Sanidad
Francisco Sans, CEO de Mascarillas Béjar: “La protección de lo propio debe ser una prioridad nacional”
Mascarillas Béjar defiende y encabeza la producción española de mascarillas
Mascarillas Béjar es una empresa española que se dedica a la producción de material sanitario. Con la llegada de la pandemia de la COVID-19, dieron lo mejor de sí mismos para proteger a la población de España. Ahora, presentan una nueva mascarilla y reivindican su importante papel.
-El próximo 4 de agosto presentarán una nueva mascarilla, 100% biodegradable y transparente. ¿Qué más características y qué ventajas tiene?
-El 4 va a ser una convulsión, el inicio de una evolución vital. Durante todo este tiempo hemos querido llegar hasta esta solución que, por fin, ha visto la luz: proteger ante la amenaza que todavía sigue entre nosotros, la COVID-19, sin perjudicar a la naturaleza. Lograr mascarillascompostables cien por cien, biodegradables y que se reintegren en el ciclo natural ha sido y es una necesidad que el planeta tiene. Así que el día 4 os presentaremos todo lo que será el futuro sostenible en protección frente al virus.
-¿Eso demuestra la importancia que su empresa da al I+D? Porque también han diseñado otros productos innovadores…
-Desde los inicios, Mascarillas Bejar se ha caracterizado por ser una empresa que apuesta por la investigación. Primero creó las NAN300, unas mascarillas con un filtro nanotecnológico que aportaba una filtración casi del 100%, lo que ya supuso una revolución por su poder filtrante y la opción de su personalización, tanto para empresas como para todo tipo de colectivos. Después nació OLIV, la mascarilla transparente, ecológica y compostable. Es la única mascarilla transparente con todos los certificados a nivel europeo y que se fabrica también íntegramente en España. OLIV tiene unos filtros reemplazables con certificación Quirúrgicas IIR y, además, está hecha en PET, un material reciclable, compostable y muy limpio. Además, favorece el reconocimiento facial, tan importante al realizar gestiones bancarias, identificaciones ante los cuerpos de la ley, etc. También elimina esa inseguridad y falta de identificación de la persona que tienes frente a ti.
-Pese a la inversión y el esfuerzo de los últimos meses, las ventas de mascarillas empiezan a disminuir, llegando incluso a un descenso del 80%. ¿A qué cree que se debe este hecho?
-Creo que hemos confundido a la población al tratar de explicar que se podían relajar las medidas de protección en exteriores, cosa factible en este momento de la vacunación, olvidando explicar claramente que solo se puede quitar su uso cuando se tenga la distancia de seguridad o bien el espacio exterior ventilado, abierto y con poca influencia de aerosoles. No hemos hecho hincapié en que, en calles saturadas, en relaciones sociales no convivientes o en momentos de encuentro con muchas personas debemos seguir trabajando la protección como siempre. El brote nuevo, como todo lo acontecido en esta pandemia, ha vuelto a recordarnos que no estamos todavía libres del virus. Que falta, no demasiado, pero falta un poco, y debemos estar seguros todavía.
-También hemos visto cómo muchas fábricas que se dedicaban a la producción de mascarillas han desaparecido en menos de un año. ¿Por qué?
-Dos causas son complementarias en este fenómeno. Por una parte, la enorme caída en días de la demanda, y por otra, la competencia en precios dumping de nuevo, pero a la baja, de las empresas importadoras y las fábricas asiáticas. A ello hay que sumar que empresas que acudieron a la llamada de las instituciones, como nosotros, para colaborar en la pandemia y hacer frente a la inexistencia de este producto, han visto su esfuerzo muy poco recompensado y con poco apoyo oficial. Las mismas instituciones han seguido comprando mascarillas, al igual que otro material textil sanitario, a importadores que fabricaban en China entre otros países. Hay que añadir que la ley actual vigente que regula los contratos públicos y los concursos no favorece en absolutamente nada la producción española frente a lo importado, y solo va a precio. Por tanto, fuera del Estado de Alarma no se pueden otorgar contratos de emergencia directos, lo que obliga a todos los fabricantes españoles a competir de facto con empresas chinas cuyos sueldos obviamente no son los españoles ni europeos, ni sus costes de ningún tipo ni sus impuestos. Esto es una atrocidad francamente que habría que corregir ya.
