Entrevista
«España registra una de cada 10 muertes en Europa por resistencia a antibióticos»
“Conseguir uno nuevo antibiótico es muy complicado y la mayoría de farmacéuticas no lo encuentran atractivo como área de negocio”, cuentan Raquel Carnero y Luis Marcos, farmacéuticos y autores del libro «Antibióticos vs bacterias. De la resistencia al contraataque»
-¿Cómo se les ocurre, en una pandemia por un virus, sacar un libro sobre bacterias?
-Raquel Carnero: Hemos hablado mucho de virus en la pandemia, pero tocará hablar de bacterias dentro de poco. En concreto sobre las resistentes a antibióticos y lo que ya se conoce como la «epidemia silenciosa». La OMS la considera una de las diez mayores amenazas para la salud global.
-Los antibióticos no sirven contra los virus. ¿Por qué no cala el mensaje?
-Luis Marcos: Con la pandemia hemos visto el efecto devastador de una infección que se ha extendido mundialmente y la dificultad para hacerla cuando no contamos con tratamientos eficaces. Las resistencias a antibióticos, al igual que la Covid-19, no conocen fronteras. En esta lucha conocemos al enemigo ya que la OMS ha publicado un listado de bacterias multirresistentes. Y, ahora la población está más concienciada e informada, así que el mensaje seguro que cala mejor que antes.
-Hoy ya hay bacterias a las que los antibióticos no logran vencer. No es frecuente, pero sí una realidad. ¿Cuál es ese problema en la actualidad?
-R.C.: La asombrosa capacidad de las bacterias para adaptarse y hacerse resistentes a los tratamientos no es nueva, pero estamos en un momento crucial para frenarlas. Esto es un problema de Salud Pública muy grave. Los costes, tanto sanitarios como económicos, son muy elevados. Según el Banco Mundial, la resistencia antibióticos causará 300 millones de muertes y un aumento global de los costes de atención médica de un billón de dólares anuales a menos que se tomen medidas inmediatamente. Además, la Comisión Europea acaba de pedir formalmente un plan integral que aborde también los efectos medioambientales.
-Hace años que se está avisando de este problema. ¿Va a pasar como con el cuento de «Pedro y el lobo»?
-L.M.: Todos hemos oído hablar del riesgo de que no haya ningún antibiótico eficaz para tratar una infección multirresistente. España registra una de cada 10 muertes en Europa por resistencias a antibióticos. No creo que queramos comprobar cómo es la vida en la era «post-antibióticos» en la que una operación quirúrgica rutinaria pueda derivar en la muerte por infección nosocomial por falta de terapias eficaces. Entre otras cosas, además de la investigación de nuevos antibióticos, hace falta desarrollar nuevos test de diagnóstico, implementar nuevas herramientas para la prescripción y garantizar el acceso a las vacunas, que juegan un papel muy importante en la prevención de las enfermedades infecciosas, reduciendo así el uso de antibióticos. La educación en salud y la divulgación científica juegan un papel clave. En ello estamos, entre otros, los farmacéuticos.
-De mantenerse la tendencia actual, las muertes por infecciones por bacterias resistentes pasarán de las actuales 700.000 a 10 millones anuales en 2050. Suena apocalíptico...
-R.C.: Hay que mantener el equilibrio entre el acceso equitativo y sostenible a fármacos que salvan vidas (y los antibióticos lo son) y el control, seguimiento y vigilancia de las bacterias resistentes. Estamos a tiempo de lograr una estrategia global. Hace falta poner en la agenda de los países lo que es realmente importante y no esperar a que esta pandemia nos golpee.
-¿Por qué es tan difícil desarrollar antibióticos nuevos?
-R. C.: Conseguir uno nuevo es muy complicado y la mayoría de farmacéuticas no lo encuentran atractivo como área de negocio. Esto es porque el mercado de los antibióticos es muy diferente al de otros medicamentos. La investigación y desarrollo fármacos conlleva un riesgo financiero alto, pero los antibióticos tienen precios y volumen de ventas comparativamente bajos. Hay que buscar fórmulas innovadoras para asegurar el retorno de la inversión, incentivando a la vez la investigación y las asociaciones público-privadas. Si algo hemos visto con las vacunas Covid-19 es que cuando se alinean los intereses de los agentes implicados se pueden obtener muy buenos resultados.
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