Guerra

Las enfermedades infecciosas acechan a los refugiados

La población ucraniana arrastra una alta tasa de comorbilidades asociadas a su forma de vida. La Covid-19, la polio y el sarampión preocupan a los especialistas

Enfermedades de riesgo para los refugiados ucranianos
Enfermedades de riesgo para los refugiados ucranianosTeresa Gallardo

Acoger a las víctimas de esta crisis humanitaria desencadenada por la ofensiva militar rusa y brindarles el máximo apoyo posible se ha convertido en una prioridad para muchos países de Europa. Sin embargo, el desplazamiento de un número tan elevado de población en un espacio tan corto de tiempo requiere de medidas de control sanitario excepcionales. El objetivo es prevenir que la proliferación de enfermedades infecciosas como la gripe estacional, el sarampión, la tuberculosis, el VIH o, incluso, la rabia, pongan en riesgo la salud de la población más susceptible a enfermar: los propios refugiados.

En el escenario actual, la transmisión y diseminación de infecciones inmunoprevenibles en la población de acogida es muy improbable por las elevadas tasas de vacunación de la población. Este riesgo es especialmente bajo en España, un país que cuenta con una alta tasa de cumplimiento del calendario vacunal. Sin embargo, las personas migrantes no inmunizadas son muy vulnerables. En ello influye la falta de acceso de atención sanitaria o las malas condiciones de vida durante el proceso de migración.

Enfermedades de riesgo para los refugiados ucranianos
Enfermedades de riesgo para los refugiados ucranianosTeresa Gallardo

Pero existen dos condicionantes propios de la población ucraniana con los cuáles se crea “el caldo de cultivo perfecto” para que se produzca un aumento considerable de problemas relacionados con el contagio de virus y bacterias, y que las enfermedades desencadenadas por estos cursen con mayor gravedad.

El primer aspecto epidemiológico tiene que ver con la especial fragilidad de la salud de la población ucraniana en general. La población tiene una carga relativamente alta de comorbilidades, un factor de riesgo de morbilidad y mortalidad ante la infección por Covid-19 y otros virus. “Antes del actual conflicto bélico, el 46% de la población estaba formada por hombres que vivían una media de 10 años menos que las mujeres. Esta baja esperanza de vida es resultado de un importante consumo de alcohol, tabaco, inactividad física, obesidad, altos consumos de sal en la dieta y bajo consumo de frutas y verduras. Todos estos factores de riesgo cardiovascular ya eran los responsables del 91% de las muertes en Ucrania”, indica Francisco José Roig, neumólogo en el Hospital 12 de Octubre de Madrid.

El segundo aspecto tiene que ver con que Ucrania es uno de los países de Europa que presenta mayor tasa de rechazo vacunal. La tasa de vacunación se sitúa en el 34% entre los ucranianos mayores de 60 años. Las enfermedades que más preocupan a los especialistas son la Covid-19, el sarampión y la poliomielitis.

Ucrania ha dejado de notificar casos de Covid-19 desde el inicio de la guerra, pero se sabe que la variante Ómicron produjo un pico de 36.000 casos diarios en febrero de 2022. Teniendo en cuenta las tendencias de la enfermedad en las semanas anteriores al desencadenamiento de la ofensiva militar, los especialistas estiman que la incidencia entre las poblaciones de refugiados puede ser de, aproximadamente, 300-500 casos por cada 100.000 habitantes. “En la primera semana de marzo se registraron más de 800.000 casos de Covid-19 entre los países limítrofes a Ucrania. Es el caso de Bielorrusia, Hungría, Moldavia, Polonia, Rumania, Rusia y Eslovaquia. Por lo tanto, el riesgo de un rebrote de Covid permanece muy latente”, asegura el doctor Roig.

Este riesgo es especialmente preocupante debido a que la tasa de vacunación frente a este virus en Ucrania también ha sido baja: solo un 34.5% de la población tenía la pauta completa en febrero de 2022. Así, ante las condiciones de hacinamiento, la falta de ventilación en los refugios y la interrupción de la adecuada cadena de suministro de vacunas, los especialistas prevén un repunte de casos por toda Europa en las próximas semanas. “Varios países se están relajando en la realización de las pruebas”, lamenta Roig. Y continúa: “La capacidad adicional dentro de las unidades de cuidados intensivos puede ser una preocupación. Por ejemplo, Cluj-Napoca en Rumania, que está a menos de 200 km de la frontera con Ucrania, tiene la mayor cantidad de casos de Covid-19 en UCI y la ocupación global en Rumanía es de más del 50% de camas de UCI por Covid-19″.

