
Entrevista
Joaquín Caserza: «El humor cicatriza, pero no tapa el dolor»
Humor y salud mental pueden parecer una combinación extraña, sin embargo, es la fórmula del éxito para este actor y humorista que ha unido sus dos pasiones, el autoconocimiento y la interpretación, en «Conversaciones con mi mente».

El ayer estrenó la segunda temporada de su espectáculo, en el Teatro Gran Vía de Madrid, en el que mezcla monólogo, teatro, improvisación, música y algún baile inesperado.
¿Cómo le llegó la idea de hacer humor con la salud mental?
Empecé a jugar al fútbol y, sin ser un prodigio, se me daba bien. Por carambolas de la vida terminé probando en equipos profesionales… aunque me pasé más tiempo calentando banquillo que jugando. A los 23 toqué fondo. Llevaba años en «piloto automático», sin preguntarme si eso era lo que quería. Escuché una frase de Borja Vilaseca que me atravesó: «Cuando el sufrimiento es mayor que el miedo, estás preparado para el cambio». Y por primera vez me escuché de verdad. De niño, me encerraba a inventar historias y personajes. Volví a ese lugar y estudié interpretación. Al principio fue duro: no salía trabajo y me frustraba. Estaba cargando de expectativas al «Joaquín que dejó el fútbol por mí». Solté esa presión y me reconecté con el juego, la diversión. Fue cuando uní mis dos pasiones: interpretación y salud mental. Y desde ahí, sin forzar, apareció el humor.
¿Por qué cree que hacer comedia sobre la salud mental tiene tanto tirón?
Porque entra por la risa y no por el sermón. Creo que estamos saturados de «haz esto / no hagas lo otro». Pero cuando te estás riendo bajas la guardia y te permites pensar por tu cuenta. Uso el humor como un cómo: una puerta para que cada uno saque sus propias conclusiones sin que nadie le diga lo que tienes que hacer.
Invita al público a explorar, de forma divertida, lo que ocurre en su cabeza. ¿Se ha llevado algún susto con lo que le cuentan?
El público tiene un papel importante, pero no desde «sal a contarnos tu vida». La invitación es observar a su propia mente… y, aunque sea por un minuto, dejar de creernos todo lo que dice y sentir un minuto de libertad total entre todos. Lo que más me sorprende es que todos queremos ese respiro. Más allá de la historia de cada uno, hay un deseo común de ligereza. Verlo en sala, al unísono, es muy potente.
En octubre publica, además, un libro sobre el tema. ¿Cree que es el nuevo filón del humor?
No sé si es «el» filón; ojalá cada vez seamos más hablando de esto desde el humor. Para mí, el humor es la excusa perfecta para tocar lo importante: la salud mental. Creo que conectará con mucha gente porque cuenta la historia de alguien que, cansado de ese vacío por dentro, decide sentarse a conversar (con honestidad, profundidad y humor) con su propio universo interno. Son escenas cotidianas en las que todos nos reconocemos. Uso la risa para conectar y desde allí invitar a reflexiones profundas.
"Soy experto en adaptarme. Ese es mi superpoder… y mi punto débil. A veces me pierdo por encajar"
Para escribirlo, se basa en anécdotas personales y cotidianas. ¿Es el humor la válvula de escape de situaciones complicadas?
Sí, pero con tiempos. El humor cicatriza pero no tapa. Si todavía hay nudo en la garganta cuando se habla del tema complicado, puede sonar a burla o a evasión. Hay que validar el dolor antes de bromear con él. Cuando la herida empieza a cerrar, reírte te desidentifica de la historia. Esa distancia te quita drama y te devuelve libertad. La risa funciona como un «zoom out»: sigues viendo la escena, pero ya no estás atrapado dentro. Además, hay una cosa muy bonita del humor y es que te obliga a estar presente: cuando una carcajada te atraviesa es imposible que tu mente te esté enviando pensamientos intrusivos.
En sus vídeos de Instagram empezó hablando de las emociones. ¿Cuál es su talón de Aquiles?
Poner límites. De pequeño me mudé mucho por el trabajo de mi padre y me hice experto en adaptarme. Ese es mi superpoder… y mi punto débil: a veces me adapto tanto que me pierdo a mí mismo por encajar. Estoy aprendiendo a conectar con una ira sana, esa energía que te ayuda a decir «hasta aquí» y poner límites con cariño, sin culpa.
¿Ha pensado dedicarse a la psicología?
Si estudio, será para sumar herramientas, no para ejercer. Hace años co-creé un retiro de autoconocimiento y fue precioso, pero descubrí que mi lugar es otro: contar mi experiencia desde la interpretación y el humor, y que sea esa vivencia la que invite a reflexionar.
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