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Terrorismo, geopolítica y los clichés españoles sobre Israel
Occidente, al margen de que critique algunos errores de Israel, cerrará filas ante los terroristas de Hamas y España –le guste o no a Yolanda Díaz y compañía, anclados en clichés españoles caducos sobre Israel y el asunto palestino–, deberá ponerse de ese lado, porque es el correcto
Jürgen Habermas, el filósofo alemán autor de «La teoría de la acción comunitaria», escribió que «la irresponsabilidad por los daños forma parte de la esencia del terrorismo». Todos los terrorismos coinciden en esto, desde el ya desaparecido de ETA, al de Hamas, que ahora ha asolado a Israel y ha dejado su firma de muertos, sangre y pánico. Nada ha sido casual. Hace 50 años, el 6 de octubre, ejércitos árabes combinados atacaron Israel en la que se conoció como la guerra del Yom Kippur, la festividad judía del Día del Perdón. Este año, el Yom Kippur se celebró el 24 de septiembre, pero nadie cree que las acciones de Hamas, el 7 de octubre, se desataran esa fecha por casualidad. En 1973, la guerra del Yom Kippur provocó la primera crisis del petróleo. Los países de la OPEP embargaron el crudo a Occidente. Hubo desabastecimiento y los precios se multiplicaron por cuatro. En España los efectos fueron menores por dos razones. El régimen de Franco, en sus estertores, decidió no repercutir a los ciudadanos la subida de precios, algo que luego se pagaría con creces. En segundo lugar, la teórica tradicional amistad hispano-árabe mitigó el desabastecimiento, que si llegó a haberlo en España, fue mínimo.
El mundo de 2023 es muy diferente del de 1973 y, aunque productores muy importantes de petróleo como Irán, parecen estar detrás del ataque de Hamas, habrá tensiones y crisis y el crudo subirá, pero no cuadruplicará su precio. Hamas es una organización terrorista y ahora puede ser incómoda incluso para Arabia Saudí, en un proceso de normalización de relaciones con Israel. Los islamistas de Hamas se apoderaron del control de Gaza en 2007. Desde entonces han recibido más de 1.000 millones de dólares en ayudas, la mayoría procedente de Qatar. Podrían haber sido empleados en crear una sociedad productiva, con escuelas, universidades e infraestructuras decentes y ser el embrión de un futuro Estado palestino con Cisjordania. Los jefes de Hamas prefirieron dedicar el dinero para cavar túneles y armarse contra Israel, mientras dejaban a su gente en la miseria, rehenes de subsidios. Ahora además de terror, Hamas quiere crear un problema geopolítico. Occidente, al margen de que critique algunos errores de Israel, cerrará filas ante los terroristas de Hamas y España –le guste o no a Yolanda Díaz y compañía, anclados en clichés españoles caducos sobre Israel y el asunto palestino–, deberá ponerse de ese lado, porque es el correcto y nada justifica ningún terrorismo, que además no acepta la responsabilidad de los daños cometidos como percibió Habermas.
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