Encuesta

“Generación de Cristal”: tres de cada cuatro jóvenes dicen que los adultos los acusan de vagos en los estudios, el trabajo y en la vida

El 62% opina que las generaciones anteriores tuvieron más facilidades para progresar socialmente que los jóvenes de ahora

Algunos han señalado que han sido objeto de discriminación
Algunos han señalado que han sido objeto de discriminaciónNahia PeciñaAgencia EFE

El 74% de los jóvenes afirma que los adultos los acusan de falta de esfuerzo en los estudios, en el trabajo o en la vida en general. Así se desprende de la encuesta ‘Generación de Cristal. Más allá de la etiqueta’, de la Fundación SM, que recoge la visión de personas de 14 y 29 años de España y varios países de Iberoamérica, como Chile, México y Brasil, sobre temas de actualidad.

La mitad de los jóvenes encuestados piensa que ‘Generación de Cristal’ es un término adecuado para explicar su postura crítica ante las injusticias del mundo y aplicable al conjunto de la sociedad. Sin embargo, dos de cada tres lo interpretan desde una perspectiva más negativa, como una crítica hacia ellos, según el estudio.

Este concepto fue acuñado por Montserrat Nebrera como una metáfora para describir la fragilidad emocional de los adolescentes y jóvenes de hoy. Frente a esta postura, otros interpretan la aparente fragilidad de esta generación como una fortaleza, por su sensibilidad hacia los problemas sociales y aquellos relacionados con la salud mental y emocional. Los atributos unidos a este término, que más los identifican a sí mismos y a su generación, son el reconocimiento de la importancia de la salud mental, la sensibilidad hacia los problemas sociales, la baja autoestima y la defensa de la diversidad.

El 62% de los jóvenes opina que las generaciones anteriores tuvieron más facilidades para progresar socialmente que los jóvenes de ahora, percepción que se incrementa a partir de los 21 años. Sin embargo, casi en la misma proporción afirman que la mayoría de los jóvenes tendrían que esforzarse más.

El concepto de meritocracia sigue estando vigente entre la juventud española. Así, el 64% de los jóvenes opina que esforzarse (en los estudios o el trabajo) es una garantía para lograr tus objetivos en la vida. Los jóvenes de 18 a 20 años son los que menos confían en que esforzarse es una garantía para el éxito. Sin embargo, también son los que en mayor grado opinan que los jóvenes deberían esforzarse más.

En el actual contexto, el 65% de los y las jóvenes en España afirma haber aprendido a vivir con la incertidumbre de no saber a qué se va a dedicar en el futuro y la mitad sentirse frustrado por no llevar la vida que quiere, un sentimiento que está más presente entre los mayores de 21 años.

El temor a no cumplir las expectativas de su familia o amigos representa un 56%. Este sentimiento se eleva hasta el 61% en el caso de los jóvenes de clase media baja/baja respecto a la clase media (49%), que parece sentirse menos preocupada por defraudar a su entorno más cercano.

El 56% de los jóvenes reconoce que sus padres han sido demasiado protectores con ellos, especialmente en el caso de las chicas (62% frente al 50% de los chicos). Los jóvenes de clase alta/media alta son los que, en menor medida, se han sentido sobreprotegidos por su familia y los que, en mayor grado, consideran que sus padres han contribuido al desarrollo de una autoestima fuerte.

Por contraste, el 59% afirma que sus padres han contribuido a que desarrollen una autoestima fuerte, resultado que entra en contradicción con su autoidentificación (personal y generacional) con la “baja autoestima o inseguridad en relación con las capacidades personales”.

El 75% de los jóvenes opina que las crisis económicas, sanitarias y sociales dificultan más las posibilidades de elección de los jóvenes que de las de generaciones más adultas, sentimiento que está especialmente presente entre los mayores de 21 años.

Asimismo, tres de cada cuatro jóvenes dicen que vivimos en sociedades en las que todo el mundo espera que le digan qué hacer y cómo hacerlo y la mitad evita tomar decisiones por miedo a equivocarse.