Benemérita

“El mejor servicio de la Guardia Civil es en el que vas a ayudar”

El capitán Roberto Durán y su equipo del Servicio Marítimo vigilan estos días de forma exhaustiva la costa de La Palma ante el volcán

El capitán Roberto Durán
El capitán Roberto DuránLa RazónLa Razón

Miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, entre los que destacan la Unidad Militar de Emergencias (UME) y la Guardia Civil, se encargan de coordinar los servicios de seguridad y emergencia ciudadana del plan activado durante la erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma. Entre algunas de sus funciones más destacadas se encuentran la evacuación de personas, el control de las zonas de exclusión, el corte de carreteras y la vigilancia de zonas ya evacuadas. Pero esta labor no se realiza solo en tierra firme. Para garantizar la seguridad de la población frente al volcán es decisiva la vigilancia desde el mar que, en el caso de la Benemérita, recae en el Servicio Marítimo (Semar), que cuenta con el apoyo de los Grupos de Especialistas de Operaciones Subacuáticas (GEAS). El Semar fue creado en 1991 mediante un Real Decreto, que extendió las competencias que hasta entonces venía realizando la Guardia Civil del ámbito terrestre al marino.

Las primeras embarcaciones prestaron servicio en los Juegos Olímpicos de Barcelona y en la Exposición Universal de Sevilla. En su día a día, se encargan de prevenir delitos, evitar y preservar el contrabando, conservar la naturaleza y el medio ambiente, controlar la inmigración irregular y proteger el patrimonio histórico.

El capitán de la Guardia Civil Roberto Durán es uno de los responsables de vigilar de forma exhaustiva la costa de la isla de La Palma en estos días, aunque tanto él como su equipo no dudan en acudir allí «donde haga falta», también en tierra firme, por ejemplo en Puerto Nao permitieron el paso a los vecinos para recoger sus enseres. Su labor se desarrolla en la zona de exclusión marítima, que abarca desde Punta del Pozo (Puerto Nao, Los Llanos) hasta Playa de las Viñas (Tazacorte) y dos millas mar adentro.

El 19 de septiembre, antes de que el volcán entrase en erupción, viajan ya en prevención hacia la isla de La Palma en su embarcación desde Santa Cruz de Tenerife, donde tienen su base. «Veníamos el domingo a las 12:30, a las 15:00 entró en erupción. Nos pusimos frente a la costa. Dejamos el barco en el puerto y fuimos a apoyar a los compañeros en tierra. Desde el día 19 nuestra misión ha sido evitar la entrada de personas o realizar evacuaciones por mar, que han sido en casos puntuales».

En ese momento debían estar pendientes de que si el volcán entrase en erupción y cortase la salida por carretera habría que recurrir a «evacuar por mar». También estaban vigilantes por si era necesaria una embarcación de mayor calado para trasladar a personas.

En los últimos días han apoyado la labor de los organismos y expertos del Instituto Volcanológico de Canarias (Involca) y la Universidad de Las Palmas, que desde su embarcación toman muestras de agua y miden la temperatura.

El capitán Durán es un agente experimentado «llevo 30 años en la Guardia Civil, me he criado en Lanzarote. Mi padre era militar», y no es la primera vez que se enfrenta a un volcán, ya que estuvo en la erupción submarina de 2011 en El Hierro (la población de la Restinga tuvo que ser evacuada en varias ocasiones), «pero no fue parecida» a la de ahora de La Palma, señala Durán.

«El volcán no tocó nada, aquí la recuperación será más lenta y dolorosa», se lamenta. Al ser preguntado sobre si en algún momento pensó que algo así podría suceder, no duda en contestar: «Me crié en una isla volcánica. Todos los canarios sabemos que los volcanes viven. En la erupción del Teneguía se produjo un muerto. Es muy bonito verlo, pero causa mucho sufrimiento». Por eso muestra su solidaridad con los vecinos: «Empatizamos con los compañeros palmeros, con la población, intentamos ayudar. El mejor servicio de la Guardia Civil es en el que vas a ayudar. Salvar una vida es lo mejor». En este momento confía en que «el volcán cese de una vez, que cause más o menos daños y empezar a reconstruir».

El capitán Roberto Durán destaca el apoyo que han encontrado entre los ciudadanos de La Palma: «Hemos recibido mucha colaboración de parte de los palmeros». Después de los días que han pasado y las circunstancias vividas «somos como una familia con ellos, todo el día nos están ayudando. Hace unos días se nos rompió un motor de la embarcación y todos a una como en Fuenteovejuna a tratar de arreglarlo. La gente se vuelca», dice con admiración. Cuenta que después de terminar un servicio, con el cansancio acumulado, el dueño de un bar «lo abrió apara darnos de comer. «La gente te ayuda, nos sentimos en deuda, y nos empuja a hacer más cosas», sostiene.

También observa que entre la población en el momento actual «creo que hay resignación ya». Incluso uno de sus compañeros, un guardia civil que perdió su vivienda y plantaciones de plátanos, afirma que «yo lo que quiero es que acabe ya», cuenta el capitán. No obstante, se sigue manteniendo la incertidumbre por las nuevas coladas que puedan aparecer, tanto al norte como al sur de la actual.

El capitán Durán refleja la impotencia a la que se enfrentan él y sus compañeros en su día a día ante una fuerza de la naturaleza como un volcán como el de La Pala: «Un incendio forestal tardas más o menos pero se puede controlar, pero esto no lo controla nadie», concluye.