Nutrición
En qué consiste la dieta nórdica y cuáles son sus beneficios para la salud
Este patrón alimentario propio del norte de Europa se ha vinculado a mejorías en los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Ahora, un nuevo estudio afirma que la dieta nórdica consigue unos hábitos alimentarios saludables en bebés y niños pequeños
Todos hemos oído hablar de la dieta mediterránea como un referente de alimentación saludable, pero también existen otros modelos que pueden resultar muy beneficioso para nuestra salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la dieta nórdica como igualmente sana y capaz de disminuir las posibilidades de sufrir enfermedades.Pero, ¿en qué consiste?
Se trata de un patrón de alimentación desarrollado en los países nórdicos para la prevención de enfermedades cardiovasculares que se basa en el uso de alimentos de producción propia en el entorno.
Los ingredientes de la dieta nórdica están fácilmente disponibles en el mercado. Se basa en una mayor ingesta de frutas, bayas, verduras, hierbas, setas, tubérculos y legumbres de producción regional y estacional, así como de cereales integrales, grasas y aceites vegetales, pescado y huevos, y una menor ingesta de dulces, postres y productos lácteos y cárnicos.
Las frutas típicas de los nórdicosson el arándano rojo, la baya de espino cerval, el arándano rojo, la frambuesa y el arándano azul, así como las verduras ricas en fibra, como el nabo, la remolacha, el colinabo, el apio de raíz, la zanahoria, la chirivía, la col, el brócoli y la col rizada.
¿Es recomendable para niños?
Un nuevo estudio presentado este miércoles en la 54ª Reunión Anual de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN). afirma que iniciar a los bebés y niños pequeños con esta dieta de estilo nórdico más baja en proteínas y más centrada en los alimentos de origen vegetal podría ser la clave para conseguir unos hábitos alimentarios más saludables.
La novedosa investigación, dirigida por científicos de la Universidad de Umeå (Suecia), el Centro de Epidemiología del Consejo del Condado de Estocolmo y la Universidad de California (Estados Unidos), “podría allanar el camino para ampliar el espectro de sabores en los bebés y proporcionar una estrategia eficaz para inculcar hábitos alimentarios más saludables en los primeros años de vida”.
Así pues, los investigadores realizaron un seguimiento de dos grupos de bebés desde los 4 a los 6 meses hasta los 18 meses. En el ensayo participaron 250 bebés y el 82% completó el trabajo. El primer grupo siguió una dieta convencional, mientras que el otro grupo llevó a cabo una dieta nórdica.
El estudio descubrió importantes diferencias en los hábitos alimentarios de los niños. Los que seguían la nueva dieta nórdica, consumieron entre un 42 y un 45% más de frutas y verduras a los 12-18 meses de edad, en comparación con los que se alimentaban con la dieta convencional recomendada actualmente por la Agencia Sueca de Alimentación.
En el grupo de la dieta convencional el consumo de fruta se mantuvo constante, pero redujo su consumo de verduras en un 36% entre los 12 y los 18 meses. Por su parte, los bebés alimentados con la dieta nórdica tenían una ingesta media de proteínas entre un 17 y un 29% menor que los alimentados con la dieta convencional a los 12-18 meses de edad. Aun así, esto seguía estando dentro de los niveles de ingesta de proteínas recomendados y el recuento general de calorías entre los dos grupos era el mismo. En el grupo de la dieta nórdica, que consumió menos proteínas, estas fueron sustituidas por más hidratos de carbono procedentes de las verduras, y no de los cereales, junto con algo de grasa adicional procedente del aceite de colza.
La investigadora principal del estudio, Ulrica Johansson, doctora en medicina pediátrica y dietista titulada de la Universidad de Umeå (Suecia), comentó que tras la reducción de la ingesta de proteínas “no detectaron ningún efecto negativo sobre la duración de la lactancia, el estado del hierro o el crecimiento”. Johansson afirma que “una dieta nórdica reducida en proteínas sería segura, factible y contribuiría a una alimentación sostenible y saludable durante la lactancia y la primera infancia”.
Por su parte, el presidente del Comité de Nutrición de la ESPGHAN, el profesor Jiri Bronsky, resaltó que los autores de estudio han demostrado un efecto significativo de la dieta en los 12 y 18 meses de edad de los niños. “El grupo de la dieta nórdica consumió más frutas y verduras y menos proteínas que el grupo de control -subraya-. La dieta nórdica fue bien tolerada y no afectó negativamente al crecimiento del niño ni a la duración de la lactancia. Es importante destacar que esta investigación demuestra que esta dieta es segura, factible y expone a los niños a una variedad de sabores que puede influir en las preferencias alimentarias a largo plazo”, concluyo.
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