Paciente
Día Europeo de la Logopedia: reaprender a hablar más allá de los 50
Encarnación Yeste olvidó que estaba casada, que tenía una hija y también las palabras tras sufrir un ictus por el que permaneció un mes ingresada en el hospital
«Hace un año y cuatro meses, estaba trabajando cuando mi supervisor me dijo: “Encarni, ¿qué te pasa? Te estas poniendo blanca”. En ese momento desaparecí», recuerda Encarnación Yeste.
«Desperté a los tres días, aunque estuve ingresada un mes. No podía hacer nada, ni pis, porque no sabía ni dónde tenía que hacerlo. Me asusté mucho. En la primera semana no sabía quién era yo, y me tuvieron que decir que estaba casada y que tenía una hija».
Luego fue poco a poco acordándose y también siendo consciente de todo el trabajo que tenía por delante. «Ahora me cuesta mantener una conversación. Para mí lo más difícil es saber qué palabras decir. Las tengo en la cabeza pero al decirlas las digo mal».
También le pasa al escribir. «Por ejemplo, el abecedario lo tengo memorizado, ya sé dónde está cada letra, pero al escribirlo me falta alguna». Y hay veces que Encarnación no comprende lo que se le dice por lo que necesita que se le repita. Pero sin duda Encarni ha mejorado mucho al hablar: «Sí, así es porque ahora ya sé qué tengo que decir o qué hacer». Tiene sus trucos. Así, «para cocinar primero coloco todos los productos en la encimera porque si no al final me falta algo».
Y no pierde la alegría. «Tengo 54 años menos un día», nos dice el jueves en vísperas de su cumpleaños. Jamás imaginó que tuviera que reaprender a hablar a su edad. «Me recomendaron que fuera cuando estaba en el hospital. Me explicaron que todo era por el ictus, que el oxígeno no llegaba al cerebro y que por eso me cuesta hablar», recuerda.
«Encarnación tiene afasia, una alteración del lenguaje causada por el daño cerebral que le afecta tanto a la comprensión como a la expresión. Oye bien, pero no discrimina correctamente los sonidos y tiene dificultad para identificar palabras, para asociar el sonido a la letra tanto de forma oral como escrita. Habla de forma fluida, pero hay que repetirle varias veces lo mismo o al hablar ella omite alguna sílaba, por ejemplo. Además, tiene anomia, dificultad para decir palabras que antes conocía, eso que nos pasa cuando decimos que tenemos la palabra en la punta de la lengua», explica Cristina Laina Cascón, logopeda experta en neurorrehabilitación y miembro del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid.
Para trabajar estas dificultades Cristina le hace hacer diferentes ejercicios. «Le digo por ejemplo dos palabras que se parecen mucho, cama y casa, y ella me tiene que decir si son iguales o diferentes, repetirlas y escribirlas. O le muestro imágenes y ella me tiene que decir que son y escribirlo».
Cada ejercicio ayuda a su neurorrehabilitación. Algo crucial. «No hay una estadística en España en cuanto al daño cerebral. En 2018 se estimó que se dieron 110.310 altas hospitalarias por ictus y 25.224 por traumatismos craneoencefálicos. Por mi experiencia te puedo decir que entre el 30 y el 40% de estos pacientes necesita tratamiento con un logopeda. Pero lo dicho, es solo una estimación».
En todo caso, lo importante, «tras un daño cerebral, es acudir al neurologopeda para compensar las dificultades. En el caso de Encarna el problema es a nivel de lenguaje. Pero hay alteraciones de voz, al tragar, de musculatura facial», explica Laina.
Y cuanto antes se trate mejor. «Así el cerebro está más fresco. Es cierto que la plasticidad cerebral es infinita, pero si no se trata desde el principio la dependencia será mucho mayor», precisa la logopeda. Y será de gran ayuda tanto «para el paciente como para la familia, cuyo rol cambia al de cuidador. Y es que muchas veces reciben el alta sin que se les informe realmente del cambio de vida que van a tener».
En el caso de Encarni, Laina va a su casa una hora todas las semanas. Luego recibe un tratamiento de un logopeda de la Seguridad Social de 30 minutos. «Y voy a un centro donde me ve un psicólogo», añade la paciente.
Le queda todavía un largo camino por recorrer. Al menos hasta que pase por el tribunal médico, que lo tiene en junio. «Es la segunda vez que paso por el tribunal. Es que me han dado tres ictus. El primero fue hace unos años, cuando me operaron del corazón. Luego el gordo, el de hace un año y cuatro meses, y el último fue en Reyes», relata Encarnación.
«Es imposible saber cuánto tiempo de aprendizaje le queda; ten en cuenta que hay personas que lo necesitan de por vida porque es una estimulación cognitiva», precisa la logopeda.
Lo que no todo el mundo se puede permitir. Y es que la mayoría de pacientes que acuden al logopeda tras un problema cerebrovascular lo hace pagándolo de su bolsillo. «Según la encuesta de 2018, el 59% paga el logopeda con su dinero, el 33% por la Seguridad Social y el resto a través de la mutua», concluye Laina.
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