El canto del cuco

La tensión del arco

Son los comicios europeos los que van a convertirse en un resonante plebiscito sobre el sanchismo

Advierte Fedro, el fabulista latino, que «si tienes siempre tenso el arco, lo romperás muy pronto». Es lo que está pasando aquí. La tensión política va peligrosamente en aumento. Se ve en las sesiones parlamentarias, pensadas para que los miembros del Gobierno, con el presidente a la cabeza, den explicaciones de sus actos a los representantes del pueblo, que se han convertido en exhibiciones tabernarias de acusaciones, insultos y reproches mutuos. Tal como se vienen desarrollando semejantes espectáculos, tan poco edificantes, no se les ve ninguna utilidad a las sesiones de control, en las que el Gobierno, jaleado por la prensa adicta, trata de controlar a la oposición, en vez de responder a sus requerimientos con datos y razones.

Lo que pasa en las Cortes, tanto en el Congreso como en el Senado, ahora también enfrentados entre sí, es consecuencia de la creciente polarización política -seguramente el problema más acuciante que tiene ahora mismo España-, alentada por el presidente Sánchez por razones ideológicas y por ambición de poder. Su apuesta por la extrema izquierda y los secesionistas de la periferia, levantando un muro para aislar a la derecha, ha conducido inevitablemente a esta peligrosa situación. De seguir tensándolo, el arco puede romperse pronto. Y no parece que esto les preocupe, sino todo lo contrario, a los socios del actual Gobierno. Es lo que seguramente pretenden.

Hay circunstancias que impiden la recuperación de un clima de concordia, que propicie el diálogo civilizado. El «caso Koldo» o de las mascarillas ha extendido las sospechas de corrupción, con múltiples ramificaciones. El Gobierno, en lugar de aclararlo y acotar su alcance, se dedica a embarrarlo todo. Esto, unido a la revancha de la oposición y a la inquina mutua entre Sánchez y Feijóo, ha disparado los enfrentamientos y ha llevado el conflicto hasta el sagrado ámbito familiar . La infame amnistía tampoco favorece precisamente el entendimiento. La refriega sobre la aplicación de la norma no ha hecho más que empezar; ni los jueces ni Europa han dicho la última palabra.

A todo esto, estamos de lleno en campaña electoral, que es siempre tiempo de confrontación. No se puede esperar que, con los antecedentes descritos, asistamos de aquí a junio a una exhibición de juegos florales. Conviene hacerse a la idea de que nos espera una tormentosa primavera política. Las elecciones vascas y catalanas mostrarán unos complicados juegos de equilibrio que pueden afectar a la estabilidad del Gobierno de Sánchez. Pero son los comicios europeos los que van a convertirse en un resonante plebiscito sobre el sanchismo. Hasta que se rompa el arco.