Opinión

Mascarillas sin dramas y con sentido común

Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS. Ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social

Dos personas con mascarillas viajan en un transporte público
Dos personas con mascarillas viajan en un transporte públicoGonzalo Pérez MataLa Razón

La situación epidemiológica actual y la previsión de que en las próximas semanas continuarán con una alta circulación de virus respiratorios –especialmente de la gripe, pero también de la Covid-19 y otros–, han llevado al Ministerio de Sanidad a establecer, a partir de este miércoles, el uso obligatorio de las mascarillas en los centros sanitarios.

Todavía están en nuestro recuerdo de forma muy viva los peores momentos de la pandemia, los colapsos en el sistema sanitario y la pérdida de seres queridos sufridas en muchas de nuestras familias, como para dejar de lado la cultura de responsabilidad ciudadana adquirida en la pandemia.

Sorprende el revuelo y la falsa polémica que se ha levantado ante el hecho objetivo del aumento de la incidencia de virus respiratorios y la necesidad de tomar medidas de protección de Salud Pública.

La propuesta del Ministerio de Sanidad es más que sensata, y obedece al objetivo de proteger a la población más vulnerable y también a todos los profesionales sanitarios.

Ahora, afortunadamente, el escenario no es tan alarmante como entonces, pero la suspensión de quirófanos, las llamadas «camas en los pasillos» o el colapso de las urgencias son realidades que se viven en el sistema sanitario ante los picos de virus respiratorios; y el objetivo es evitarlo en la medida de las posibilidades, para lo que se tiene que actuar con medidas de prevención como el uso de mascarillas; sin olvidar la vacunación.

En todo caso, más allá de las obligaciones que puedan establecerse desde las autoridades sanitarias, parece normal que individualmente cada uno de nosotros o nosotras optemos por llevar mascarilla siempre que tengamos algún síntoma respiratorio para no propagar el contagio; y también cuando queramos evitar el riesgo en espacios propicios como el caso de los ambientes sociosanitarios, el trasporte público u otros con gran aglomeración de aforo.

En conclusión, mascarillas sin dramas y con sentido común.