Y volvieron cantando

La venganza de Iglesias

A las Belarra, Montero y compañía se les han ido cerrando opciones desde la nave nodriza de Sumar y eso, no tan a la larga, puede acabar resultando un muy serio problema, no solo para Yolanda Díaz, sino sobre todo para el propio Pedro Sánchez

¿Se imaginan el efecto político de un traslado al grupo mixto a cargo de los cinco diputados de Podemos? El escenario –además de muy probable– sería todo un torpedo a la línea de flotación de Sumar y añadiría una nueva y nada fácil variante para Sánchez en el juego de geometrías variables casi imposibles que atisba la próxima legislatura. Antes de las elecciones generales, a Yolanda Díaz se la estaba esperando, y no precisamente con las mejores intenciones, desde no pocos rincones de Podemos, damnificados por las decisiones de la líder de Sumar. Era cuestión de esperar a unos resultados de las urnas que en principio no se presumían nada favorables para la izquierda y que situarían a Díaz en el disparadero, sencillamente porque la única razón de ser de su proyecto político pasaba por repetir en el Consejo de ministros a la sombra Sánchez y de volver a cuajar una nueva mayoría junto al bloque «Frankenstein». Pero el «23-J» saltó la sorpresa despejando el terreno a la vicepresidenta, con una marca Sumar que fagocitaba definitivamente a todo lo relacionado con Podemos y en consecuencia espantando esa espada de Damocles que amenazaba con la venganza de los «no muertos» tutelados por Pablo Iglesias.

A las Belarra, Montero y compañía se les han ido cerrando opciones desde la nave nodriza de Sumar y eso, no tan a la larga, puede acabar resultando un muy serio problema, no solo para Yolanda Díaz, sino sobre todo para el propio Pedro Sánchez si, como apuntaba de inicio la formación tutelada por Iglesias, decide iniciar por su cuenta y al margen de la plataforma Sumar una nueva andadura legislativa. Los 31.000 militantes podemitas consultados hace días votaban muy mayoritariamente en favor del documento político que avala la hoja de ruta marcada por Iglesias entre bastidores o lo que es lo mismo, la voluntad de no «disolverse» dentro del elenco de siglas y corrientes de Sumar, proyecto cuya viabilidad parece exclusivamente limitada a las opciones de Yolanda Díaz tocando poder, o lo que es lo mismo, sentándose junto a Sánchez en la mesa del Consejo de ministros y con capacidad de manejar presupuesto. El rearme en clave interna de Podemos frente a una «poco agradecida» vicepresidenta ha frenado en seco toda una operación encaminada a que el conglomerado de las izquierdas mirase constantemente a La Moncloa. No habrá servilismo ergo, Puigdemont aparte, otro frente para Sánchez.