Religión

¿Y si los 104 millones de la ley del aborto fueran para cunas?

La lglesia, con proyectos como Hogar de Vida, sale al rescate de embarazadas en situaciones límite

La directora del Hogar de Vida, Sofía Juste, ayer, en Boadilla del Monte
La directora del Hogar de Vida, Sofía Juste, ayer, en Boadilla del MonteJesús G. FeriaLa Razon

«A mí y a mis hijos nos han salvado literalmente la vida». Laura lo cuenta sin aspavientos, pero con una contundencia que abruma. Hace cinco años que llamó a la puerta del Hogar de Vida. Tenía 25 años y una hija de un año y medio de una primera relación. Se había quedado embarazada. Su novio le dio la espalda y sus padres le propusieron que abortara.

Pero ella se negó. Cogió su bolso y se echó a las calles de Alcalá de Henares a buscar ayuda: del Ayuntamiento a Cáritas, de Cáritas a Red Madre. Y de Red Madre a la que se convertiría en su casa a partir de ese momento.

«Cogí el tren y me planté en Boadilla del Monte y en la puerta me recibió sor Cristina». Laura no puede borrar ese instante de su cabeza y su corazón, cuando fue recibida por esta religiosa de las Siervas de la Pasión que, junto con sor Emilia, convive en un piso compartido las 24 horas del día con tres embarazadas y madres en situación de vulnerabilidad para sacarlas adelante. Se trata de una iniciativa de la Fundación Golfín, una plataforma de la Diócesis de Getafe que nació hace diez años.

«Están con nosotras hasta que el bebé cumple un año y todo es gratuito para ellas. Además del apoyo material y afectivo, también les dispensamos atención humana, sanitaria, psicológica, espiritual y les buscamos trabajo. Y todo lo que ganan es precisamente para que sean autónomas», expone Sofía Juste, directora del Hogar de Vida, que repasa cada uno de los rostros de esas madres a las que han ofrecido un futuro: «Unas son empleadas del hogar, otras cajeras, camareras, auxiliares de geriatría…».

Una nueva familia

Su apoyo no acaba aquí. El seguimiento continúa para salir al rescate ante posibles obstáculos personales o financieros: «No lo pasamos mal cuando se van, porque sabemos que han dado un salto de madurez enorme y están preparadas para enfrentarse a casi todo. Además, lo nuestro no es un ‘adiós, muy buenas’. Buscamos ser su referencia a la hora de tomar decisiones clave para su futuro».

Así lo siente Laura, que gracias a la mano tendida de las religiosas y los laicos del Hogar vio cómo de un plumazo se esfumaba una tensión y una carga que se hacían insoportables. «Me sentía indefensa, con un bebé en mis brazos y otro de camino. ¿Y ahora qué hago? ¿Para dónde tiro? Ellas se convirtieron en mi familia de un segundo para otro, sin pedirme nada a cambio. Me dieron techo, comida…», agradece cinco años después, tras reconciliarse con su novio, tener juntos a otros dos hijos –tres niñas y un niño– y reconducir un proyecto en común que parecía abocado al fracaso.

Por eso, cuando este martes Laura escuchó de pasada que el Gobierno aprobaba en Consejo de Ministros una reforma legislativa que permitía el aborto desde los 16 años sin permiso paterno y que anulaba el período de reflexión para decidirse, a Laura se le volvieron a revolver las entrañas como entonces.

«No puedo negar que es la solución más fácil, pero un aborto no es un acto sin consecuencias, se queda contigo para toda la vida. Quizá una adolescente o una joven quiera hacerse a la idea de que pude continuar con su vida como si nada de un día para otro, pero a la larga, ese trauma aparece», expone ahora con 31 años, en búsqueda de empleo y con el deseo de lanzarse a estudiar psicología, «precisamente para dar respuesta y analizar este tipo de preocupaciones que nos pueden bloquear a las mujeres». De hecho, no duda en abordar la cuestión del aborto cada vez que se cuela en una conversación con sus amigas o conocidas: «Siempre les digo lo mismo: eres libre de tomar la decisión que quieras y yo te respeto, pero piénsatelo dos o tres veces».

Planes estatales de maternidad

«Resulta absurdo que se pueda matar a un bebé de un instante a otro sin dar margen a meditarlo y, en el caso de las adolescentes, sin permiso, porque esa misma chica sí necesite que sus padres le firme una autorización para irse de excursión con el instituto», denuncia Sofía, que lamenta que los 104 millones de euros que se van a destinar para materializar el anteproyecto legislativo no se inviertan en un plan nacional para la maternidad vulnerable. Sobre todo, porque la directora del Hogar de Vida sabe lo que cuesta llegar a fin de mes a golpe de donativos (fundaciongolfin.org), de hacer piruetas con mercadillos y festivales solidarios, amén del apoyo de subvenciones, que este año han aumentado de forma significativa desde la Comunidad de Madrid”.

«Aunque nuestros recursos son limitados, nunca decimos un ‘no’ directo aunque no tengamos plaza, buscamos encauzar a las embarazadas que llegan a nosotras, para evitar que ninguna vida se pierda», añade, asumiendo con cierta perplejidad que recientemente un donante les haya permitido hacerse con el edificio de una residencia para ampliar su cobertura. «Vamos a ir ampliando poco a poco, porque no queremos perder nuestra esencia de familia», subraya sobre unas mujeres que llegan desesperadas, a través del boca a boca, de alguna parroquia o de los servicios sociales.

«Imagínate la cara de algunas de ellas cuando abren la puerta y ven que les reciben dos monjas», bromea la hermana Cristina, intentando quitar hierro a una realidad más que compleja, cuando se acompaña en el día a día. «Resulta difícil devolverles la alegría y la confianza en ellas mismas y en las demás. Pero eso requiere de tiempo, no pueden pretender que acojan lo que les aconsejas a la primera. Yo les insisto mucho en que no se dejen atrapar por el pasado, sino que apuesten por los sueños que tienen por delante», apunta esta consagrada mexicana que lleva casi dos décadas en España.

«De nosotras creo que aprecian la libertad con las que las tratamos, se sienten queridas y saben que nos tienen para todo», expone la hermana Emilia que acumula experiencia como misionera en México, así como a pie de guardería en Barcelona. «Los niños me llaman la yaya y yo les quiero como si fueran mis nietos», apunta esta sierva de la Pasión, que lleva en su adn el legado carismático de su fundadora, Teresa Gallifa, de defender la vida de los más indefensos en situaciones tan límite como ignoradas para la mayoría.

Los obispos: «Que no te silencien»

Desde que el pasado martes el Consejo de Ministros diera luz verde al anteproyecto de la ley del aborto, la Iglesia española ha seguido a pies juntillas el encargo que Francisco hizo a la cúpula de los obispos en su reciente visita para poner en marcha una «promoción de conciencia» en defensa de la vida. Mientras que el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Juan José Omella, ha tildado la reforma de «barbaridad» y el secretario general, Luis Argüello, ha tachado el derecho al aborto de «falacia», el arzobispo de Tarragona, ha llamado a la insurrección a la norma por ser contraria «al orden moral».

En paralelo, han publicado un vídeo en redes sociales con es hashtag #Latidos, en el que se puede escuchar cómo bombea el corazón de un bebé en le vientre de su madre. A la vez, se puede escuchar al pontífice argentino: «¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? No se puede. No es justo descartar a un ser humano por pequeño que sea». Al finalizar el vídeo, el Episcopado invita a la movilización: «Di sí a la vida. Que no lo silencien. Que no te silencien...».