Opinión

No son insultos

Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS. Ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social

"Usar como calificativos de manera peyorativa términos relacionados con diagnósticos médicos o con la discapacidad nos hace daño"
"Usar como calificativos de manera peyorativa términos relacionados con diagnósticos médicos o con la discapacidad nos hace daño"larazon

Idiota, imbécil, o subnormal, en el pasado han sido términos médicos que con el tiempo se han ido desechando, ya que su mal uso ha hecho que devengan en insultos. La Ciencia y la Medicina huyen de tener entre su vocabulario diagnóstico términos que se consideran socialmente insultos y ofensas. Pero, desgraciadamente, parece que en nuestra sociedad la enfermedad, la discapacidad o simplemente la diferencia les sirva a algunos como arma arrojadiza a la hora de atacar al contrario. Cuántas veces en el catálogo de insultos, incluso en la refriega política y pública, aparecen palabras como miope, autista, o esquizofrénico, y otros tantos, empleados impunemente con toda normalidad.

Usar como calificativos de manera peyorativa términos relacionados con diagnósticos médicos o con la discapacidad nos hace más daño socialmente de lo que algunos pueden pensar. Un daño, en primer lugar, a la persona que convive con la enfermedad o discapacidad, y a sus familias. Y, en segundo lugar, un daño colectivo que empobrece el respeto social a la diversidad, a la diferencia, y a la consideración hacia las personas con patologías o discapacidad.

Es algo que va más allá de la semántica, la utilización de estos términos científicos como insultos lleva consigo una carga lingüística, significativa, además de ideológica, que proyecta una imagen negativa que estigmatiza, refuerza los falsos mitos y los estereotipos y perjudica la imagen social de estas personas y sus familias.

Todos y todas, pero especialmente los representantes públicos, tienen especial responsabilidad, en eliminar ofensas innecesarias y en practicar el respeto hacia la diversidad y las personas que conviven con la enfermedad y la discapacidad, como personas con igual dignidad y derechos plenos.