Diabetes tipo I
Casi 300 pacientes se han beneficiado del sistema de monitorización de glucosa del Hospital de Móstoles
Se trata de un sensor del tamaño de una moneda de dos euros que facilita las mediciones a estos pacientes
En sólo 15 meses el equipo del Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Móstoles ha informado y formado a los 300 pacientes con diabetes Tipo I que atienden normalmente y que pueden beneficiarse de un sistema de monitorización de glucosa. Un sensor del tamaño de una moneda de dos euros colocado en una parte accesible del cuerpo facilita las mediciones de la glucosa que se pueden hacer con el teléfono móvil o con un dispositivo específico. En ambos se registran los datos cada vez que el paciente quiere medirse la glucosa.
El refuerzo educativo y el compromiso del paciente en el manejo y cuidado del material son claves para garantizar la eficacia de este nuevo sistema tecnológico (sensor, transmisor, receptor, software o sistema de registro en la nube) aplicado al ámbito clínico. El uso de cualquiera de ellos requiere un aprendizaje e implica una fase de transición en la que se lleva un doble control (glucómetro y sensor) hasta que se garantiza el correcto manejo del nuevo sistema de monitorización.
Durante toda esta fase inicial los pacientes cuentan de forma especial con el apoyo constante del equipo de Endocrinología, que tras definir tres grupos de prioridad, el pasado mes de junio comenzó a informar y formar a aquellos que pueden beneficiarse de esta herramienta. Progresivamente, y excepto en las semanas de confinamiento, se ha ido realizando la entrega del primer material y la formación necesaria, ya que aunque “el sistema es sencillo, requiere implicación directa y continua por parte del paciente y un manejo básico de dispositivos de tecnología", explica María José López Rivera, enfermera de la consulta de dietética y nutrición.
“Es importante -prosigue- que el paciente esté bien informado y formado y que se sienta cómodo a la hora de colocarse el sensor, manejar el dispositivo, hacerse las mediciones con frecuencia y acceder a la información en la plataforma digital. Todo esto ha requerido una importante inversión en tiempo y en dedicación, pero sin duda ha merecido la pena. Las visitas presenciales se han reforzado con reuniones grupales por zoom. Así hemos logrado que el paciente, bien formado con estas nuevas herramientas, tenga mayor control sobre la enfermedad. Es una forma muy eficaz de promover la autonomía del paciente”.
Según Teresa Antón, endocrina responsable de la consulta monográfica de diabetes tipo I, "hemos pasado del tradicional glucómetro y los cuadernos de papel llenos de números a una gestión automática de los datos. La integración estadística de la información permite ver gráficas, conocer tendencias y poder identificar rutinas que puedan estar asociadas, por ejemplo, a hipoglucemias. Nosotros como profesionales podemos llegar a conclusiones más acertadas, y ellos tienen menos miedo a la hipoglucemia y se sienten más seguros a la hora de tomar las decisiones sobre qué hacer en cada momento. Sin duda, ha supuesto un cambio radical en el control y seguimiento de la patología.
Los pacientes comparten además de los datos del control glucémico mucha más información, sobre: la insulina que se inyectan, la actividad física que realizan, la alimentación que siguen… Información que se almacena de forma mucha más eficiente y que junto a las gráficas de los controles de glucosa ofrece esa información tan precisa. De esta forma se detectan tendencias claves, se llega a interpretaciones más precisas, y se podrá retrasar la progresión de las complicaciones de la diabetes.
Cómo funciona
Se coloca, normalmente en el brazo o en la tripa, un sensor (del tamaño de una moneda de dos euros) que mide los valores de la glucosa que se transmiten al teléfono móvil o un dispositivo especial. El sensor consta de un pequeño filamento que se inserta en el tejido cutáneo. La medición puede tomarse sin necesidad de descubrirse la parte en la que está el sensor, con un simple acercamiento del teléfono móvil sobre el abrigo, por ejemplo, sería suficiente. El sensor, que tiene que estar bien adherido a la piel, dura 14 días. Al principio el material necesario se facilita desde el hospital pero es Atención Primaria desde donde se dispensa a los pacientes los recambios necesarios. Además de este sensor, existen otros tipos de sensores con funciones y características diferentes. Algunos de ellos se contactan directamente con las bombas de insulina La información se descarga en una plataforma digital o se descarga en un software que permite el tratamiento de los datos gestionando el historial y la evolución de los resultados a través de informes gráficos.
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