
Big data
La tasa de dependencia de España de los combustibles fósiles alcanza un 68,6%
Petróleo, carbón y gas natural suman el 86% de la producción mundial
El petróleo y sus derivados constituyen la principal fuente de energía. Su consumo universal, unido a una extensa red de distribución, marítima, oleoductos, etc… la hace la más demandada del planeta, especialmente en el transporte, tanto marítimo, como aéreo o terrestre, en donde es la dominante. Además de ser un componente básico en productos de la industria química y también, aunque de forma más marginal, en la producción de energía eléctrica, tanto de uno industrial como doméstico. El 32,9% del total mundial corresponde al oro negro.
La segunda fuente la constituye el carbón, que aporta el 29,7% del mix energético planetario. Es sin duda la que en Europa se ha perseguido con más inquina. Un mineral abundante en el continente y que, por criterios políticos, que supeditan la autonomía y autosuficiencia energética Europa a dogmas incomprensibles, quedará neutralizado si no se toman medidas globales. De qué sirve que España no queme carbón si la R.P. China e India incineran decenas de miles de toneladas diariamente.
Y el tercer lugar del podio lo ocupa otro elemento energético fósil; el gas natural. El petróleo y el carbón también son naturales. El gas representa el 23,4% de la producción mundial de energía. Industrias y calefacción y cocina en hogares son sus principales funcionalidades.
La cuarta y quinta son eminentemente enfocadas a la generación de energía eléctrica, la hidráulica y la nuclear, que representan el 6,8% y el 4,4%, respectivamente. Ambas tienen también muy mala prensa interesada en occidente, pues una altera los cauces fluviales y la otra contribuye a la independencia energética europea del petróleo y gas ruso.
En sexta posición se encuentra la suma de eólica y fotovoltaica, que solo representan el 1,9% de la producción de energía del planeta. Cuyo aprovechamiento es meramente eléctrico y que debido a su inestabilidad en mantener una producción constante genera graves riesgos de apagones cuando se la sobredimensiona en detrimento de energías estables como la nuclear y gasística.
En séptimo lugar se halla la energía procedente de la biomasa, que representa ya un 0,6%, con origen en orgánicos (productos agrícolas) y residuos (domésticos e industriales). Un ejemplo es la producción de biocombustibles.
Con lo cual debemos asumir la realidad, el 86,0% de la producción mundial es de origen fósil; petróleo, carbón y gas natural. La energía nuclear tiene por delante un camino esperanzador, debe liderar la transición energética, pues ahora la fisión y a corto plazo la fusión nuclear irán desplazando la producción y consumo de energías fósiles. Ante cada vez mayor oposición en el campo europeo a las instalaciones de las llamadas energía renovables.
El continente africano en su conjunto presenta datos que confirmar su autosuficiencia energética a medio y largo plazo, Libia cuenta con las mayores reservas de petróleo; Nigeria, de gas; Sudáfrica, de carbón; Namibia, de uranio. Además el 60% de la potencial productor de energía solar global tendría su origen en este continente. No de extraño que la R.P. China ya este sobre el terreno.
Con respecto a España, según datos publicados en 2024 por el propio Ministerio para la Transición Ecológica, la dependencia de los combustibles fósiles de nuestro país se situó en el 68,6%, pese al desproporcionado incremento de las energías renovables. En un mundo sometido a tensiones geopolíticas de consecuencias imprescindibles, nuestro gobierno obliga a cerrar minas de carbón, a no explorar los yacimientos petrolíferos y de gas en aguas canarias de magnitud superior a los del Mar del Norte y a intentar dejarnos sin energía nuclear, contando con las mayores reservas de uranio de Europa, aunque el presidente del Gobierno afirme ante el Congreso, una semana después del apagón, que «aquí no hay uranio» Quo vadis, España?

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