Pandemia

La pérdida del olfato y el gusto, el primer marcador de la propagación de la Covid-19

Los cambios en este síntoma de la infección muestran, con mayor celeridad y acierto que otros, la evolución de los contagios en una población determinada, según un estudio.

Sevilla.- Quirónsalud Sagrado Corazón pone en marcha la primera unidad de Andalucía para pacientes con pérdida de olfato
La anosmia (pérdida del olfato) y la ageusia (incapacidad para apreciar sabores) son frecuentes en la Covid-19, y uno de los síntomas persistentes. QUIRÓNSALUD SAGRADO CORAZÓN24/06/2020larazonQUIRÓNSALUD SAGRADO CORAZÓN

El establecimiento y consenso de los indicadores de riesgo de propagación de la infección causada por el nuevo coronavirus es la clave de las políticas de Salud Pública en los distintos territorios. En España, se reflejan en elPlan de respuesta coordinada para el control de la trasmisión de la Covid-19 aprobado el mes pasado por el Consejo Interterritorial, y son los conocidos como T1, T2, T3, T4, que responden a la evaluación del nivel de transmisión, y los A1 y A2, que clasifican el nivel de utilización de servicios asistenciales por Covid-19. En función de estos indicadores epidemiológicos y de capacidad asistencial, se determina el nivel de riesgo en cada unidad de población, y eso facilita la puesta en marcha de medidas dirigidas a corregir el avance de la pandemia.

Se sabe que la pérdida del olfato y del gusto es uno de los síntomas frecuentes de la Covid-19, que además se produce en los primeros días, pero, hasta ahora, no se había considerado que pudiera ser un marcador más temprano que los actuales a la hora de mostrar cómo avanzan los contagios. Un estudio internacional llevado a cabo por la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) muestra que un aumento en la incidencia de cambios repentinos en el olfato y el gusto en la población general puede indicar que el virus se está propagando. Los investigadores descubrieron, por ejemplo, que los cambios en este síntoma estaban mejor correlacionados con el número de ingresos de Covid-19 en los hospitales que los indicadores gubernamentales actuales de Francia, que observan la proporción de consultas en urgencias por sospecha de Covid-19 con respecto a las consultas generales en urgencias.

En el trabajo, publicado en la revista Nature Communications, se ha realizado con datos de la encuesta del Consorcio Mundial para la Investigación Quimiosensorial, un estudio mundial de origen multitudinario desplegado en más de 35 idiomas. Concretamente, el equipo examinó los datos del gobierno francés, que a partir del 7 de mayo ha estado categorizando varias áreas geográficas del país como rojas o verdes, dependiendo de su prevalencia de Covid-19. “Este conocimiento podría ayudar a los responsables de la toma de decisiones a tomar medidas importantes a nivel local, ya sea para detectar antes nuevos brotes o para guiar la relajación de los cierres locales”, explica uno de los autores del trabajo, John Hayes.

Primer marcador de la propagación

Por último, para determinar si la pérdida del olfato y el gusto comunicada por los propios pacientes podía servir como indicador temprano del número de casos de la infección y, por consiguiente, del estrés en los hospitales, los investigadores compararon los datos de Francia con los de Italia y Reino Unido, cada uno de los cuales aplicó medidas de confinamiento en diferentes momentos y con diferentes niveles de rigor. Específicamente, los investigadores encontraron que el pico de cambios en este síntoma apareció cuatro días después de que se implementaran las medidas de confinamiento. En contraste, el indicador gubernamental basado en las consultas de Urgencias alcanzó su punto máximo 11 días después del cierre. “Nuestros hallazgos sugieren que los cambios en la presencia de esta sintomatología son el primer marcador de la propagación de la Covid-19, y que están estrechamente asociados con la sobrecarga en los hospitales. Por lo tanto, los posibles brotes y la eficacia a corto plazo de un confinamiento podrían ser monitorizados mediante el seguimiento de los cambios en el olfato y el gusto en la población”, concluye Hayes.