Pediatría

Mantener el asma infantil a raya es posible

Si bien no tiene cura, sus síntomas pueden llegar a controlarse y mejorar la calidad de vida de los niños

Niña con asma
Esta patología respiratoria crónica afecta al 10% de los niños españolesFreepikFreepik

El asma, la enfermedad crónica más frecuente en la infancia, tiene una prevalencia del 10% en la población pediátrica española, según el documento de consenso publicado en 2021 por la Red española de grupos de Asma en Pediatría (regAP). Como señala Julio Maset, médico de Cinfa, «esta patología respiratoria constituye uno de los principales motivos de absentismo escolar y también puede reducir de manera muy significativa la calidad de vida de los pacientes y sus familiares. Por este motivo, es muy importante llegar a controlarla».

La causa del asma en niños y niñas es multifactorial y puede manifestarse ya en el primer año de vida, a lo largo de la infancia o, en algunos casos, ya en la edad adulta. Esta enfermedad resulta de la interacción de factores genéticos y ambientales y se produce cuando la exposición a ciertas sustancias o factores provoca una respuesta inmune que lleva a la inflamación de los bronquios y al engrosamiento de su pared interior, por lo que se estrechan y pueden llegar a obstruirse. «Ello provoca sensación de ahogo y problemas para respirar que, en casos graves, ponen en riesgo vital a la persona afectada. Otros síntomas son tos, pitos o silbidos en el pecho al respirar –conocidos como sibilancias– y la secreción de un moco viscoso y espeso, difícil de expulsar. Igualmente, puede asociarse a rinitis y a la sensación de dolor u opresión en el pecho», explica el doctor Maset.

Las sustancias o circunstancias que pueden desencadenar esta dolencia respiratoria son numerosas. Cualquier tipo de alérgeno puede provocar una crisis, entre ellos el polen, los ácaros, el pelo de los animales o algunos alimentos o medicamentos. También puede desencadenarla el humo del tabaco, la contaminación del aire, los olores intensos, infecciones respiratorias, alteraciones atmosféricas como una ráfaga repentina de aire frío, la práctica de actividad física y las emociones intensas.

«Si bien esta es una enfermedad crónica que no tiene cura, los padres del niño o niña con asma pueden llegar a controlar los síntomas para que disfrute de una calidad de vida similar a la de quien no tiene este problema», afirma el experto.

En este sentido, una vez se conocen los alérgenos que pueden desencadenar el asma, debe controlarse la exposición a estos e implantar medidas de control ambiental que impidan, en la medida de lo posible, que el menor respire sustancias que irriten sus bronquios (tabaco, contaminación, etc.). También se suele instaurar un tratamiento farmacológico que, normalmente, se toma mediante inhaladores. En algunos casos –nunca en menores de cinco años–, pueden administrarse paralelamente tratamientos que contengan el alérgeno responsable para «desensibilizar» al niño, en un proceso que se conoce como inmunoterapia. Cuando el médico recomiende el uso de inhalador, debe tenerse en cuenta la edad del niño o niña: si tiene menos de cuatro años, se debe usar una cámara espaciadora y una mascarilla adaptada a su edad; entre los cuatro y seis años, se suele emplear el inhalador con cámara sin mascarilla, si el paciente colabora.

Posteriormente, según vaya creciendo, se puede cambiar a un inhalador de polvo seco, que requiere realizar una inspiración larga y profunda y mantenerla de siete a diez segundos. «En cualquier caso, para su correcto manejo es fundamental que los padres y/o cuidadores reciban una correcta formación del profesional sanitario y luego enseñen al niño a hacerlo», recomienda el doctor Maset.

Pautas para controlarla

►Dele su medicación tal y como se lo indique su pediatra.

►Enseñe a su hijo a usar correctamente el inhalador.

►Consulte siempre a su pediatra antes de darle otros fármacos. Nunca le medique por su cuenta e infórmele de nuevas prescripciones de otros especialistas.

►Aprenda a reconocer las crisis. Pida a su pediatra que le enseñe a detectar los síntomas de empeoramiento, ya que el menor a veces no es capaz de reconocerlos.

►Elabore con su pediatra un plan de acción, por escrito, que le indique con exactitud cómo debe reaccionar en caso de que su hijo sufra una crisis grave.

►Introduzca en su día a día ejercicios respiratorios, pues le ayudarán a controlar la respiración y la ansiedad cuando llegue una crisis asmática.

►No fume en su presencia y aléjele de los ambientes con humo. El tabaco es uno de los principales desencadenantes del asma.

►Evite los alérgenos que más le afecten. Para ello, la higiene y limpieza del domicilio, el cambio frecuente de ropa de cama y ventilar son hábitos esenciales.

►Sí al deporte, pero con algunas precauciones; por ejemplo, comprobar antes que la calidad del soplo en reposo es normal; o asegurarse de que hace ejercicios de calentamiento antes.

►Meta el sentido común en la maleta cuando viaje. Siempre que el asma esté bien controlada y sea estable, un niño asmático puede viajar como cualquier otra persona.