Testigo directo

«Cambió mi vida y por eso vengo a Roma»

El goteo de peregrinos de nuestro país es constante en la capilla ardiente

Jesús Gómez Valtierra asiste a ceremonia Benedicto XVI en Roma
Jesús Gómez Valtierra asiste a ceremonia Benedicto XVI en RomaLa RazónLa Razón

Lo tenía claro en cuanto tuvo noticia del fallecimiento de Benedicto XVI. «Sabía que tenía que venir a Roma. Para mí, este Papa ha sido clave en el devenir de mi vida. No podía no estar». Con esta naturalidad se expresa Jesús Gómez Valtierra, un joven de la localidad madrileña de Getafe. Él es uno de los miles de peregrinos que están velando el cuerpo de Benedicto XVI situado justo delante del monumental baldaquino, obra del italiano Gian Lorenzo Bernini, en la zona central de la basílica de San Pedro. De hecho, al enterarse del deceso compró los primeros billetes de vuelo que encontró asequibles a su bolsillo para plantarse en el Vaticano, sin saber tan siquiera cuando se celebraría el velatorio y el funeral.

«Me imaginaba que habría capilla ardiente y que se podría visitar». De hecho, en los dos primeros días de despedida esperó hasta en tres ocasiones la cola para acceder al templo. Una vez dentro, además de pasar delante del cuerpo sin vida de Ratzinger, también participó en una de las muchas eucaristías que se están celebrando por él en el altar de la confesión.

«Le he sentido muy cerca», expresa a pesar de la distancia física entre los fieles y el cuerpo sin vida que se encuentra flanqueado por dos guardias suizos y rodeado por unas vallas de protección. «Más allá de ser el mejor teólogo que hemos tenido y que tenemos, yo también le veo como un auténtico padre para la Iglesia y lo he sentido como tal». De hecho, Jesús tuvo la oportunidad de participar en la Jornada Mundial de la Juventud que acogió Madrid en agosto de 2011, que tenía una sorpresa para él. «Tuve el regalo de poder recibir la comunión de sus manos y jamás lo olvidaré». Es más, sostiene que «aquella mirada que me dirigió en ese instante, me cambió la vida».

Hasta ahora no han sido muchos los peregrinos desplazados a Roma, más allá de quienes se encontraban de vacaciones de Navidad. Hoy se espera que llegue la mayoría con la vista puesta en las exequias.