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Divertículos papales en quirófano

Francisco fue operado ayer por la tarde en el hospital Gemelli de Roma de una estenosis en el colon en una intervención programada para que coincidiera con el inicio de sus vacaciones y no alterar su agenda pública

El Papa Francisco, ayer, saludando a los fieles en la Plaza de San Pedro durante el ángelus
El Papa Francisco, ayer, saludando a los fieles en la Plaza de San Pedro durante el ángelusAlessandra TarantinoAP

“A todos les deseo un feliz domingo y, por favor, no se olviden de rezar por mí”. Son poco más de las doce y cuarto en la plaza de San Pedro y el Papa se despide desde la ventana de los palacios apostólicos de los fieles que le acompañan. Sonríe, como siempre. Saluda con la mano, antes de hacer mutis por el foro.

Antes de que su silueta se pierda en la oscuridad, el micrófono le caza un “Ciao, ragazzi”. Eso sí, en esta ocasión le falta ese «buon pranzo» tan coloquial que se le escapa de forma natural cada domingo. Tal vez, porque en esta ocasión ni tan siquiera él acudiría al comedor de la residencia de Santa Marta para almorzar. A buen seguro que acudió en ayunas al hospital Agostino Gemelli de Roma para ser intervenido de una estenosis diverticular de colon. O lo que es lo mismo, una cirugía para acabar con una hernia provocada por unos divertículos que han obstruido parte del intestino grueso.

Se trata de una operación programada, tal y como desvelaba a media tarde la Sala Stampa vaticana, pero a todas luces inesperada más allá del entorno papal. Francisco no había mostrado síntoma alguno de fragilidad en los actos públicos y audiencias más recientes. Es más, entre los diferentes grupos de españoles –de cardenales a autoridades civiles, pasando por amigos y colaboradores– que le han visitado estos días, todos acertaban en señalar que le veían más delgado y recuperado de la ciática que a punto estuvo de llevarle al hospital el pasado enero.

Si consiguió esquivar el quirófano gracias a una estricta dieta eliminando dulces y rebajando los carbohidratos para bajar de peso y limitar sus dolores lumbares, no ha logrado zafarse de este nuevo bache de salud. Aunque no se trataba bajo ningún concepto de una operación a vida o muerte, no deja de ser una intervención delicada. Al cierre de esta edición, la Santa Sede confirmaba que todo se había desarrollado según lo previsto , exponiendo de forma escueta que Francisco se encontraba estable dentro de la gravedad.

Para este ingreso hospitalario, el Santo Padre, de 84 años, se ha puesto en manos del doctor Sergio Alfieri, uno de los médicos de referencia en Italia en cirugía digestiva, del colón y el pancreas. con más de 9.000 operaciones a sus espaldas. Alfieri, de 54 años, es en alumno del doctor Giovanni Battista Doglietto, que a su vez estuvo en el equipo de Francesco Crucitti, que pasó a la historia como cirujano de Juan Pablo II por haberlo operado tres veces.

Más allá del resultado satisfactorio de la intervención, Francisco ayer quiso lanzar varios mensajes de tranquilidad implícitos antes de que tuviera lugar su ingreso. Por un lado, ofreció una imagen de normalidad al presidir personalmente el ángelus. Y no solo eso. Durante su alocución pública dominical anunció una gira europea del 12 al 15 de septiembre. Aunque ya se sabía que el Papa argentino presidiría la clausura del Congreso Eucarístico Internacional en Hungría, evento que se suspendió en 2020 por la pandemia, hoy añadía a esta peregrinación una escala en Eslovaquia. O lo que es lo mismo, el Pontífice jesuita quiere dar a entender que su recuperación será más o menos rápida, aprovechando que el parón del verano le permita recobrar fuerzas estar en plenas facultades para iniciar el curso escolar.

De esta manera, cabe deducir que la operación, no solo está milimétricamente programada en fondo y forma, sino que Francisco no le otorga gravedad, al incluirla dentro de su período vacacional sin pedir «baja laboral alguna», pero, sobre todo, evitando posponer eventos o audiencias de su agenda.

Y es que, el Papa había iniciado oficialmente sus vacaciones el pasado viernes. El jueves cerraba sus actos públicos con un encuentro por la paz en Líbano reuniendo en la basílica de San Pedro a líderes de las diferentes confesiones cristianas. Lejos de hacer las maletas para llevar a cabo una escapada de Roma, en principio se esperaba que Jorge Mario Bergoglio dedicara el mes de julio a trabajo de despacho. Suele ser habitual en un Pontífice que ha declinado pasar el verano en la residencia papal de Castel Gandolfo, dedicar estas semanas a preparar posibles documentos magisteriales, reformas y discursos de viajes varios, entre ellos, su más que probable intervención en la Cumbre del Clima de Glasgow.

Sin embargo, en esta ocasión, Bergoglio contaba con un as en la manga: un paso por quirófano que en esta ocasión sí le obligará a un reposo absoluto.