Coronavirus

«Pero, mamá, ¿podré jugar en el parque con mis amigos?»

Algunos menores miran ansiosos la calle desde sus ventanas para salir enseguida; otros, aseguran que si no es para jugar, están mejor en casa

Dibujos de Reyes, Fernando, Mateo y Francisco elaborados para LA RAZÓN
Dibujos de Reyes, Fernando, Mateo y Francisco elaborados para LA RAZÓNLa Razón

Julia le pregunta a su hija de cinco años qué le parece que dentro de una semana pueda volver a salir a la calle. La pequeña, que se llama igual que ella se pone como loca: «¡Bien!, iré a la dehesa con la abuela», responde. Y a continuación llegan las preguntas: «¿Y podré ir al cole y con los amigos?».

Su madre responde: «No, para eso todavía habrá que esperar». «¿Y a jugar al parque?». «Tampoco», responde su madre. Julia junior se queda un poco descolocada, pero aun así asume lo que le dice su madre. Lo cierto es que el anuncio de Pedro Sánchez sobre el fin relativo del confinamiento para los menores de 12 años ha provocado reacciones entre las familias que por un lado, miran con desconfianza la medida al tiempo que reconocen la necesidad de que los pequeños de la casa se aireen.

Eso sí, siempre tendrán que ir acompañados de un adulto, manteniendo un metro y medio de distancia con las otras personas, no podrán sobrepasar los 30 minutos de paseo y nada de columpios ni toboganes. Con todo, Julia madre defiende que «los niños han sido los grandes olvidados y que es necesario que corran y se desfoguen aunque sea de manera controlada». «Más confinamiento puede afectarles psicológicamente, no creo que el hecho de que salgan suponga un riesgo para la sociedad», puntualiza.

Dibujos de Marta, Julia, Sara, Irian, Israel y María, para LA RAZÓN
Dibujos de Marta, Julia, Sara, Irian, Israel y María, para LA RAZÓNLa Razón

Una opinión que no comparte Lidia, terapeuta ocupacional y madre de Reyes, de cuatro años: «No soy científica, pero sin test que confirmen la ausencia del virus no sacaría a nadie a la calle, porque los niños sí son portadores de la enfermedad y pueden continuar «repartiendo amor» por el mundo y hacer «que la situación vaya peor». Para esta familia de Cogeces del Monte, un pueblo de Valladolid, la medida no saben si «es por el beneficio de los hijos o por la salud mental de los padres. Aun así no creo que nadie debiera de salir a la calle hasta que se sepa la situación de real del coronavirus. Todos necesitamos salir, pero no sé si es lo prioritario que lo hagan los niños».

De la misma opinión son Irene e Israel, padres de familia numerosa. Tienen nueve hijos, de dos a los 17 años, y, claro, en ellos se abre un cisma cuando se establece el límite de esta «seudolibertad» anunciada por el presidente.

«Tres de nuestros hijos, los más mayores, se tendrán que quedar en casa y, precisamente, son los que más hormonas y adrenalina deben quemar: Sinceramente me parece un castigo para ellos. Es más, tengo miedo porque una amiga que es sanitaria me ha dicho que últimamente cada vez están registrando más menores en los hospitales por temas de contagio», reconoce la madre de familia.

Otro aspecto que destaca es que si todos tienen que salir con mascarillas ¿cómo lo van a hacer? «Nosotros no somos ricos y las mascarillas están a precio de oro, ¿Qué hago, pago 400 euros para que todos tengamos una? No tiene ningún sentido este plan», asevera.

Contagio infantil

Además, otra de las preguntas que Irene deja en el aire es cómo se organizarán familias que al igual que ellos tienen descendencia de diferente edad y ninguno de ellos alcanza los 18 años.

«Mi marido ya se ha incorporado al trabajo y cuando él no está en casa yo me tengo que ocupar de todos. Cuando pueda salir a la calle con los con los seis que son menores de 12 años, ¿qué hago con el resto? Incluso no sé si seré capaz de controlar a todos cuando estén en la calle, porque los niños ya se sabe cómo son, tocan todo, quieren subirse a todos los sitios... Creo que sacar a los niños a la calle nos traerá consecuencias negativas», sentencia.

No obstante, cuentan estos padres, los pequeños sí están contentos con el hecho de que puedan salir, «porque no saben las consecuencias que puede traernos...». Eso sí, Carmen, la pequeña de la familia no quita ojo de la puerta. Tiene ganas de volver a la calle.

