Paciente
Cáncer de Mama: “Durante dos años obviaron la mancha en el brazo y se centraron solo en la mama”
Fernanda se derrumbó cuando le diagnosticaron cáncer de mama metastásico. «Pensé que todo lo anterior no había sido para tanto y que ahora me iba a enterar»
Fernanda Picón se notó como unos pinchazos en el pecho y se fue a urgencias. Le dijeron que tenía un bulto, pero que parecía que no era malo porque no estaba adherido. «Eso lo hice por la Seguridad Social. En paralelo, para agilizar el proceso, me fui a la Sanidad privada, que fue cuando me diagnosticaron el cáncer de mama», recuerda.
Era abril de 2018 y cuando «en la Seguridad Social me mandaron la carta para hacerme las pruebas ya tenía fecha de operación en la Sanidad privada». Le hicieron una mastectomía radical. «Me quitaron la mama izquierda y los ganglios del mismo brazo. Me sometieron también a radio y a hormonoterapia», explica Picón.
En las pruebas iniciales vieron que tenía una mancha en el húmero derecho, pero no era clara. «Y me preguntaron si había tenido alguna caída. Y sí, tuve un accidente de joven, me da un poco de vergüenza, era sonámbula y me caí de un segundo piso».
Al explicarles lo sucedido cuando tenía 15 años no se hizo más caso a la mancha, tal y como relata esta madre que, tras asesorarse, logró sacar fuerzas de donde pudo para explicarles a sus hijos, hoy de 18 y 14 años, que tenía cáncer.
Eso sí, esperó a que su hijo pequeño hiciera la comunión. «No le quería quitar protagonismo», reconoce. «Les expliqué que les tenía que contar algo, ya que en 10 días me operaban. Les dije lo del bulto en el pecho y mi hija me dijo: tienes cáncer de mama, he visto que fuiste a la comunión con tiritas y moratones. El pequeño dijo ¿cómo que cáncer? Fue entonces cuando la hermana mayor se puso a llorar y el pequeño que estaba tomando chocolate la fue a limpiar y la manchó. Recuerdo que nos pusimos a reír».
Al cabo de dos años, y tras reconstruirla el pecho, llegó el peor de los pronósticos. «Tenía metástasis en los huesos: una mancha en el húmero, en una vértebra y en el coxis. Fue entonces cuando en la Sanidad privada me pasaron a la pública porque no me podían atender allí. El tratamiento era demasiado caro».
Una vez en la Seguridad Social «me hicieron una castración química porque lo mío es hormonal. Luego me vaciaron. Me quitaron los ovarios... Fue la tercera operación», relata.
A continuación, Picón empezó con un medicamento: el ribociclib. «Tuve suerte porque fui la paciente número 14 que entró con este tratamiento en la Seguridad Social. Y desde entonces me ven cada mes, me hacen un electro, me revisa el oncólogo...».
Con este tratamiento las manchas primero disminuyeron y después desaparecieron. «Pero en enero de este año, la enfermedad se volvió a despertar. Volvió la mancha del coxis y en junio la del húmero», explica.
Fernanda tiene claro que en su caso «ha habido un fallo. Me tenían que haber controlado más esa mancha. Algo había, porque había una sospecha, solo que se centraron en la mama y no me volvieron a revisar ese brazo».
Y no solo. Durante los dos años de lapso le hicieron diferentes pruebas, pero la mancha seguía sin dar la cara.» Eso sí, los índices tumorales siempre los tenía al límite. Y tras tres o cuatro meses de subida, no al mes, me empezaron a hacer PET-TACs», recuerda.
De hecho ahora, «tras someterme a radioterapia en ambas zonas donde se dieron las manchas, estoy esperando a hacerme un PET-TAC, que me lo harán dentro de un mes para ver si ha funcionado».
Su reacción cuando le diagnosticaron cáncer de mama fue de culpa, «me di cuenta de que no estaba en ninguna parte en esa hoja Excel de prioridades, siempre anteponiendo todo a mi propio cuidado (trabajo, niños, casa) y ahí te das cuenta del error, pues si tú fallas ya no puedes ayudarles, apoyarles, estar con ellos como quieres». También sintió culpa porque «no me acordaba de cuando había sido mi última revisión. No sé si habían pasado dos años o así».
Después llegó el miedo, la tristeza... y, tras el diagnóstico del cáncer de mama metastásico, este sentimiento fue que «todo lo anterior no había sido para tanto y que ahora me iba a enterar realmente de lo que era tener un cáncer. Fue un derrumbe total, al igual que cuando volvieron a aparecer las manchas. Lo que pasa es que como al inicio todo había funcionado tan bien pensaba de verdad que me había curado. De modo que cuando me dijeron que las manchas habían despertado me quería morir», reconoce.
Hoy, se ha implicado a nivel social en la lucha contra el cáncer de mama de la mano de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). Y reclama a los gobiernos más investigación. «Les pediría poner una tercera X en la declaración de la renta para la investigación. También se necesita poner más personal en la Seguridad Social para acelerar el diagnóstico porque están totalmente desbordados. En cuanto a las empresas, les pediría que tengan un protocolo de actuación y apoyen más a sus empleados con cáncer, no puede ser que pierdan su trabajo por estar enfermos. Lo mío es crónico, ¿ya no valgo?».
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