En lo que respecta a la poliomielitis, la preocupación se centra en la población infantil, especialmente, entre los menores de 6 años. “La vulnerabilidad de los niños es considerable dada las bajas tasas de vacunación que tiene Ucrania. Esta cobertura está entre un 60-99% según las áreas geográficas del país. A raíz de la agresión de Rusia, la campaña de vacunación frente a la polio, que se reinició en febrero de 2022 debido a un brote en 2021, se ha paralizado”, manifiesta el neumólogo.

El sarampión es otra de las patologías que más está centrando la atención. En Ucrania, la cobertura vacunal frente a esta patología estaba en un 82% en 2020. “Este porcentaje es insuficiente para prevenir brotes. La aglomeración en refugios y centros de acogida podría facilitar una propagación de sarampión, sobre todo porque el éxodo coincide con la estacionalidad de esta enfermedad característica de la primavera”, explica.

Otras enfermedades que podrían exponer la salud de esta población por la baja cobertura vacunal son el tétanos, la difteria y la tos ferina. La rabia también entra en la lista de enfermedades que preocupan a los expertos. “En Ucrania, la rabia es endémica y está extendida tanto en animales como en hombres. En los últimos 25 años, se han notificado 63 casos de rabia en humanos fundamentalmente por perros y gatos. Se sabe que la Unión Europea ha facilitado el paso de animales que acompañan a los refugiados”, subraya el doctor Roig.

La infección por VIH también es un problema de salud pública en Ucrania. “Tiene una prevalencia del 1% en la población general. Hay registrados 3400 casos de VIH entre niñas menores de 14 años. En 2019, 250.000 personas vivían con el VIH. Desde que en 2014 comenzó el conflicto bélico con Rusia, se piensa que han aumentado los riesgos de brotes de VIH en todo el país debido, en gran a medida, a que las personas desplazadas que viven con el VIH se mudan de las regiones afectadas por la guerra”, comenta el experto.

La tuberculosis, concretamente la multirresistente, y la gripe estacional completan el cuadro de patologías que suponen un riesgo para los refugiados. Con respecto a esta última, los datos desvelan que, en la temporada 2021-2022, solo 164.939 personas (2,5% de la población) recibieron la vacuna.

Ante esta situación, los especialistas recomiendan a los países evitar la retirada de mascarillas e intensificar tanto los controles sanitarios como las campañas de información sobre el riesgo de contraer estas enfermedades. Pero insisten en que el mejor aliado para la protección de los refugiados y de la población en general es organizar programas de detección temprana de enfermedades y reforzar la vacunación en la población refugiada. Los expertos proponen la realización de cribados para evitar grandes brotes.

La Asociación Española de Pediatría ya ha publicado una guía de recomendaciones de vacunación para los ucranianos y subraya la importancia de “una intervención rápida y básica, sin perjuicio de otros enfoques e iniciativas de mayor alcance, detalle e importancia”. En este país la tasa es del 35% y los niños de cinco a 11 años aún no habían empezado a ser vacunados.

Vacunados al llegar

“Se debe integrar en el Sistema Nacional de Salud a todos los refugiados para: realizarles pruebas antigénicas Covid y administrarles la vacuna en las primeras 24 horas de su llegada a España, administrarles las vacunas recomendadas en nuestro calendario, prestarles atención psicológica, realizar el seguimiento de la salud de las mujeres gestantes y niños,descartar tuberculosis a través de radiografía, realizar la prueba de VIH en todos los casos diagnosticados de tuberculosis y ofrecer dicha prueba a todos los refugiados que lo deseen y descartar posibles casos de sarna o piojos tanto en refugiados como en personas en contacto directo con refugiados que se han mantenido de forma prolongada en condiciones de hacinamiento”, propone Roig.