Menores

El entrenador de fútbol que llevaba 30 años abusando de niñas en Huelva: “Me pareces patética si no te dejas curar”

Francisco Manuel, de 62 años, ingresó en prisión el pasado día 13. Una veintena de víctimas ya ha denunciado agresión sexual pero la Policía augura un aluvión de denuncias

Todas querían ir al torneo interpueblos que se celebraba cada año en Matalascañas. Les hacía sentir pieza imprescindible en el equipo, con el suficiente nivel como para competir y, de paso, como a cualquier adolescente, la experiencia de un fin de semana fuera de casa con las amigas de fútbol sonaba emocionante. Pero no todas podían pagarse la noche de hotel fuera de casa y ahí es donde entraba en acción el entrenador: alguien que llevaba 30 años en el Club de Fútbol Femenino «Amigos 80» de Huelva y de técnico deportivo en el campus del Carmen de la Universidad de Huelva.

Francisco Manuel López Azañeiro, en prisión provisional desde el pasado día 13 por agresión sexual a (de momento) cerca de una veintena de alumnas, utilizaba esa baza del dinero para crear, una vez más, una situación propicia para poder abusar sexualmente de alguna adolescente. La que no pudiera pagar el hotel de Matalascañas que no se preocupara: podía dormir en su habitación sin necesidad de pagar nada.

Hace dos años, una de ellas accedió y, cuando llegó al cuarto vio que el entrenador había juntado las dos camas individuales que antes separaba una mesita de noche. Ella se hizo la loca, dejó su bolsa de viaje en la cama pero luego por la noche no regresó y se quedó en la habitación de otras compañeras. Otra vez el «pesado» del profe poniéndolas en una situación incómoda, otra vez el «viejo verde» quería ver cómo se quedaba en ropa interior.

Siempre presente en las duchas

Otra vez porque para ellas era ya tal el hartazgo con este señor de 62 años que durante la temporada 2017/2018 le hicieron una carta para dejarle claro que se sentían muy violentas cada vez que se quedaba en las duchas para mirarlas. Cuando se la leyeron en los vestuarios él se hizo el ofendido, abandonó las instalaciones y juró cambiarse de equipo ante tal insinuación. Pero al día siguiente allí estaba de nuevo, poniendo en práctica sus dotes de manipulación para que a las chicas, de entre 14 y 16 años, no les pareciera que él tenía ningún ánimo libidinoso.

Lesiones de abductores

Porque la de Matalascañas era solo un intento esporádico por si alguna caía pero su verdadera técnica, la que tenía depuradísima después de tantos años de práctica, era la de los masajes para tratar lesiones de abductores. Con la excusa de tener que echar la crema cerca la zona de la ingle aprovechaba para abusar sexualmente de las menores. La última vez fue este mismo mes, concretamente los días 4 y 5 de enero con una chica de 15 años. Ha sido la denuncia de esta menor cuatro días más tarde la que ha desencadenado una macroinvestigación por parte de la UFAM (Unidad de Atención a la Familia y la Mujer) de la Policía Nacional de Huelva, instruida desde el Juzgado número 4 de la ciudad. Ya van más de 15 denunciantes y el relato de todas es casi idéntico.

La primera en denunciar empezó a entrenar en el equipo en noviembre del año pasado y desde el principio asegura que le llamó la atención algunos gestos del entrenador que sus compañeras normalizabas como cachetes en el culo, tocamientos de pecho en el vestuario o durante los entrenamientos. Sin embargo, notó en Francisco Manuel una especial fijación por ella, la «nueva».

A raíz de una lesión de abductor el entrenador le insiste en que debe dejar darse unos masajes por él; de lo contrario, nunca se va a curar y no sería convocada para el partido. Ella accede y se citan el 4 de enero a las 18:00 horas en el vestuario del campo de fútbol Julián Contreras, donde entrenaban. La tumbó en un banco y comenzó a masajear su pierna por la cara interior, muy cerca de sus genitales. En un momento dado, restándole importancia, le pellizcó la zona genital y le pide que se baje las bragas para limpiar los restos de crema con una servilleta.

Para seguir con el tratamiento, al día siguiente la citó a las 11:00 en su «zona de confort», su despacho del campus universitario. Cuando la chica llega él cierra con llave y le pide que se quite el pantalón y las bragas pero ella se niega y él se las baja diciendo que es una tontería, que está acostumbrado a ver a chicas desnudas. Esta vez le masajea la zona genital, le quita el sujetador y empieza a darle besos en el cuello y pellizcos en los pezones, según consta en el sumario, al que ha tenido acceso este diario.

