en escena, toreó con cierta elegancia el ridículo que suponía repetir, una y otra vez, «no me consta», coartada leguleya para eludir la mentira sin decir la verdad. Mazón es menos hábil para salir de los enredos –versiones y más versiones de sus andanzas la tarde de la dana– y camina hacia un fracaso, sin estilo. Es un periplo que perjudica al PP, como su pacto precipitado con Vox quizá impidió que los populares obtuvieran una victoria más holgada en las elecciones de 2023 que les hubieran permitido gobernar.
Pedro Sánchez –la verdad es la verdad– salió vivo de la Comisión del Senado, tan inútil como casi todas. Los «hooligans» del presidente, que necesitan que siga en el Gobierno, incluso piden las «dos orejas» para él. Sus detractores defienden que hizo el ridículo. Eso si, nadie salvo su círculo más próximo –quienes dependen de él en el día a día– defiende a Mazón, que ha pedido tiempo para reflexionar. El inquilino de la Moncloa está sobrado de tablas para torear en el parlamento, incluso en una Comisión de Investigación que no investiga nada. Hubo puntos débiles, lagunas y olvidos llamativos en su declaración. Estuvo cabreado y pasó algunos apuros con la senadora navarra Mar Caballero, de UPN, mientras que el senador del PP Alejo Miranda de Larra no es tan brillante como su ilustre antepasado. Más difícil se lo ha puesto el Supremo que ve indicios de financiación irregular y blanqueo en los sobres que repartía el PSOE para pagar gastos, incluidos algunos del propio Sánchez, le «conste» más o menos. Y eso ya es mucho menos elegante. En cualquier caso, para el líder del PSOE y para el presidente valenciano quizá todavía «es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas», como decía Larra.
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