Un collage de lentejas elaborado por Mateo Maldonado para LA RAZÓN
Un collage de lentejas elaborado por Mateo Maldonado para LA RAZÓNLa Razón

En casa de Juan Diego, en Almería, Sara, de 8 años, también está ansiosa de abandonar el confinamiento y su padre lo ve con buenos ojos: «Nos parece bastante necesario, aunque sea poco tiempo y por el barrio . Es fundamental para muchos de ellos, la nuestra nos pedía por favor bajar a tirar la basura el otro día. Llevan más de un mes sin salir, y sin tener una conciencia real de lo que está pasando», relata.

Además, su hija está sufriendo cambios de humor repentinos: «Se pone a llorar a veces sin saber por qué. Pensamos que tiene que ver con estar en casa tanto tiempo. No creo que dejarles salir tenga consecuencias negativas, más aun si es solo para dar un paseo», concluye. Beatriz, madre de Mateo es del mismo parecer: «Es muy necesario, aunque sea de manera controlada y con tiempos muy marcados. Es sano para ellos y para los padres», añade.

En cambio, los cinco hijos de Juan Ramón y Sonia no están muy convencidos de poner un pie en el asfalto. Los mayores confiesan que «tienen un poco de miedo y de incertidumbre porque la información que nos llega es bastante confusa», mientras que los más peques no dudan en confirmar sus ganas de abrir la puerta. «Creen que podían ir al parque, aunque ya han entendido que no se puede», transmiten los progenitores.

Situaciones traumáticas

Ellos están preocupados «porque hemos escuchado a médicos, no alarmando, sino diciendo que hay que tener mucho cuidado y decidir bien las normas para ese «desconfinamiento». Porque si los niños se contagian, sabiendo que suelen ser asintomáticos, son un foco de contagio para las personas adultas que conviven con ellos. En ese sentido, veremos y decidiremos si es oportuno hacerlo poco a poco o de otra manera. Porque hasta ahora, bajo nuestro punto de vista, la gestión de la información ha sido confusa», aseguran.

Ante el argumento de la mayoría de los padres que alertan sobre las posibles consecuencias que este confinamiento puede tener en la psicología de los menores, LA RAZÓN se ha puesto en contacto con varios expertos para conocer de primera mano su razonamiento y, de igual modo, saber interpretar cómo vivirían los más pequeños la vuelta a la realidad.

Silvia González, del gabinete «En equilibrio mental» de Madrid reconoce que «los niños tienen una capacidad de adaptación mayor que la de los adultos. Es probable que haya reacciones de miedo o ansiedad al interpretar que salir a la calle puede ser algo peligroso, pero esto se soluciona transmitiendo seguridad». Para ella, los que peor lo pasarán serán los adolescentes, «ya que notarán de manera más intensa esa falta de sus amigos, estar solos en la calle puede ser más aburrido». Una opinión que comparte su colega Inés Santos, quien apunta que un paseo, «aunque sea corto, sí que mejora el estado de ánimo. Será importante que ese ratito se convierta en algo divertido y estimulante para ellos».

Los padres jugarán un papel esencial en esta nueva coyuntura pues «deben manejar bien las expectativas de los más pequeños, para decirles que no podrán jugar con otros niños», apunta Santos. En las familias en las que se ha conseguido una buena convivencia, buenas rutinas de juego y estudio, esto quedará como una anécdota más, pero en las que por otras circunstancias ha habido más tensiones o pérdidas de algún familiar « puede haber problemas como un duelo complejo, ansiedad o algún recuerdo traumático»; añade.

La psicóloga Elena Huguet ahonda en que la apertura al mundo supondrá una mejora en la calidad de vida «pero en algunos casos aparecerán reacciones adaptativas de miedo». «La salida controlada puede romper los esquemas de los niños, porque serán formas de jugar diferente. Los niños son muy resilientes, pero el hecho de que se adapten a cualquier situación no quiere decir que estén sufriendo», analiza.

Y es que también hay algunos menores a los que la medida de Sánchez no les ha entusiasmado. Es el caso de Irian, de 12 años, que reside en un pueblo vallisoletano. «Él es muy casero y si no le van a dejar ir con sus amigos, pues prefiere estar en casa», nos cuenta Paqui, su madre. «Si se pudiera aplazar un poco más de tiempo, yo creo que todos estaríamos más seguros. Oye que si necesitamos tomar el aire, pues abrimos la ventana. Creo que es por el bien de toda la sociedad. Este Gobierno ha tomado medidas con las que dejan muchas incógnitas abiertas», indica.

Así que Irian, ante la duda, abre un cuaderno y se pone a pintar. De salir, lo hará cuando pueda hacerlo con sus amigos, porque para ir con sus padres, ya les ve en casa.