Ropa interior de recuerdo

Según la denuncia de la menor, se tumba boca abajo para masajear la pierna y empieza a besarla por la zona del culo. Ella, bloqueada, se queda paralizada por el miedo. Luego él se va de la sala y al volver le da un tanga y una sudadera «de regalo» y se queda su ropa interior. Al marcharse pasan por un cuarto donde guardaba el material deportivo ve un tanga fucsia que reconoce como el de una compañera. Durante el camino de regreso a casa (él la lleva en coche) le iba diciendo frases del tipo: «Eres un monumento de niña, de mayor vas a tener un cuerpazo, te voy a poner un espejo delante para que te veas desnuda».

También le dijo que tenía la foto de un pubis depilado con forma de corazón, que se lo había hecho a una alumna, y que si quería también podía hacérselo a ella. Ese mismo día el presunto agresor llamó a la madre de la menor para decirle que estaba muy contento con su hija. Era otra de sus técnicas: hacer creer a la familia que todo estaba en orden.

Pero tras notarla muy rara el día de Reyes y ese fin de semana, al niña acabó confesando a su madre lo que le había pasado, los mensajes de WhatsApp que le enviaba y su insistencia en quedar todo el rato. Tras ponerse en contacto con el Instituto de la Mujer, allí le derivaron a una psicóloga y le explicaron cómo debían proceder. Lo primero, denunciar ante la Policía Nacional. Acudieron también el Hospital J. R. Jiménez con un cuadro de ansiedad y denunciando tocamiento de unos días.

En la misma declaración ante la UFAM, la menor ya da el nombre de tres compañeras que han sufrido los mismos abusos por parte del entrenador.

27 bragas en su despacho

Horas después de esa denuncia, a las 8:30 horas del 9 de enero, Francisco Manuel fue detenido a la entrada del pabellón Príncipe de Asturias de la Universidad de Huelva. El día 11 procedieron a registrar su despacho del pabellón, supuesto lugar donde cometió la mayoría de los abusos y donde se incautaron de 27 bragas y un conjunto de lencería. También tuvo que dar muestras de ADN y entregar su móvil para ver si tenía fotos del pubis depilado con forma de corazón y analizar las conversaciones con sus alumnas, aportadas también a la causa y que no dejar lugar a dudas sobre lo inapropiado del trato, sus intenciones para con ellas y cómo trataba de coaccionarlas sutilmente.

En su atestado, el instructor de las diligencias policiales explica a la autoridad judicial que, tras la exploración de varias víctimas, observan un claro patrón de comportamiento. Primero, las víctimas se acercan a él al comenzar a jugar en su equipo de fútbol; después, él contacta con ellas por WhatsApp o redes sociales, luego se ofrece a llevarlas a casa tras los entrenamientos y se interesa por detalles de su vida personal o les piropea y, «una vez ya asegurada la relación de superioridad», propone «masaje beneficioso» para su salud física.

El entrenador, no obstante, se negó a declarar ante los investigadores policiales y, cuando fue puesto ante el juez, éste decretó para él la prisión provisional. Entró el pasado día 13 en el centro penitenciario de Huelva y, si el jueves pasaron a declarar seis de las menores afectadas, él está llamado a declarar este lunes día 30, aunque probablemente vuelva a acogerse a su derecho a no declarar.

La preocupación del juez ha ido en aumento al constatar que no estaba ante un caso aislado de agresión sexual a una menor sino que la Policía sospecha que puede llevar arrastrando este comportamiento desde hace muchos años por lo que todavía se desconoce la cifra real de víctimas.

«Un secreto a voces»

Una vez que el presunto agresor sexual ha entrado en prisión y más víctimas se han animado a denunciar, algunas menores han asegurado que el modus operandi del entrenador era «un secreto a voces» pero que nadie decía nada por miedo a no ser convocadas al torneo de Matalascañas. Como muestra, la carta que le leyeron entre todas hace cinco años.

Pero él, lejos de frenarse, siguió actuando igual hasta hace 20 días. Una de las denunciantes, que describió a los agentes idéntico modus operandi con la crema (al ir a limpiarle los restos con una servilleta le introdujo los dedos en la vagina) dice que ante su negativa de darse un segundo masaje él le escribió al WhatsApp: «Me pareces patética si no te dejas curar» y, poco después, insistió: «Bonita, vas a venir?».

Al menos media docena de víctimas están actuando legalmente de forma conjunta bajo la tutela de la letrada Patricia Catalina López, que no ha dejado de recibir a nuevas madres asustadas con la reciente confesión de sus hijas, todas adolescentes y que durante muchos años estuvieron soportando estos abusos sin decir nada en casa.