Déficit de materias primas
La falta de suministros golpea ya a los hospitales
El déficit de materias primas dificulta la llegada de recambios para el instrumental médico y la tecnología que se usan en diagnósticos y cirugía
El sector de la Sanidad en España vive momentos de incertidumbre y temor debido a la evolución de la crisis de suministros que se viene experimentando a nivel mundial. Una de las últimas sacudidas de esta recesión fue en junio y se materializó con un déficit de jeringuillas que, entre otras consecuencias, ralentizó los esfuerzos de vacunación contra la Covid-19. Sin embargo, este no será el último estrago de la crisis.
Expertos en Sanidad aseguran que la situación amenaza con recrudecerse durante el próximo trimestre del año, comprometiendo la viabilidad de algunas compañías y generando nuevos desabastecimientos o limitaciones significativas en la disponibilidad de instrumental médico y de los componentes electrónicos necesarios para poder fabricar, distribuir o reparar dispositivos y equipos sanitarios tanto de centros de salud como de hospitales.
De hecho, en algunos de ellos ya son recurrentes los retrasos sufridos en la reparación de sus equipos médicos, entorpeciendo el correcto funcionamiento de la actividad asistencial y, en algunos casos, amenazando la práctica de intervenciones quirúrgicas.
«La actual situación económica está marcada por la reducción de la disponibilidad de materias primas y componentes electrónicos, y por el incremento impredecible y sin precedentes de los costes de las materias primas, la energía y la cadena logística de transporte, así como por los retrasos en la llegada de dichas materias primas y componentes», informan desde la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin).
Esta patronal, que representa a más de 500 empresas fabricantes, distribuidoras e importadoras, lamenta que la falta de disponibilidad de materias primas y componentes electrónicos, y el impacto del incremento de los costes en la actividad del sector están impidiendo cumplir con los plazos de entrega de los productos, lo que provoca la falta de viabilidad de muchos contratos. En consecuencia, Fenin reivindica a las administraciones públicas un «plan de choque» que priorice el correcto funcionamiento de sectores de servicios esenciales como el sanitario y permita «la flexibilización de los precios de los contratos públicos con el fin de adecuarlos a los incrementos de costes de producción que se están produciendo en un entorno macroeconómico sin precedentes y a las potenciales reducciones de costes que se puedan producir, manteniendo el equilibrio económico-financiero de los contratos».
Carácter plurianual
Sin embargo, según fuentes de las empresas de tecnología sanitaria consultadas por LA RAZÓN, la razón de fondo es otra. «Algunos contratos tienen carácter plurianual y cuando se firmaron los precios eran absolutamente diferentes a los de ahora. En esos contratos, las administraciones públicas se garantizaban que los precios fueran fijos, desvinculados del IPC o del coste de otros recursos como la energía o el barril de crudo, por lo que, ahora, con la inflación disparada, el sector privado no puede actualizar los costes y asume la presión durante el tiempo que duren los contratos. Al no rentar el suministro de las piezas porque lo estarían haciendo a coste cero o con muy poco beneficio, muchas compañías incumplen estos contratos. Y las sanciones por incumplimiento nunca llegan a imponerse», aseguran. Además, revelan que la crisis de suministros también está propiciando el intercambio de materiales entre las propias compañías del sector.
Los tentáculos de esta crisis global de suministros y sus consecuencias aparejadas no afectarán de lleno al sector farmacéutico. Así lo aseguran desde las dos principales organizaciones del sector: la patronal del medicamento innovador, Farmaindustria, y la patronal del medicamento genérico, Aeseg. «Tras la experiencia vivida durante los meses álgidos de la pandemia, las empresas aumentaron sus stocks de seguridad para conseguir minimizar el impacto de las demoras de materiales –es el caso del papel, materia prima necesaria tanto para imprimir el prospecto como el cartonaje; el aluminio, mineral con el que se fabrican los blísteres; o el plástico que permite fabricar los envases– que pudieran producirse a la hora de comercializar sus productos», explican a este periódico fuentes de ambas patronales.
Sin embargo, manifiestan un riesgo de asfixia eminente debido a los costes sobrevenidos de la fabricación de los medicamentos, especialmente de las materias primas y de la energía. De hecho, dos de los medicamentos más utilizados en España, el amlodipino (para controlar la hipertensión) y la simvastartina (para el colesterol) se encuentran al límite del umbral de rentabilidad.
Precios fijos
«Las compañías de genéricos están sufriendo mucha presión: absorben el aumento de los costes de la energía o del petróleo mientras siguen operando bajo los mismos precios, los cuales son fijos y regulados a nivel ministerial. Y la mayoría de ellos está por debajo de 1,6 euros», subraya Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda, director general de la Asociación Española de Medicamentos Genéricos (Aeseg). Y añade: «Un estudio realizado por nuestra patronal en marzo de 2022 que, por fecha no tiene en consideración las consecuencias de la guerra de Ucrania ni las últimas subidas del IPC, apunta que el armonizado del impacto en los costes de fabricación para nuestros asociados respecto al periodo 2020-2021 es de +10%: el gas se ha incrementado un 150%; la luz, un 112%; el agua ha sufrido un aumento de un 93%; el transporte, un 8%; y las materias primas, un 7%».
A las compañías fabricantes de medicamentos de marca también les afecta la subida de los precios de la energía. Según su patronal, Farmaindustria, esta inflación ha causado un incremento de gastos de aproximadamente 500 millones de euros a las empresas asociadas, las cuales también se ven en la necesidad de mantener los precios de sus productos debido a que el medicamento es un producto intervenido; y, en otras ocasiones, deben igualar el precio de sus productos al del genérico si quieren seguir bajo financiación pública, por lo que los márgenes de beneficio son también muy estrechos.
El estudio sobre la implantación industrial del sector farmacéutico en España, publicado por Farmaindustria, revela que uno de los principales desafíos para la industria lo constituye el fuerte incremento de costes debido a la crisis energética. También señala como un desafío la alta dependencia del exterior en el abastecimiento de las materias primas necesarias para producir esos fármacos.
Este gran estrés debido a la guerra en Ucrania, las interrupciones relacionadas con la Covid-19, los cuellos de botella logísticos y la inflación con el que operan las compañías farmacéuticas continuarán in crescendo. La propia Comisión Europea ya ha avisado de más problemas energéticos a corto plazo tanto de precios como de posibles racionamientos. Ante esta situación Medicines for Europe, patronal que representa a la industria farmacéutica de medicamentos genéricos, biosimilares y con valor añadido en toda Europa, ha instado encarecidamente a los diferentes gobiernos europeos a mantener el suministro de energía a las plantas de producción de fármacos.
«Muchos de los medicamentos requieren calefacción y refrigeración altamente especializados para su producción y entrega a hospitales y clínicas. Esto demanda un suministro continuo de energía, ya sea gas o electricidad. La fabricación de medicamentos no puede simplemente suspenderse durante unos días y volver a reanudarse. Incluso un cierre temporal de la producción exigiría un gran esfuerzo y mucho tiempo para que nuestra industria restableciera la producción debido a los desafíos técnicos relacionados con el control de temperatura, la higiene y el control de impurezas y el cumplimiento de los requisitos de buenas prácticas de fabricación», recuerda la patronal.
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