Historias del mundo

La sobriedad de Macron

«El “Dry January” es ya una tendencia mundial desde que se promoviera en Reino Unido por la ONG Alcohol Change UK en 2013»

Uno de los hitos de este 2023 fue ver al presidente de Francia, Emmanuel Macron, beberse una cerveza entera en el vestuario del equipo de rugby de Toulousse. De un sorbo –de 17 segundos–, Macron celebraba así la victoria frente a La Rochelle en el Estadio de Francia. El presidente galo, al que le suelen acusar de no conectar con los ciudadanos, intentaba quitarse de un trago las críticas sobre su actitud altiva. La prensa gala aprovechó entonces para recordar la postura de Macron frente al alcohol y puso en bucle imágenes del mandatario brindando, así como sus famosas declaraciones en las cuales confiesa que se toma una copa de vino (francés) para comer y otra para acompañar la cena.

Cuando muchos hemos empezado el ya tradicional «enero seco» y este fin de semana tan social es nuestra primera prueba de fuego real, todos los focos se han vuelto a poner en el presidente francés, pero no precisamente porque vaya a pasarse el primer mes del año en abstinencia. El «Dry January» es ya una tendencia mundial desde que se promoviera en Reino Unido por la ONG Alcohol Change UK en 2013. Se trata de un auténtico desafío personal que el cuerpo agradece después de los excesos de las Navidades. En varios países como Noruega, Suiza o Bélgica, el Gobierno hasta fomenta que sus ciudadanos estén sobrios durante un mes.

En Francia, donde el vino y el champán es parte de la cultura local, 48 académicos y doctores especializados en adicciones pidieron en noviembre, en una carta sin precedentes, al Ejecutivo galo que impulse el allí llamado «défi de janvier» o «janvier sobre». Según estimaciones de la Sociedad de Sanidad Pública Francesa (SFSP), el consumo de alcohol es responsable de unas 49.000 muertes al año y conlleva unos gastos de 120 mil millones de euros.

Sin embargo, el Gobierno de Macron no se ha sumado a esta propuesta. Es más, para Macron y sus ministros, los franceses no tienen un problema con el alcohol. Por lo que prefieren ponerse del lado de la industria del vino que emplea a más de 500.000 personas. Los expertos, al ver que el Gobierno no se sumaba, reiteraron su llamamiento a primeros de este año en otra carta abierta en «Le Monde». Pero desde el Ejecutivo de Macron insisten en que esta no es su guerra y seguirán brindando por la «Santé!» (salud) de los franceses.