Historias del mundo
Sobrevivir a lo imposible
«Más de 109 años después, dos nietas de los supervivientes de un trágico naufragio se han conocido en Malta»
Una noche de temporal, en febrero de 1914, el barco alemán Hera se aproximaba por fin al puerto de Falmouth, en Inglaterra, tras 90 días de travesía desde Chile. El buque cargaba 2.000 toneladas de nitratos chilenos. Pero el capitán no pudo ver un arrecife, contra el que se estrelló. Tras unos breves minutos de confusión, el Hera volcó, arrastrando al agua al capitán y a otros tres hombres. Y empezó a hundirse.
La tripulación trepó subiéndose por las jarcias, con las fauces del mar cada vez acechando más. El frío, el cansancio y la desesperación acabó con otro puñado de marineros. Ya sólo quedaban cinco jóvenes agarrados, con todas sus fuerzas, contra viento y marea. Uno de ellos, August Lassen, alemán de 19 años, había recibido la orden del capitán de subir al mástil y usar el silbato para que pudieran oírles. Lassen no dejó de soplar el silbato a pesar de tener las manos casi congeladas. Finalmente, desde Falmouth partió un bote salvavidas que pudo llegar hasta ellos gracias a los pitidos. Aquella trágica noche perecieron 19 tripulantes.
A finales de este marzo, de vacaciones en Malta, Ute Lassen Poechman, nieta de Lassen, se acordó de la historia de su abuelo, al ver uno de los barcos turísticos que inundan la isla mediterránea con el nombre de Hera. Buscando más sobre el naufragio, encontró un artículo en un periódico local en inglés de 1914 y se enteró de que uno de los cinco supervivientes, Joseph Cauchi, era maltés. Entonces Ute acudió al diario «The Malta Times» para intentar localizar a la familia de este marinero con un destino tan ligado al de su abuelo.
Ute, que ahora vive en Canadá, lo logró gracias al periódico. Y esta semana se ha reunido con Rita Agius, la nieta de Cauchi. Ambas se criaron escuchando una misma historia de heroica supervivencia en alta mar. Han pasado 109 años y las dos han seguido contando con orgullo la hazaña de sus abuelos, que no se rindieron a pesar de tenerlo todo en contra.
«La familia Agius es muy cálida y amable. Nos entendimos al instante. Fue todo un éxito. Intentaremos reunirnos de nuevo en el futuro», reconoció Ute, después del emotivo encuentro.
La imagen de las dos nietas juntas se une ahora a la del icónico silbato que salvó sus vidas, expuesto en el Schiffarhrtsmuseum de Flensburg, en Alemania.
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