Salud
Este producto común de limpieza puede provocar párkinson
Un estudio epidemiológico ha publicado la evidencia más convincente hasta ahora sobre la relación entre este disolvente químico y la enfermedad
Un estudio epidemiológico pionero ha producido la evidencia más convincente hasta ahora de que la exposición al disolvente químico tricloroetileno (TCE) aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson. Este trastorno del movimiento afecta a unos 150.000 españoles, según datos de la Sociedad Española de Neurología, y es probablemente la enfermedad neurodegenerativa de más rápido crecimiento en el mundo: su prevalencia global se ha duplicado en los últimos 25 años.
El tricloroetilo es una sustancia química líquida, incolora y no inflamable, que disuelve fácilmente grasas, ceras y alquitranes. Se utilizó en muchos sectores en la década de 1970. Más tarde se descubrió que era cancerígeno. Hoy en día, se usa principalmente como agente de limpieza en seco, para producir refrigerantes y otros hidrofluorocarburos, así como disolvente desengrasante para equipos metálicos de la industria pesada.
El TCE también puede aparecer en la composición de algunos productos para el hogar, como toallitas de limpieza, productos de limpieza en aerosol, limpiadores de herramientas, removedores de pintura, adhesivos en aerosol y limpiadores de alfombras y manchas. Los tintoreros comerciales también lo usan como quitamanchas.
En el informe, publicado en JAMA Neurology, se examinaron los historiales médicos de decenas de miles de veteranos del Cuerpo de Marines y de la Marina que se entrenaron en la Base del Cuerpo de Marines de Camp Lejeune, en Carolina del Norte, entre 1975 y 1985. Aquellos expuestos allí al agua fuertemente contaminada con TCE tenían un 70% más de riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson décadas más tarde en comparación con veteranos similares que entrenaron en otros lugares.
Además, el contingente de Camp Lejeune también tenía tasas más altas de síntomas como disfunción eréctil y pérdida del olfato que son precursores del Parkinson, que causa temblores, problemas para moverse, hablar y mantener el equilibrio y, en muchos casos, demencia. Las dificultades para tragar conducen a menudo a la muerte por neumonía.
El nuevo estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de California en San Francisco (UCSF, por sus siglas en inglés), representa con mucho el vínculo ambiental más fuerte entre el TCE y la enfermedad. Hasta ahora, toda la literatura epidemiológica incluía a menos de 20 personas que desarrollaron Parkinson tras la exposición al TCE.
El análisis de Camp Lejeune "es excepcionalmente importante", dice Briana De Miranda, neurotoxicóloga de la Universidad de Alabama en Birmingham que estudia los impactos patológicos del TCE en el cerebro de las ratas. "Nos da una población extremadamente grande para evaluar un factor de riesgo en un estudio epidemiológico muy cuidadosamente diseñado".
La sustancia asociada al párkinson... hasta en el agua
El TCE es un líquido incoloro que atraviesa fácilmente las membranas biológicas. Se convierte en vapor rápidamente y puede absorberse por ingestión, a través de la piel o por inhalación. Desafortunadamente, en el siglo XX, el TCE se utilizaba para muchos fines, como la fabricación de café descafeinado, la limpieza de alfombras e incluso como anestésico quirúrgico inhalado para niños y parturientas.
Uno de sus grandes problemas es que el TCE es que se descompone lentamente y permanece en el medio ambiente durante mucho tiempo. Además, persiste mucho tiempo en el suelo y las aguas subterráneas, donde pasa a través del suelo y se acumula. La inhalación a través del vapor procedente de estas fuentes ocultas es probablemente la principal vía de exposición en la actualidad. Sin embargo, es detectable en muchos alimentos, en hasta un tercio del agua potable de EE UU y en la leche materna, la sangre y la orina.
La población en general se puede exponer al tricloroetileno al inhalarlo en el aire tanto en el interior como en el exterior, al beber agua contaminada o al comer alimentos que se hayan lavado o procesado con agua contaminada. Debido a que el ejército de los EE UU usaba mucho esta sustancia química para desengrasar equipo, se pueden encontrar suelos y aguas subterráneas contaminados cerca de muchas bases militares actuales y pasadas.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de la UCSF y colegas de otros lugares analizaron los historiales médicos del Departamento de Asuntos de Veteranos y de Medicare de casi 85.000 miembros del Cuerpo de Marines y de la Armada que estuvieron destinados durante al menos tres meses en Camp Lejeune hace décadas. En aquella época, los pozos de la base estaban contaminados por fugas de tanques de almacenamiento subterráneos, vertidos y vertederos de residuos.
El agua utilizada en la base contenía niveles de TCE más de 70 veces superiores a los permitidos por la Agencia de Protección del Medio Ambiente. Los reclutas podrían haber ingerido TCE en los alimentos o el agua, haber estado expuestos a través de la piel al bañarse o ducharse, o haber inhalado el compuesto altamente volátil.
Los investigadores calcularon la tasa de la enfermedad de Parkinson en los veteranos y la compararon con los veteranos que vivían en la Base del Cuerpo de Marines de Camp Pendleton, un campo de entrenamiento similar en California donde no había altos niveles de TCE. Para 2021, 279 de los veteranos de Camp Lejeune, o el 0,33%, habían desarrollado Parkinson frente a 151 de los de Camp Pendleton, o el 0,21%.
Debido a que los reclutas eran tan jóvenes -una media de edad de 20 años- cuando estaban en el campo de entrenamiento, las cohortes, en su mayoría masculinas, tenían una media de edad cercana a los 60 años cuando el análisis de sus historiales médicos terminó en 2021. Esto significa que pueden producirse más diagnósticos de Parkinson, ya que la mayoría de las personas desarrollan la enfermedad después de los 60.
Los estudios en animales han demostrado que el TCE actúa en una zona del mesencéfalo responsable del control del movimiento. Inhibe el complejo 1, la enzima principal de una cadena de reacciones que convierten los alimentos en energía en unos orgánulos celulares llamados mitocondrias. En los roedores expuestos al TCE, las neuronas generadoras de dopamina de la sustancia negra del mesencéfalo se destruyen, como ocurre en la enfermedad de Parkinson humana. Pesticidas como el paraquat y la rotenona que han sido asociados con la enfermedad de Parkinson también dejan esa firma patológica en los roedores.
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