Día Internacional
«Ser voluntario cambia tus prioridades en la vida»
Acompañamos a Antonio y María en el Hospital Laguna donde apoyan a pacientes en cuidados paliativos. España suma ya 3,3 millones de voluntarios
Cuando la madre de María falleció en el Hospital de Cuidados Laguna de Madrid, ella lo tuvo claro: desde ese momento iba a convertirse en una de las voluntarias que trabajaban en este centro de acompañamiento para pacientes en cuidados paliativos. Durante la enfermedad de Carolina, su hija vio cómo estos suponían una ayuda indispensable para los residentes. «El cariño, la amabilidad, la compañía es algo fundamental para personas que saben cuál va a ser su final y sentía que, después de haber recibido tanto apoyo por su parte, ahora era yo la que tenía que ayudar a otros», explica a LA RAZÓN.
Hoy se celebra el Día Internacional del Voluntariado como homenaje y reconocimientos a todas las personas que se dedican a los demás de manera altruista, sin esperar nada a cambio. En España ya son 3,3 millones de personas mayores de 14 años las que realizan labores de voluntariado. De hecho, en 2021 han aumentado casi dos puntos y suponen el 8,2% de la población.
María Prada es una de ellas. Esta joven madrileña de 25 años acompaña a los pacientes que se encuentran en cuidados paliativos en el Hospital Laguna a través del Programa de Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Fundación «la Caixa». «Desde las diez de la mañana estoy allí para ir a la habitación a la que me indiquen los coordinadores, es muy necesario estar al lado de las personas en el final de su vida. Agradecen la conversación, sentirse acompañados. Cuando no pueden acudir los familiares, allí estamos los voluntarios», subraya.
Además, recuerda con especial cariño el comentario que recibió hace poco unas semanas por parte de una de las pacientes: «Se trata de una mujer que lleva tiempo con nosotros. Tanto ella como su esposo se alegran y emocionan cuando nos ven entrar. El otro día me comentaba que al llegar a este punto de su vida ya no quería escuchar más diagnósticos, sino distraerse y llenar de vida los días que le queden».
Para ella, «el voluntariado es compromiso. Reconozco que a todos, en cierto modo, nos cuesta comprometernos. Incluso a mucha gente le puede echar para atrás el ver sufrir a las personas, pero hay que darse cuenta que dar es recibir y lo que se recibe cuando trabajas de voluntario es muy bonito, te cambia las prioridades de tu vida».
Según las conclusiones de «La Acción Voluntaria en 2022», publicado por el Observatorio del Voluntariado con el apoyo del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, en España, destaca la feminización del voluntariado: el 56% son mujeres. Además, se ha observado un repunte entre los voluntarios mayores de 65 años, que han pasado de suponer el 4,1% al 6,6% del total en comparación con el año anterior.
El valor de un abrazo
En el Hospital de Cuidados Laguna de Madrid nos encontramos con uno de estos voluntarios «senior». Antonio Vidal, un farmacéutico jubilado de 79 años, acude todos los días acude allí para pasar un rato con los pacientes: «El ser voluntario te da una sensibilidad diferente, yo no soy el mismo ahora que cuando entre en Laguna. Te cambia la vida, valoras cosas que antes pasabas por alto y aprendes a restar lo molesto, lo que no te hace feliz», relata.
Antonio descubrió «este mundo» cuando se jubiló. Él quería seguir activo y, como farmacéutico, ayudo a este hospital a poner en marcha la farmacia: «No podía quedarme quieto sentado en el sofá, así que me puse manos a la obra. Después, me quedé como voluntario porque me parecía un proyecto digno de admiración. Para atender bien a los pacientes, desde «laCaixa» nos dan formación y cursos para mejorar nuestros conocimientos», asevera.
El estar en contacto con la muerte también le ha hecho enfrentarse a ella de un modo diferente: «Hoy en día parece que no se quiere hablar de este tema, se ve como algo oscuro. En Laguna aprendes que la muerte forma parte de la vida y que algún día nos tocará a todos, es bueno aceptarla como un hecho real de la vida», apunta el farmacéutico.
En los 15 años que lleva como voluntario en este centro, ha vivido situaciones que nunca olvidará: «Teníamos ingresada a una mujer a la que le quedaba poco tiempo de vida y no quería morir sin ver a la hija a la que, por problemas de la vida, había perdido. Yo mismo contacté con su padre (porque la hija era todavía menor de edad) y conseguimos que vinieran hasta aquí. Se abrazaron, estuvieron horas hablando. La semana siguiente falleció. Dijo que no tenía miedo a la muerte, pero sí a morir sin abrazar a su hija».
El proyecto de este hospital ha sido incluso reconocido por el Papa Benedicto XVI y Antonio presume orgulloso de poder formar parte de él: «Nuestra labor llega donde los sanitarios no alcanzan, jugamos un papel esencial y yo seguiré haciéndolo hasta que pueda», sentencia.
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