Opinión
Harta de que el cuento no termine
Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS y ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social
Y… tras la pandemia y su crisis socioeconómica se ha producido el aumento de la mortalidad materna en América Latina y el Caribe. Que las que más y primero sufren las consecuencias de cualquier tipo de crisis son las mujeres ya lo sabemos. Que esta crisis pandémica no está siendo distinta, también. Y es que esta realidad recurrente, tan previsible como injusta no termina. El 2022, en esta zona, la Covid-19 provocó un retroceso de 20 años en los indicadores de salud materna. Para que podamos tener la verdadera dimensión de esta alarma, se puede decir que en la región debido a complicaciones en el embarazo, parto o puerperio, cada hora, una mujer pierde la vida.
Este dramático retroceso significa el incremento de un 15% entre 2016 y 2020. Los perfiles de las 8.400 mujeres que murieron durante el embarazo y el parto son sobre todo indígenas, afrodescendientes, migrantes, con bajos ingresos y menor escolaridad.
Y las causas de mortalidad más comunes, la gran mayoría de las cuales se pueden evitar, son la hipertensión en el embarazo, la hemorragia y las complicaciones por aborto inseguro. Si se quisiera con cuidados de calidad, acceso a métodos anticonceptivos y a la interrupción voluntaria del embarazo y reduciendo las desigualdades de acceso a la atención sanitaria, nueve de cada 10 de estas muertes se evitarían. Es decir, atajando las inequidades socioeconómicas, de género, etnia y educación; así como las leyes restrictivas con los derechos sexuales y reproductivos. Con estas líneas quiero sumarme a dar visibilidad a la campaña Cero Muertes Maternas. Evitar lo evitable, del Grupo de Trabajo para la Reducción de la Mortalidad Materna, en el que participa la OPS.
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