Parresía
«Todo va ‘palante’»
Si nos paramos a pensarlo, es todo muy evidente y chusco en este país. Se comprende perfectamente la desafección ciudadana en aumento ante todo lo que huela a política
Dure lo que dure, esta legislatura será recordada por una serie de escándalos nunca vistos, por el buen montón de líneas rojas sobrepasadas, por la polarización ideológica y la más que dudosa separación de poderes exhibida sin pudor. Pedro Sánchez quería pasar a la Historia, y así será.
Ha sido insólito, por ejemplo, ver cómo este Gobierno suyo –con tal de mantenerse en la Moncloa– pasaba por alto la sentencia del Procés y amnistiaba a los responsables de todo aquello, con una ley hecha a la medida del fugado Carles Puigdemont, a quien siguen visitando en Suiza, para tenerle contento. O cómo se ha ido atendiendo, paso a paso, cada una de las peticiones del socio Bildu, incluida una reforma legal para que esos etarras no arrepentidos salgan antes a la calle.
Hemos visto, incluso, a nuestro presidente retirarse de la circulación varios días para reflexionar sobre su continuidad, ante determinadas informaciones comprometedoras sobre la actividad profesional de su mujer. Inédito también que la susodicha, Begoña Gómez, esté ahora imputada, e igualmente inédito que su ex ministro Ábalos –además de ex secretario general del PSOE– se encuentre estos días al borde de la imputación, con todo lo que eso supone para el sanchismo. Veremos si tiene recorrido legal el caso de la mujer de Sánchez (varios juristas consultados no lo creen, aunque subrayan la escasez de ética profesional de ella y de quienes se aliaron con ella para supuestamente obtener favores) y, sobre todo, veremos pronto hasta dónde salpica la corrupción que emana a su alrededor el caso Koldo. Todo va «palante», según Ayuso.
Inédito, insólito y escandaloso que el Tribunal Supremo haya decidido esta semana investigar al Fiscal General del Estado porque sospecha que filtró datos personales del novio de Ayuso. Y que el aludido no solo se niegue a dimitir, sino que sugiera –a modo de amenaza– que cuidado con él, porque maneja mucha información sensible. Y que incluso el Gobierno, en bloque, salga a las cámaras a mostrar su máximo apoyo al que consideran «uno de los suyos» (así lo ha explicado el nuevo Ábalos de Sánchez, o sea, Santos Cerdán). ¿De quién depende la fiscalía, eh? Que se nos olvida…
Si nos paramos a pensarlo, es todo muy evidente y chusco en este país. Se comprende perfectamente la desafección ciudadana en aumento ante todo lo que huela a política. ¿Quién va a identificarse con los primeros espadas que salen a diario en los informativos? Y no solo miro al Gobierno, ojo. Tenemos un abecedario que, efectivamente, podemos rellenar letra a letra, con casos de corrupción a izquierda y derecha.
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