Fernando Simón
Escalamos, doctor Simón, de plataforma a plataforma
Después de lo que costó aprender en esta enfermedad el papel de los asintomáticos, no le eche broncas a la Comunidad y realice en toda España sus muestras analíticas masivas
Le ha caído a usted, un aparente médico tranquilo que tuvo la suerte de ejercer la Medicina en pueblos de Aragón, verdadero caudal de sabiduría popular que viene a convertir en un orfebre de la ciencia de Paracelso, a quien tuviera la suerte de haber salido de las aulas, con un bagaje razonable de conocimientos y vocación de servir a los demás. Un compañero de usted que esto escribe, con el respeto que me merece, tuvo la suerte de vivir la medicina en esa maravillosa tierra de gente noble en su Aragón, en Paracuellos de Jiloca, allá por los años de la epidemia del cólera de los últimos años de la Dictadura. Allí, aprendimos los médicos de una generación que las noticias políticas, «diarrea estival», nada tienen que ver con la realidad de meter veinte litros de agua salina con potasio, ¡¿cómo les cabría?!, para que los ancianos roncos por la sequedad de sus cuerdas vocales.
Usted seguro, que en sus años de médico rural y, después, nada menos que en África, debería haber conseguido esa sensibilidad de confabularse con el enfermo y su familia, desdeñando las noticias oficiales de manejo político que tanto daño hacen a nuestra profesión.
Pues, he aquí, que no es su caso, para triste realidad de los españoles y sobre todo, Dr. Simón, para los enfermos a millares y a sus familiares. Hace pocos meses, ¿se acuerda?, al principio de todo esta terrible enfermedad, usted vendía «políticamente» tranquilidad a la población, porque no había peligro. Y es que usted esperaba un enfermo cero muy «malito», como si de un Ébola se tratase, y no se percató de que la población se había cargado de «infiltrados», asintomáticos, contagiosos. Dr. Simón, que ya es un axioma en este virus y que la explosión iba a ser «en pistoletazo», para asimilarnos a los mecánicos y hacernos comprender con facilidad.
Ahora, consolidada su posición y su ascenso en la escala funcionarial, en vez de dejar a los españoles que rehagan un póco su vida, nos mantiene la tensión comunicándonos de día en día adonde esta la epidemia, describiendo los campamentos por su altura, subiendo a esos «ochomiles», sobrecogidos a diario porqué usted cualquier día nos viene a meter en casa, porque no hemos sido buenos chicos. Es más, viene a provocar a otros estamentos, como ya hiciera al principio de la epidemia, con las mismas ocurrencias insolventes que demostrara entonces.
El hallazgo de los «asintomáticos» en Madrid, tiene sus particularidades. Unas, muy comunes con el resto de poblaciones. Siguiendo a los «sabuesos» de Sherlock Holmes su autor, el Dr. Conan Doyle, pensaría dónde y con quien ha estado previamente el protagonista. Y hacer los PCR a sus contactos.
Pero, en las grandes ciudades, y Madrid es una de ellas, Dr. Simón, en la que usted se mueve con su moto y su respetuosa individualidad, el asintomático, se mueve en muchos lugares entre desconocidos que le son próximos, por un rato, en sus viajes en trenes, en metro y en autobús, y obviamente en otros espacios comunes. No lo digo para alarmar, sino para que usted concrete medidas de buscar el índice de «potenciales contagiadores» que a diario se mueven y se encuentran en Madrid. Y que en un rinconcito de los grandes intercambiadores de la ciudad, se establezcan a diario una toma de las mismas muestras, al azar, de personas que accedan y salgan a las grandes poblaciones del cinturón. Genere un índice de hallazgos positivos, y siga la pista al revés, en ascenso, en búsqueda de las fuentes de los asintomáticos.
Después de lo que costó aprender en esta enfermedad el papel de los asintomáticos, no le eche usted broncas a la Comunidad, y realice en toda España, pero más en Madrid, sus muestras analíticas masivas no para cerrar las poblaciones, sino para no hacerlo nunca más.
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