
El buen salvaje
La semana francóstica o «Paco, paco, paco»
El Gobierno espera que esta sea la semana francástica. Pero no. Los que ya habíamos nacido recordamos más a nuestros muertos, a los que me ofrezco en mi inferioridad, y los más jóvenes, esnifan otro tipo de esmalte tecnológico, si bien dicen que ven con buenos ojos a Franco
Franco es una unidad de destino en lo universal de esta semana fantástica de rebaja ideológica, la semana francóstica. Es maravilloso comprobar cómo las señoras mayores, como Carmena, también Almodóvar, cada vez mejor en su papel de ridículo abuelo de España, conservan la memoria intacta. Recuerdan qué hicieron el día en que murió el dictador. Los recuerdos son flacos. Almodóvar igual estaba a punto de esnifar un poco de esmalte, pero con el tiempo el subidón del disolvente hace que las vivencias cambien. Esnifar esmalte, supongo, porque no conozco el efecto de esa química en concreto, es mejor que correr tras los grises , aunque con los años quede mejor teorizar sobre el fin del franquismo de tal manera que esnifar se convierte en una manera de estar contra la dictadura. Se drogaban para oponerse al régimen.
En mi pueblo sureño, y en aquel momento, y en aquella edad, no se llevaba el esmalte por la nariz, a lo más el optalidón, probado, lo que pasó es que el colegio se detuvo y los niños nos fuimos a celebrarlo en una mañana cálida que igual era gélida. Así que lo único que puedo rememorar son los muertos que siguieron a Paquito. No vivo esta semana la muerte de Franco sino de la de mis abuelas. Una tragedia con velas humeantes. En la cabecera y a los pies. Tanto investigar en la intrahistoria de los protagonistas que quedan al margen de la historia y al final el socialismo de hoy se queda en Franco, la aristocracia, la realeza, un homenaje a lo «¡Hola!».
Encarnita Polo ha sido asesinada días antes del 50 aniversario del óbito. Aquel flamenco pop dibujaba a nuestros muñecos. «Paco, paco, paco» podría ser una canción de homenaje a ese señor «ridículo». Igual no se han dado cuenta, pero cuando dibujan al dictador de una forma discapacitada, queda fatal la intelectualidad que lo demoniza. Si hubieran optado por un ogro difícil de destruir, Franco sería un monstruo y no un chiste. O sea, Franco era bajo y con voz de pito así que nos gobernó un random. Pues no se explica que en cuarenta años no hayan tenido la suerte de tumbarlo y que muriera, torturado, en su cama.
El Gobierno espera que esta sea la semana francástica. Pero no. Los que ya habíamos nacido recordamos más a nuestros muertos, a los que me ofrezco en mi inferioridad, y los más jóvenes, esnifan otro tipo de esmalte tecnológico, si bien dicen que ven con buenos ojos a Franco. Absurdos traductores de la cotidaneidad. Franco solo interesa a los fans de Encarnita Polo. «Paco, paco, paco. Los demás no tienen alma.
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