Dolor crónico
Comprender que el dolor está en el cerebro puede ayudar a reducirlo
La terapia de reprocesamiento del dolor (TRD) es efectiva para tratar el dolor de espalda crónico, que afecta al 23% de la población en España
Hace más de dos décadas que el dolor paso de ser un síntoma a ser una enfermedad. Hablamos del dolor crónico, un problema invisible que afecta a una de cada seis personas (17%) en España, unos ocho millones, según el Ministerio de Sanidad. Lo sufren sobre todo las mujeres y suele desencadenar otras patologías, como depresión o ansiedad. Dentro de esta categoría, el más prevalente es el dolor de espalda, cuya incidencia anual oscila entre el 10,4% y el 21,3% y la prevalencia media en la población general es de un 23%, según las Sociedad Española del Dolor (SED).
De todos los dolores de espalda, el más frecuente (70%) corresponde a la zona lumbar. Según el informe del Sistema Nacional de Salud del año 2017 (publicado en 2019), la lumbalgia en la población española es el segundo problema de salud crónico, con el 18,5% de la población afectada, por detrás de la hipertensión arterial, que representa el 19,8%. Es el motivo del 12,5% total de bajas laborales, suponiendo unas pérdidas cercanas a los 16.000 millones de euros (1,7% del PIB) y representa la principal causa de incapacidad laboral en personas menores de 45 años.Además, se trata de un problema que va a ir a peor, ya que se estima que el 80% de la población sufrirá en algún momento de su vida un episodio de lumbalgia y el 18% lo presentará de forma recurrente cada año.
En este contexto, se hace especialmente necesario abordar el dolor desde nuevas perspectivas, con el objetivo de encontrar tratamientos efectivos para los pacientes que les permitan aliviar su sintomatología y mejorar su calidad de vida. Una de ellas es la terapia de reprocesamiento del dolor (TRD), un tipo de terapia cognitivo-conductual que consiste en ayudar a los pacientes a entender que el dolor suele estar "en el cerebro", y enseñarles técnicas para percibir las señales de dolor que llegan a este órgano como menos amenazadoras.
En esta línea, un nuevo estudio ha demostrado que el tratamiento del dolor de espalda crónico basado en el cerebro es más eficaz que cualquier otro. El trabajo, desarrollado por investigadores de la
la Universidad de Colorado (Estados Unidos), examinó la conexión entre el cerebro y el dolor para tratar el dolor crónico, que podía proporcionar respuestas clave sobre cómo ayudar a las personas que sufren dolor de espalda crónico. En concreto, se analizó la importancia de las atribuciones del dolor, que son las creencias de las personas sobre las causas subyacentes de su dolor, para reducir la gravedad del dolor de espalda crónico.
"Millones de personas sufren dolor crónico y muchas no han encontrado la forma de aliviarlo, lo que deja claro que falta algo en la forma en que diagnosticamos y tratamos a las personas", afirmó el primer autor del estudio, Yoni Ashar, doctor y profesor adjunto de Medicina Interna en el Campus Médico Anschutz de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), según recoge Ep.
Cambiar la perspectiva
Su objetivo y el de su equipo era comprender mejor cómo se recuperaban las personas del dolor de espalda crónico y el estudio reveló que, tras la TDR, los pacientes manifestaban una reducción de la intensidad del dolor de espalda. Para estudiar los efectos de las atribuciones del dolor, inscribieron a más de 150 adultos con dolor de espalda crónico moderadamente intenso en un ensayo aleatorizado para recibir TRD. Descubrieron que dos tercios de las personas tratadas con TRD declararon no tener dolor o casi no tenerlo después del tratamiento, en comparación con sólo el 20% de los controles con placebo.
"Este estudio es de vital importancia porque las atribuciones de dolor de los pacientes suelen ser inexactas -aseguró-. Descubrimos que muy pocas personas creían que su cerebro tenía algo que ver con su dolor. Esto puede ser poco útil y perjudicial a la hora de planificar la recuperación, ya que las atribuciones del dolor guían las decisiones terapéuticas importantes, como la decisión de someterse a una intervención quirúrgica o a tratamiento psicológico", añadió.
Antes del tratamiento TRD, sólo el 10% de las atribuciones de los participantes estaban relacionadas con la mente o el cerebro. Sin embargo, después de la TRD, este porcentaje aumentó hasta el 51%. El estudio reveló que cuanto más cambiaban los participantes a considerar que su dolor se debía a procesos mentales o cerebrales, mayor era la reducción de la intensidad del dolor de espalda crónico que declaraban.
"Estos resultados demuestran que cambiar de perspectiva sobre el papel del cerebro en el dolor crónico puede permitir a los pacientes obtener mejores resultados", subrayó Ashar. "Cuando los pacientes entienden que su dolor se debe a procesos cerebrales, aprenden que no hay nada malo en su cuerpo y que el dolor es una "falsa alarma" generada por el cerebro a la que no deben temer", destacó.
Los investigadores esperan que este estudio anime a los profesionales sanitarios a hablar con sus pacientes sobre las razones de su dolor y a discutir causas ajenas a las biomédicas.
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