Santoral
¿Cuál es la historia del Día de los Inocentes y por qué se celebra con “inocentadas”?
Los orígenes de esta efeméride son mucho más oscuros y crueles de lo que uno podría intuir por cómo la celebramos
El Día de los Santos Inocentes es una de las tradiciones más populares y divertidas de la Navidad de los países de herencia hispánica. Se celebra a un lado y al otro del charco, e -incluso- en Filipinas (aunque allí se conmemora con un espíritu menos secular y más espiritual). Es típico que cada 28 de diciembre en nuestro país se gasten esas bromas -más o menos pesadas- a las que la gente se refiere como “inocentadas”.
Ahora bien, los orígenes de esta efeméride son mucho más oscuros de lo que uno podría intuir por cómo la celebramos a día de hoy. En realidad, lo que estamos conmemorando es un episodio bíblico muy oscuro y cruel:
La sádica historia de los Santos Inocentes
En el Evangelio de San Mateo se describe como unos hombres sabios (más conocidos como los Reyes Magos) llegaron a Jerusalén desde Oriente, guiados por una estrella y por el propósito de encontrarse con el “rey de reyes” que acababa de nacer. Aquellos Se presentaron ante Herodes I el Grande que, al conocer el objetivo de su viaje, les pidió que, una vez encontrasen al niño, volvieran y le informasen de su paradero.
Cómo es lógico, el tiempo pasó y aquellos hombres sabios nunca volvieron a Palacio para informar sobre el paradero del niño. Sabían que si se lo contaban al rey, este -temeroso de perder su poder- mandaría matarlo de inmediato. Sin embargo, Herodes decidió acabar con el problema de una vez por todas. Así que envió un pequeño ejército a Belén con las orden de asesinar a cualquier niño de menos de 2 años.
“Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen” (Evangelio de Mateo 2, 16-18)
El santoral católico fijó el recuerdo de la matanza de los niños inocentes el 28 de diciembre. Aunque -según se explica en el Evangelio- la matanza fue posterior de la visita de los Reyes Magos. Y aunque esta fecha tampoco queda clara en las escrituras, el propio calendario eclesiástico lo sitúa a comienzos de enero.
¿Por qué las inocentadas?
Evidentemente, hay una absoluta desconexión conceptual entre el espíritu de la celebración contemporánea de los Santos Inocentes y su origen bíblico, que es -literalmente- el de una matanza de recién nacidos. La pieza que falta y que conecta una cosa y la otra sucedió en la Edad Media; cuando la celebración se fusionó con un rito pagano conocido como “fiesta de los locos” y que era celebrado en los días comprendidos entre Navidad y Año Nuevo.
Este festival -de origen Francés- se celebraba con música, disfraces, comida y todo tipo de comportamientos que hubiesen sido condenados en otras fechas. El Día de los Santos Inocentes recogió este testigo, pero le concedió un tono más propio de juvenil, para convertirlo en un día en el que gastar bromas.
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