Depresión

La pandemia hunde la salud mental de los españoles, sobre todo de los más jóvenes

►La crisis sanitaria ha aumentado la tasa de suicidios y agravado los casos de depresión y ansiedad

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Invisible y olvidada, uno de los daños colaterales más evidentes que ha dejado la Covid-19 este año es el hundimiento de la salud mental de los españoles. Los datos son rotundos: «Diferentes indicadores señalan que la pandemia ha implicado un empeoramiento de este aspecto. Se han incrementado las conductas suicidas, ya que es el año con mayor número de suicidios consumados (3.941) desde que tenemos registros fiables de esta causa de muerte; se ha apreciado un aumento de la incidencia de depresión y de trastornos de la conducta alimentaria y también se han agravado las conductas adictivas, habiéndose contabilizado un número récord de muertes por sobredosis, casi mil en 2020», detalla el Dr. Narcís Cardoner, psiquiatra del Hospital Universitario Parc Taulí de Barcelona y coordinador del Observatorio de Salud Mental Comunitario de Cataluña (Osamcat).

El aumento de los casos va acompañado, además, de un agravamiento de los mismos, ya que «existe la percepción de una mayor presión asistencial, es decir, las personas con trastornos mentales acuden con cuadros más graves y resulta más difícil que se recuperen», advierte el especialista.

Diagnóstico

Angustia, ansiedad, nerviosismo, estrés postraumático, insomnio... Son algunos de los síntomas que aparecen cuando algo falla en la salud mental de un individuo. Son situaciones que todos podemos vivir en un momento determinado, pero que, si no se atajan a tiempo, pueden convertirse en un serio problema de salud. Por ello, la pregunta del millón es saber cuáles son las pistas que pueden servir para dar la voz de alarma de que una persona está en una situación límite y que necesita ayuda.

El Dr. Cardoner lo tiene claro: «La señal más importante es cuando los cambios emocionales que percibimos nos empiezan a interferir en nuestro funcionamiento diario, es decir, cuando dejamos de hacer las cosas que antes hacíamos sin esfuerzo o abandonamos nuestras actividades, cuando empezamos a aislarnos de nuestro entorno o sentimos que nos cuesta relacionarnos con la gente con la que convivimos. Los que nos conocen o rodean pueden ser perfectos “jueces” de este hecho, dado que muchas veces la persona que los padece no es consciente o actúa negándolo».

Estos rasgos dan la cara en cualquier momento de la vida, aunque lo cierto es que la pandemia ha polarizado esta situación y cada vez aparecen problemas mentales en personas de menor edad. «La pandemia ha tenido un impacto muy claro en adolescentes y en adultos jóvenes, hasta el punto de que los intentos de suicidio se han incrementado en la población infantojuvenil (concretamente en niñas) casi un 170%. Además ha afectado más a mujeres, y se ha detectado que el estado de salud frágil, o los antecedentes de trastornos de salud mental previos, se comportan como factores agravantes. También aquellos que están en riesgo de exclusión social, con problemas económicos o sin red social (soledad), tienen más probabilidades de padecer estos problemas mentales», asegura el Dr. Cardoner.

Estigma y tabú

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en nuestro país cerca de cuatro millones de personas tienen problemas de salud mental. A pesar de estas elevadas cifras, todavía hay mucho tabú al respecto. «Es importante hablar de salud mental. El hecho de visibilizarla e informar a la población de que son problemas frecuentes, que muchas personas pueden padecerlo, es una vía muy efectiva para combatir el estigma y romper las barreras. Hemos mejorado, pero aun hay autoestigma, que muchas veces constituye el principal obstáculo para buscar ayuda», advierte el especialista.

Y es que, ser conscientes de que algo ocurre y ponerse en manos de un especialista resulta clave para echar freno a esta situación y encontrar la solución. No es una cuestión baladí, ya que «no hay salud sin salud mental. No es sólo una frase, pues sabemos que las personas que padecen trastornos mentales como la depresión o cuadros como la esquizofrenia tienen más riesgo de desarrollar otras patologías, y su esperanza de vida es menor. Por ejemplo, padecer una depresión incrementa dos veces el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas y cardiovasculares, la diabetes, la obesidad, el alzhéimer o el cáncer. Se estima que padecer una depresión incrementa al doble el riesgo de mortalidad», concluye el Dr. Cardoner.