Pandemia
Sanidad debe coger por los cuernos el toro de la tercera dosis
La falta de previsión y la reacción tardía han sido la tónica de toda la pandemia
España tiene que someterse a una evaluación independiente de la gestión de la pandemia. No caben nuevas excusas ni dilaciones. Más de 18 meses después de su estallido los resultados que arroja esta crisis son nefastos: nuestro país figura entre los estados con más casos y las muertes no son pocas en proporción a la población. En este tiempo ha pasado de todo. Los estados de alarma fueron ilegales. No ha habido expertos de peso que refrendaran las decisiones. Se reaccionó a rebufo de los acontecimientos. Pasó con Barajas, un coladero. Se repitió con los test de antígenos y sucedió siempre con las variantes del virus, a las que se restó importancia para reconocer después que campaban a sus anchas entre nosotros mientras las fronteras seguían abiertas.
Gran parte de la culpa la tiene Fernando Simón, el portavoz científico al que el Gobierno baraja ahora recompensar con la dirección de un Centro de Salud Pública de nuevo cuño. Pero no es solo de él, sino de los que le han sostenido en el cargo y orientaron sus mensajes. Sabedor de la cuantiosa lista de fallos cometidos, el Gobierno se resiste a dejarse evaluar y saca pecho del avance de la vacunación, como si la compra de las dosis y su administración fueran atribución suya. Es cierto que se ha avanzado. Y mucho. Pero no es suficiente. La falta de previsión y la reacción tardía han sido la tónica de toda la pandemia, y gran parte de ello se debe a que Sanidad estaba disminuido cuando penetró el virus, un fallo que no se ha corregido con el tiempo. Ahora llega la encrucijada de la tercera dosis y el Ministerio debe apostar por ella sin medias tintas para redimirse.
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