-Después de la importante labor que han desarrollado en la lucha contra la pandemia, ¿se sienten desprotegidos u olvidados por parte de las autoridades?
-Por desgracias sí, y me duele decirlo porque somos firmes defensores de nuestra industria y de la necesidad estratégica de recuperar la industrialización, sobre todo en productos clave de nuestra economía y de la estabilidad de la sociedad, como es la sanidad y lo que precisa. Realmente fuimos los primeros en responder a la llamada de auxilio de las instituciones frente a la pandemia y a la prácticamente inexistencia de este tipo de productos. Hoy, más de 100 puestos de trabajo estables (directos e indirectos), creados en poco más de 6 meses, y cientos de proveedores y clientes, dependen de que nos sigan dando la mano para que no tengamos que abandonar este precioso proyecto o bien hacerlo con otra visión menos española. Esto último nos daría muchísima pena, pero no vamos a abandonar el sueño de seguir siendo la marca por excelencia de las mascarillas en nuestro continente. Y desde luego no vamos a tirar la toalla, aunque nos cueste tomar decisiones más serias y poco deseadas y deseables.
-El mercado asiático ha sido uno de los más beneficiados en los contratos públicos de mascarillas quirúrgicas. Con precios tan bajos como los suyos, ¿cómo se puede competir con ellos?
-Este es un gravísimo problema: hoy por hoy no se puede competir con ellos. Sus controles en el proceso de fabricación y sus exigencias de calidad son mucho menores que las que nos exigen a los fabricantes españoles. En un proceso en el que el indicador más importante es el precio, pocas empresas españolas pueden optar a estos contratos públicos. Hace tiempo que venimos demandando que la calidad, certificados y la fabricación en España sean aspectos para tener en cuenta a la hora de poder optar a un contrato de estas características. La protección de lo propio debe ser una prioridad nacional.
-Todos ustedes provienen de la producción textil, pero con la llegada de la COVID-19, escucharon las necesidades de la población y empezaron a producir mascarillas. ¿Cómo recuerda esa reconversión?
-Ahora desde la distancia, la recuerdo con cariño, pero con mucho esfuerzo y con la sensación de que han pasado años y años, por la intensidad. Fueron retos dificilísimos que superamos con mucha eficacia y no sin problemas de todo tipo. Imagínese que cuando compramos las primeras máquinas lo hicimos por internet, con la dificultad sobrevenida de la paralización mundial del transporte de mercancías. El “sudoku” del montaje fue brutal. Pero tuvimos un buen equipo, un valor incalculable, con todo cerrado, al montar las primeras y poner en marcha Mascarillas Béjar. Nos hicieron preguntas y nos pusieron en duda, lógico. Nadie podía pensar que tan rápido y con tanta capacidad estábamos respondiendo al reto más grande de nuestra reciente historia en Europa, España y en todo el mundo. Pero así fue, lo logramos, lo hicimos, y estamos muy orgullosos
-¿Cómo fue trabajar durante la primera ola de la pandemia?
-La primera ola de la pandemia fue muy dura. El desconocimiento de lo que estaba pasando, sumado a la incertidumbre del qué pasara mañana… Vivíamos en un estado de cambio constante y cuando todo el mundo debía de estar encerrado en casa, con ERTES o cierres de empresas, nosotros tuvimos que estar trabajando con 3 turnos completos. Esto suponía no cerrar ni por la noche la fábrica, además de festivos y fines de semana. Los trabajadores estuvieron en todo momento a la altura de las circunstancias, saliendo de ese encierro forzoso en casa para poder venir a la fábrica de Béjar a trabajar a diario. Fueron unos meses muy intensos, que siguen siendo hoy igual de apasionantes. Ahora con nuestra revolución compostable y la OLIV transparente, volvemos a empezar y estamos muy agradecidos a nuestra plantilla, a los talentos que componen el equipo. Creemos firmemente que hemos venido para quedarnos y no volver a dejar España sin respuesta ante otra situación que pueda venir parecida nunca más.
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