Solidaridad
Viaje a la esperanza de borrar el cáncer de cuello de útero en el Congo
Un equipo sanitario de la Universidad de Navarra ha atendido a 537 congoleñas durante 15 días
En nuestro país elcáncer de cérvix se alza como la 15ª neoplasia más frecuente en mujeres, con la estimación de casi 2.000 nuevos casos cada año, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Unas cifras que van a la baja en la última década y que quedan a años luz del tumor de mama o del cáncer de pulmón, en pleno ascenso, lo que demuestra que se trata de una enfermedad relativamente bajo control en nuestro país. Sin embargo, ese escenario resulta muy diferente al sur de nuestra frontera, ya que «el cáncer de cuello de útero asociado al virus del papiloma humano (VPH) es una verdadera lacra en África. En países como el Congo esta enfermedad provoca la muerte de más de 4.800 mujeres anualmente, lo que supone un drama si tenemos en cuenta que sería evitable gracias a la prevención con el empleo de una vacuna y a través del diagnóstico precoz», lamenta el doctor Luis Chiva, gineoncólogo y director del departamento de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Navarra (UNAV).
Consciente de ello, desde 2017 el doctor Chiva ha viajado diez veces a Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, para trabajar sobre el terreno en la prevención del cáncer de cérvix en mujeres congoleñas con el objetivo de crear un cribado sostenible del cáncer cervical.
La última «aventura» ha sido hace apenas unos días, cuando un grupo compuesto por seis profesionales y ocho estudiantes de Medicina de la Universidad de Navarra, dirigidos por el doctor Chiva, han desplegado su solidaridad en favor de la salud de las mujeres congoleñas. «Sabemos que se trata de un problema de gran calado que exige medidas más complejas, pero confiamos en que una acción pequeña como la nuestra podría implicar la disminución del impacto del cáncer de cuello de útero en este país. El reto bien merece el esfuerzo», confiesa el especialista.
Las dificultades para establecer un programa de vacunación (desde el coste hasta la refrigeración, pasando por el transporte) han llevado al equipo a buscar alternativas viables y económicas que puedan resolver, o al menos mejorar, el problema. «Empezamos con una inspección visual asistida por una prueba de ácido acético y yodo que ayudaba a discernir si las mujeres tenían el VPH», explica el doctor Chiva, quien asegura que «la PCR que hemos llevado este año resulta mucho más eficiente y rápida». En concreto, en esta última expedición el equipo ha llevado más de 600 kg de material médico hasta Mont Ngafula, donde está el Hospital de Monkole. Allí han atendido a 537 mujeres, de las que seis han sido operadas de cáncer de cérvix. «Esto significa devolverles la vida, ya que el diagnóstico de ese tumor en un país como el Congo significa casi siempre la muerte, pues no tienen apenas recursos sanitarios», reconoce el ginecólogo.
Futuro esperanzador
Durante las dos semanas que ha durando la expedición, los voluntarios han trabajado duro con el objetivo de mejorar el sistema de cribado del cáncer cervical que se ha aplicado en expediciones anteriores. «Desde hace ocho años, el equipo colabora con el hospital congoleño en investigar un método de cribado eficaz para la población congoleña. Vamos avanzando y el engranaje del cribado empieza a funcionar. Prueba de ello es que este año hemos establecido, gracias a los fondos recaudados, la presencia de un coordinador allí que va haciendo un triaje, de manera que cuando haya varias pacientes que necesiten una intervención o un tratamiento, volvamos a desplazarnos hasta el país», asegura el doctor Chiva. Y la esperanza no cesa, pues el gineoncólogo reconoce que «mi sueño es montar una escuela de cirugía en cáncer de cuello para que los propios médicos congoleños tengan la formación y los medios necesarios para poder operar el cáncer de cérvix y, así, salvar vidas». El camino está dibujado y los avances logrados confirman que los pasos dados por esta caravana solidaria son los correctos. Ya lo dice su nombre, «Elikia», que significa «esperanza» en lingala, y que cuenta con la colaboración de la ONG Amigos de Monkole y otras entidades.
►La expedición contó con cinco profesionales de la Clínica Universidad de Navarra –Luis Chiva y Cristina Fernández (ginecólogos), Gabriel Reina (microbiólogo), Carolina Antón (citotecnóloga) y Blanca Gascón (enfermera)– y con la residente en ginecología del Hospital Virgen de Valme, Guadalupe Quintana. Al personal médico se sumaron siete estudiantes de Medicina de la Universidad de Navarra (Goretti Olazabal, Ibon Villanueva, María Requena, Alicia Novo, Javier Segovia, Lucía Castillo y Carolina Quintanilla y otro alumno de la Universidad Autónoma de Barcelona, David Martínez-Sellés.
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