Aunque moleste
Seguridad por esperanza
Dice Trump que no entiende como Biden ha dado seis mil millones de dólares a Irán, aliado de Hamas
Lo sucedido en Israel no tiene ninguna justificación. Matar por matar a civiles de cualquier edad o condición y tomar como rehenes a decenas de personas es más propio de bestias que de seres humanos. De animales que son capaces de destrozar el cuerpo de la joven alemana de 22 años Sjani Louk, que asistía con su novio mexicano al Nova Festival, para exhibirlo después desnudo y boca abajo en una camioneta, con la pierna de un terrorista sobre la cintura y la mano de otro agarrándole el cabello, al grito ensordecedor de una multitud que jalea a los que exhiben armados su trofeo. No tiene justificación aunque nos dé una idea de la locura que ha invadido aquellos territorios, por mucho que lleváramos tiempo en calma. Dice el almirante Ani Ayalon, ex jefe del servicio secreto interior de Israel, intentando encontrar alguna explicación a lo que ocurre desde hace décadas, que sólo «tendremos seguridad cuando ellos tengan esperanza». Porque, ciertamente, al no haber nada que perder ni que ganar, da igual morir que matar. Y cientos de palestinos se entregan al salvajismo brutal de Hamas como única salida para sus vidas.
Israel va a vengar esta nueva atrocidad del terrorismo palestino, lo que era de esperar y entra dentro de la lógica del conflicto. El problema que apunta Ayalón, igual que decía MacNamara sobre Vietnam, es que «seguiremos matándonos mientras no nos veamos». Tel Aviv creía haber construido un cerco inexpugnable de seguridad a base de muros, alambradas y una barrera digital de Inteligencia Artificial con un sofisticado sistema de interceptación de señales, drones merodeadores, celulares, ondas de radio e internet. Buena parte de los hombres de su Ejército no lleva fusil. Manejan computadoras que procesan toneladas de información. Han construido una superpotencia militar en IA. El problema es que ahora ha servido de poco. O Hamas utiliza códigos indetectables prestados por Irán, o emplea sistemas más arcaicos, sin redes móviles, pero de mayor seguridad. Lo cierto es que resulta inexplicable cómo han podido perpetrar un ataque semejante sin ser detectados. Pero ha ocurrido. Tal vez la tecnología pudo crear una idea falsa de seguridad que ahora se demuestra vulnerable.
El problema es que sigue sin haber solución para un conflicto enquistado. En el lado de Gaza dicen que cedieron territorios a cambio de encontrar libertad, pero sólo ven más asentamientos, más colonos, más militares, más carros y helicópteros, mientras siguen hacinados en el lugar de mayor densidad del planeta, sin opción posible de expansión y afectados por frecuentes cortes de electricidad, gas, agua o combustible, cuando no son objeto de bombardeos que afectan también a la población civil.
Sólo que pierden cualquier razón que pudieran tener al insistir en acciones que no son militares sino terroristas, atacando igual en una discoteca que en un concierto, en un supermercado, sembrando el pánico entre mujeres, niños, ancianos y en toda la población en general.
Tal vez, como subraya Ayalón, habría que hacer un mayor esfuerzo por entender al del otro lado. La violencia no es nunca solución. Y siempre puede encender una mecha mayor. Decía ayer Trump, por cierto, que no entiende como Biden ha dado seis mil millones de dólares a Irán, cuya mano se hace visible tras el ataque de Hamas. Nosotros tampoco. ¿Alguien lo entiende?
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