Castro Urdiales

Las búsquedas en Google que sentencian el «crimen de la cabeza»

La acusada de decapitar a su marido en Castro Urdiales dice que ella solo entregó unos juguetes sexuales

Las búsquedas que Carmen Merino hizo en Google tras la desaparición de su marido en Castro Urdiales son ahora uno de los indicios que más le pesan a su defensa. «Cuánto tarda un cuerpo en descomponerse», «Si mi marido desaparece sigo cobrando la pensión», aparecía en su historial de búsquedas. También se puso un vídeo en YouTube para aprender a desatascar una sierra eléctrica, un aparato que había comprado ella misma el 16 de febrero de 2019, precisamente dos días antes de la desaparición «oficial» (o simulada por ella) de Jesús María Baranda, un ex directivo de banca ya jubilado al que le había quedado al pensión máxima. Jesús Mari, como todos le llamaban, tenía por costumbre quedar una vez por semana con su cuadrilla a comer y echar la partida pero aquel día dijo en el grupo de WhatsApp que no podía. Los investigadores creen que ya era su pareja, Carmen, quien suplantó su identidad. Por aquellos días, según las mismas fuentes, habría comprado grandes cantidades de whisky para afrontar la complicada empresa que tenía por delante: descuartizar el cuerpo de su marido, para después deshacerse de él en bolsas de basura que fueron a parar a un vertedero. La cabeza, el gran misterio de este crimen, no solo no se deshizo de ella sino que guardó la estructura ósea (sin partes blandas para evitar la putrefacción y el olor) en una caja que acabó pidiendo a una amiga que guardara en su casa cuando ya tuvo que hacer oficial que Jesús Mari había decidido no volver y la Policía podía entrar a registrar su casa.

Ayer, en su declaración judicial en la Audiencia Provincial de Cantabria, negó, sin embargo, que la caja que ella entregó contuviera un cráneo sino juguetes sexuales.

En su declaración, que se prolongó hora y media y solo respondió a las preguntas de su abogado, Carmen situó la marcha de su compañero sentimental el 21 de febrero de 2019, una fecha que «no se me olvidará nunca», y que supone aproximadamente una semana después del día en que se ha considerado que se produjo la muerte (la denuncia se puso en primavera y el cráneo apareció en septiembre).

Merino, insistió ayer en que Jesús Mari se fue de viaje con unos conocidos, a hacer senderismo al monte, extremo que sabían también un amigo y el hermano. «Hizo la maleta el día anterior y se fue», recogió Europa Press. Después, no tuvo «noticias» de él hasta que le volvió a ver «el 10 de marzo» cuando, según su versión, regresó a la vivienda con «mal aspecto» y «muy nervioso». Dijo que se llevó el dinero que quedaba en casa – «12.000 euros que estaban en el trastero»– y volvió a marcharse con sus amigos, que le estaban «esperando», aseguró ayer Carmen, y lamentó: «Por más que lloré, fue la única explicación que tuve».

Merino trató de sembrar la duda sobre un hermano del finado que también tenía llaves de su casa y sobre la vecina a la que dio la caja. afirmando que la mujer le «tiraba los tejos» a Baranda, al que «ponía en una situación muy incómoda», ya que «quería mantener alguna relación» con él, extremo que ha dicho desconocer si llegó a producirse.

Merino se enfrenta a 25 años de cárcel por asesinato que pide el ministerio público y a prisión permanente revisable que reclaman los familiares del fallecido.