Esclavitud, trata y prostitución

Cuando se conmemora el día mundial de la lucha contra la trata de personas, quiero recordar la necesidad de poner fin a la esclavitud de nuestro tiempo. Un delito y una grave violación de derechos humanos que fundamentalmente tiene rostro de mujeres y niñas.

Además, la trata con fines de explotación sexual representa un 50% del total de la trata. Y constituye uno de los delitos más denigrantes de la dignidad humana, pues implica la degradación de una persona (el 94% del total de las víctimas son mujeres y niñas) hasta convertirla en una mercancía.

Este delito y negocio ilícito de enormes beneficios, se ha convertido en una verdadera lacra mundial fruto del desarrollo de las nuevas tecnologías, la globalización y las migraciones globales. Donde en el contexto actual de crisis socioeconómica derivada de la pandemia, las víctimas son cada vez más vulnerables y su captación y explotación se hace más fácil.

Existe una urgente necesidad de incrementar la concienciación social, por lo que termino fijando la mirada en quienes pagan para que se perpetre este delito, que vulnera los derechos humanos y dignidad de las mujeres y niñas tratadas y explotadas sexualmente a través de la prostitución o la pornografía. No olvidemos que sin demanda no hay oferta, y quienes son cómplices merecen la reprobación y rechazo social.

No me resigno a asumir como sociedad esa complicidad para que, en el futuro de mujeres y niñas en situación de máxima vulnerabilidad por la pobreza y desigualdad, esté escrito como destino la trata con fines de explotación sexual.