Enfermedades

Alain Cocq, el enfermo que quiere morir a través de Facebook

Este hombre francés sufre una enfermedad degenerativa que le provoca fuertes dolores. La ley Leonetti no ampara su sedación

Alain Cocq, a sus 57 años y con una enfermedad degenerativa, está dispuesto a dejarse morir e en su casa de Dijon y retrasmitirlo en Facebook
Alain Cocq, a sus 57 años y con una enfermedad degenerativa, está dispuesto a dejarse morir e en su casa de Dijon y retrasmitirlo en FacebookGONZALO FUENTESREUTERS

Alain Cocq ha decidido dejarse morir a partir de este sábado. Después de sufrir durante 34 años de una grave enfermedad degenerativa, ha escogido una polémica forma de hacerlo: detener toda alimentación, hidratación y tratamiento… y mostrar al mundo sus últimos días a través de un vídeo LIVE en Facebook.

Su elección no es capricho ni moda de influencer. Es la vía que eligió para exponer la crudeza de ser un paciente incurable, que ha pedido la eutanasia hasta al mismo presidente de Francia pero que, habiendo recibido un no como respuesta, está obligado a cumplir la ley y esperar una muerte natural.

Facebook también dijo no. Ante la advertencia de Cocq de transmitir su muerte en directo, la red social decidió suspender sus transmisiones hasta el 8 de septiembre. El argumento de Facebook se basa en su propia regla de bloquear cualquier contenido que pueda promover el suicidio o la automutilación. El equilibrio es delicado para la red social, que cuenta con 1.800 millones de usuarios y es a veces acusada de no poner los medios suficientes para evitar la difusión de contenidos violentos o chocantes. Estas normas se han reforzado con el tiempo, tras una serie de casos que generaron escándalo, como el fallecimiento en 2017 en Reino Unido de Molly Russell, una adolescente de 14 años que se suicidó tras haber visionado contenidos relativos a la automutilación y al suicidio en Instagram, filial de Facebook.

Ante esta política Cocq respondió: «Esto no es un suicidio. Yo soy católico. En la situación en la que me encuentro, la ley me permite interrumpir mi tratamiento. La muerte vendrá en los próximos tres, cinco... tal vez siete días». El paciente incluso ha lanzado un desafío: «Facebook me ha bloqueado la transmisión de vídeos. Ahora les toca reaccionar a ustedes». Esto, publicando la dirección de la sede de Facebook en Francia y aupando a manifestar un descontento colectivo sobre «sus métodos de discriminación injusta y obstrucción a la libertad de expresión». Cocq también pide a sus seguidores y amigos que llamen a congresistas y al mismo presidente de la República, para protestar contra lo que considera una violación de los derechos fundamentales por parte de Facebook.

Alain Cocq lo ha dicho en repetidas ocasiones en los últimos dos años: más que la muerte, lo que desea es el fin de los dolores insoportables que sufre a diario. Habla de un «infierno que le quema la cabeza», siente frecuentes «descargas eléctricas» en el cuerpo, mientras es alimentado a través de una sonda gástrica, conectado a cables y monitores en su cama médicamente adaptada. Ha vivido 9 operaciones en cuatro años y ha sido reanimado 10 veces. Cocq pide poner fin a su sufrimiento y obtener una muerte digna a través de la aplicación de la Ley Claeys-Léonetti que prevé la posibilidad de una «sedación profunda y continua que provoca una alteración de la conciencia mantenida hasta la muerte».

Ley Leonetti

Sin embargo, esta opción ha sido negada en el caso de Alain Cocq. ¿Por qué? El capítulo 3 de la Ley Léonetti contiene una línea que frena su aprobación: sólo los pacientes «cuyo pronóstico vital esté comprometido a corto plazo» pueden recibir la sedación en cuestión. Es decir, la ley se reserva únicamente para aquellos que estén por morirse en cuestión de horas o de días.El mismo Cocq reconoce la ironía de su caso: «Estoy en fase terminal desde hace 34 años». Y efectivamente, en términos estrictamente científicos y a pesar de su condición grave, no hay pruebas de que su muerte se vaya a producir en los próximos días.

El pasado 20 de julio, Cocq quiso jugar una última carta: enviar una petición directamente al presidente francés, Emmanuel Macron, para que pudiera hacerse una excepción a la regla y permitirle al paciente una muerte digna. El mandatario respondió de vuelta con una elegante negativa firmada de su puño y letra: «Debido a que no estoy por encima de la ley, no puedo cumplir con su solicitud. Con mi apoyo personal y mi profundo respeto, Emmanuel Macron».

Otra opción que fue considerada por el entorno de Cocq en algún momento fue trasladarlo a Suiza, donde el suicidio asistido es legal, sin embargo, ni él ni su familia poseen los recursos que se requieren para transportar a un paciente en su condición.

Para Alain Cocq no hay vuelta atrás. Ya ha iniciado su proceso hacia la muerte de manera voluntaria y, sin duda, buscará la forma de transmitirlo en directo. Si no es Facebook, será cualquier otra plataforma. En las declaraciones que ha ofrecido a la prensa desde su cama en Dijon, se muestra más bien aliviado: «Empieza el camino de la liberación y, créanme, estoy feliz», dijo Cocq.

Un caso que enciende el recuerdo de Lambert

El intenso debate sobre la eutanasia y la muerte digna tiene todavía un nombre muy presente en la colectividad francesa: Vincent Lambert, fallecido el 11 de julio de 2019, nueve días después de ser desconectado de las máquinas médicas que lo mantenían con vida, obedeciendo una orden judicial. Su caso fue emblemático por dividir no sólo a la sociedad francesa sino principalmente a su propia familia. Por un lado, sus padres defendieron hasta el último día el derecho de su hijo a vivir, en contraposición a su esposa.