Lactancia personalizada
Leche materna «gourmet» en el Gregorio Marañón
Más de mil bebés se han beneficiado de las donaciones en la Unidad de Nutrición Personalizada (UNP), que cumple cuatro años
Carolina no sabe de quién era la leche que recibió el pequeño Jeremy en sus primeros días de vida. Llegó al mundo el pasado 18 de julio, con apenas 27 semanas de gestación y 950 gramos. Desde entonces está ingresado en la Unidad de Neonatología del Hospital Gregorio Marañón, donde su madre lo visita todas las mañanas. Ahora pesa 1.670 y en menos de un mes podría recibir el alta.
El caso de este prematuro que se benefició del banco de leche de la Unidad de Nutrición Personalizada (UNP) es paradigmático. Carolina se convirtió en donante después de haber sido receptora. Gracias al acompañamiento que le ofrecieron en el hospital, y a pesar de la «montaña rusa emocional» del postparto, esta joven de 26 años cambió sus hábitos alimenticios y de descanso y ahora es una superdonante. «Al principio fue duro. La lactancia era muy frustrante, pero a los pocos días y gracias al método canguro empecé a producir muchísima más leche de la que tomaba mi hijo, así que decidí entregarla».
El éxito de la UNP, que ahora cumple cuatro años y 1.016 niños beneficiados hasta jullio, se basa en que está integrada en el Servicio de Neonatología y permite el contacto directo con las madres donantes. Es capaz de ofrecer a cada prematuro o bebé con necesidades especiales el alimento correspondiente a su edad gestacional, ya sea calostro, leche de transición o madura. Cada lote corresponde a una lactante concreta y tratan de mezclar la menor cantidad de lotes posibles para un receptor único. Además, se explica a las madres que su leche estará siempre disponible para su hijo en caso de que la necesite por cualquier circunstancia. Según explica la doctora Noelia González Pacheco, «uno de los temores principales a la hora de donar es que, en algún momento, dejen de producir leche y se queden sin ella. Por eso les explicamos que la tienen siempre accesible y les enseñamos la unidad para que vean bien cómo funciona todo».
Esta médico adjunta entiende el proceso como una «cadena de favores» en la que primero son ayudadas, luego se convierten en ayudadoras y así sucesivamente. Mientras hablamos, entra en la UNP una mujer con una bolsa llena de envases con su leche. Aunque su bebé recibió el alta hace unos días y ya están todos en casa, sigue contribuyendo a este banco comunitario. «Es algo que suele ocurrir. Incluso, se han dado casos de mujeres que han perdido a sus bebés y que siguen viniendo porque, según nos dicen, les ayuda a superar su propio duelo. Aprovechan el cambio fisiológico que de todas formas experimentan para ayudar a otros bebés malitos», apunta la enfermera Henar Muñoz.
Esta veterana dice con una sonrisa que la leche que ofrecen en la unidad «no puede ser más gourmet, es súper especializada. Por eso es tan exitoso». Este método mejorado de las clásicas nodrizas que amamantaban a bebés ajenos va a ser replicado en dos nuevos hospitales en Castilla-La Mancha. Solo dos países, Lituania y Canadá, tienen establecidas unidades parecidas.
¿Cómo se hace el «match» entre la fuente y el beneficiado? La doctora González Pacheco explica que primero se estudia muy bien el perfil de la lactante para ver si es adecuada. «Antes que nada, vemos si hay contraindicaciones como el consumo de alcohol, tabaco, drogas o exceso de cafeína. También se analiza cómo es la dieta, si ha tenido infecciones o enfermedades previas, transfusiones etc. Si su historia clínica las hace aptas, firman un consentimiento».
Los tres criterios fundamentales para establecer quién recibe el alimento son las semanas del niño, el momento de la extracción (calostro, transición o madura) y la composición de la leche. Las necesidades de un lactante con pérdida de peso, por ejemplo, requerirá que tenga más calorías y proteínas. En cambio, a otro que se recupere de una cirugía cardíaca le hará falta una leche desgrasada, un procedimiento que también realizan aquí.
Igual de importante que la selección es la conservación, pasteurización y clasificación de las leches. Los refrigeradores disponen de un sistema de alarma de temperatura conectado con el sistema central del hospital. El objetivo es que no se pierda, ni se caduque, una gota. La leche fresca aguanta tres meses, un periodo que se duplica tras la pasteurización. El proceso concluye con una carta a las donantes en la que se les agradece su colaboración y se les especifica la cantidad aportada y a cuántos bebés han ayudado.
Este equipo asegura que ha observado diferencias entre la calidad de la leche según sea la nacionalidad. «No sabemos qué comen las mujeres navarras, por ejemplo, que tienen una cantidad y calidad alucinante. También llaman la atención las europeas del este, sobre todo las rumanas. Y las rusas». Entre las madres de prematuros menores de 32 semanas (se consideran viables a partir de las 23/24) ingresados en esta Unidad de Cuidados Intensivos del Marañón (UCI) han logrado convencer a cerca del 50%. Una curiosidad: las mujeres musulmanas les piden asegurarse de que su leche solo irá a parar a recién nacidos del mismo sexo. El Islam prohíbe el matrimonio entre lo que llaman «hermanos de leche» y, dado que la homosexualidad está vetada, así descartan la remota posibilidad de que dos niños amamantados con el mismo lote contraigan matrimonio en el futuro.
Claudio se prepara para recibir el alta dos días después de la realización de este reportaje. En realidad, es su madre, Sara, la que siente el «vértigo» de la vuelta a casa. Su hijo, que ya supera los dos kilos, se ha criado con esta leche a la medida porque, a pesar de intentarlo de todas las maneras posibles, la suya no ha sido suficiente. «Cuando dejaba aquí a Claudio, me ponía fotos y vídeos suyos para ver si me subía y nada. Así que se ha alimentado del banco hasta hace una semana. Da un poco de impresión dejar el hospital porque aquí llevamos más de un mes rodeados de profesionales, recibiendo consejos de todo tipo». Sara y Claudio recibirán un seguimiento muy de cerca del hospital para asegurar que el aterrizaje sea lo más leve posible.
La doctora Sylvia Caballero asegura que ahora «la gente está muy informada de los beneficios de la leche materna, son todo ventajas. Hemos evidenciado un descenso significativo de la incidencia de enterocolitis necrotizante, muy grave y propia de la prematuridad». En este momento, hay once ingresados en esta UCI y 21 más en la de Intermedios. Un total de 32 bebés para las 50 camas disponibles.
Lo cierto es que en los últimos tiempos ha descendido el número de prematuros al ritmo de la bajada de la natalidad. Pero no solo se explica por el invierno demográfico. También se explica por la crisis económica que arrastramos desde la llegada del Covid-19, que ha hecho bajar el número de tratamientos de fertilidad in vitro, y por la irrupción del teletrabajo, que ha supuesto más embarazos llegados a término al disminuir el estrés.
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