Entrevista

«La fortaleza y madurez es básica para ser maestro de hospital»

Miguel Pérez, maestro en el Hospital Niño Jesús de Madrid, confiesa que la sonrisa de los niños es lo que le «engancha» a su profesión

Miguel Pérez, director de la escuela del Hospital Niño Jesús
Miguel Pérez, director de la escuela del Hospital Niño JesúsEnrique CidonchaLa Razón

Para cualquier maestro, enseñar es un desafío constante que requiere una entrega infinita. Tiene que ser capaz de adecuar los objetivos, contenidos y estándares de aprendizaje a las circunstancias de cada alumno y al devenir de los tiempos, tener capacidad de escucha y comprensión y, a la vez, comunicar entusiasmo y hacer atractivas las tareas escolares.

Si a esta ecuación le sumas que su trabajo se desempeña en un hospital pediátrico, el reto exige altas dosis de madurez mental y fortaleza para saber enfrentarse a la enfermedad y las dificultades que se derivan de ella. Miguel Pérez describe su experiencia como maestro de Educación Especial en el Aula Hospitalaria CPEE Hospital del Niño Jesús de Madrid en su libro A clase en pijama (Plataforma Editorial).

¿Qué funciones tienes como maestro de hospital?

La principal función que tengo consiste en evitar que mis alumnos pacientes (así se les llama desde el ámbito de la Pedagogía Hospitalaria) adquieran un desfase curricular como consecuencia de encontrarse en una situación de convalecencia por una enfermedad. Tengo que asegurar la continuidad de su desarrollo educativo durante el ingreso en el hospital, estando en coordinación continua con su tutor y seguir la programación de su grupo de clase.

De forma que, al regreso a su vida cotidiana, pueda volver a su aula en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros de clase. Pero además, debo servir de puente o conexión con el mundo exterior, más allá de las cuatro paredes de la habitación de un hospital, permitiendo que siga en contacto con sus compañeros y proporcionándole las mismas oportunidades de aprendizaje (actividades complementarias) a través de iniciativas que en una situación al uso le permitirían acudir. En este caso, si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma y seremos nosotros quienes traeremos esas experiencias al hospital.

"Nuestra función ahí está en conquistarlo a través del conocimiento de la naturaleza propia de la infancia"
"Nuestra función ahí está en conquistarlo a través del conocimiento de la naturaleza propia de la infancia"Enrique CidonchaLa Razón

¿Cómo reciben sus alumnos estas clases durante su estancia hospitalaria?

En la gran mayoría de los casos, los alumnos las reciben con mucha alegría y entusiasmo. Para estos niños, descubrir que en el hospital hay otras personas con bata blanca pero que son profesores, algo que está vinculado directamente con su realidad diaria, supone un alivio y una manera de romper con todo lo que implica la enfermedad. Tengamos en cuenta todo lo que implica encontrarse hospitalizado (pruebas médicas, tratamientos, el ir y venir de personal sanitario) además de lo largas que se hacen las horas y los días en un hospital.

Para un niño, para quien lo natural es estar en clase todos los días, jugar con los amigos y amigas, esto es aún más tedioso. No obstante, en algunas ocasiones, te encuentras con algún niño que se niega o piensa que, como está “malito”, tampoco va al colegio. Nuestra función ahí está en “conquistarlo” a través del conocimiento de la naturaleza propia de la infancia. Cuando entra en contacto con otros niños y participa en dinámicas más lúdicas con personas que comparten su situación, están deseando repetir al día siguiente.

¿Qué habilidades diría que son necesarias para ser profesor de hospital?

En primer lugar, debes ser un profesional con una amplia y adecuada formación acorde a las necesidades de la diversidad de alumnado con el que te vas a encontrar. Nosotros atendemos a alumnos de colegios de toda índole: públicos, concertados, privados, bilingües en diversos idiomas, Centros de Educación Especial.

Tienes que ser capaz de adecuar los objetivos, contenidos y estándares de aprendizaje a las circunstancias de esta diversidad de alumnado; y manejar criterios flexibles en el desarrollo de las programaciones, ya que cada centro de origen del niño va a aportar la suya propia. También hay que ser comunicador de expectativas positivas, capaz de transmitir confianza en las capacidades de tus alumnos; comunicar entusiasmo por las tareas escolares y hacerlas atractivas desde una pedagogía dinámica y lúdica que atraiga a los niños. Hay que ser receptivo y tener capacidad de escucha y comprensión.

Presentar fortaleza ante la enfermedad y las dificultades que se derivan de ella. Ser una persona capaz de trabajar en equipo y lo que para mí es fundamental tener siempre una actitud positiva y una sonrisa en la cara.

¿Cuál dirías que ha sido el principal obstáculo que has tenido que sortear en toda tu trayectoria?

Cuando eres profesor de Pedagogía Terapéutica, el principal obstáculo al que te enfrentas es la enfermedad. Algo que no es en principio “natural” en personas de tan corta edad y que cuesta asumir. Las consecuencias que implica en su desarrollo y la búsqueda de diferentes métodos y estrategias para hacer llegar los aprendizajes, al menos, más funcionales para los niños con capacidades diferentes o necesidades educativas.

En el caso de aquellos que se encuentran hospitalizados, hay que añadir la circunstancia de que, en algunos casos, y afortunadamente, cada vez son menos, se pueda producir una pérdida y el llegar a asumir la muerte como parte del proceso de la vida es algo que realmente es difícil de interiorizar, por ello la necesidad de presentar una fortaleza y madurez mental para poder dedicarte a esta profesión en mi opinión es algo básico. Cada vez que ocurre esta situación, siendo realista, tengo que decir que es algo a lo que nunca te acostumbras, por más experiencia y años que lleves en esto, pero que debes ser capaz de superar, ya que, igual que has dado lo mejor de ti para ese alumno, hay otros que necesitan lo mismo de ti y debes ser capaz de dárselo en la misma medida y con el mismo entusiasmo. Es lo justo.

¿Qué ha aprendido de todos estos años como profesor de hospital?

Aunque pueda sonar manido o estereotipado, he aprendido a disfrutar de los pequeños momentos: de una risa, de una palabra de cariño, de un simple gesto, mirada… a veces esos pequeños detalles son tan grandes, y es una pena que en esta sociedad no nos paremos a pensar en lo necesarios que son. Gestos que en principio parecen tan nimios o que simplemente consideras que forman parte de tu trabajo y que para ellos significan tanto. Este hecho es realmente el que más me aporta tanto a nivel personal como profesional y que me mantiene tan enganchado a ser maestro de hospital.

¿Qué enseñanzas/método podría trasladarse de estas “salas” a las aulas de un colegio normal?

Desde luego el tratamiento de cada alumno de forma individual. El respeto y adaptación a sus tiempos, capacidades y necesidades. No hay dos personas iguales y por tanto no sirven los mismos métodos ni estrategias para todas las personas. Cada uno accedemos al aprendizaje de manera distinta, y obviamente, esto es complicado de llevar a cabo cuando tienes una tutoría con mucho alumnado. A lo mejor, y esto, desde luego, es una opinión personal, el kit de la cuestión pasaría por revisar las necesidades en cuestión de recursos más personales que materiales para mejorar la calidad e idoneidad de la enseñanza de esta forma tan individualizada.