
Contra la ansiedad
Ángela Fernández, psicóloga: "Para poder trabajar la ansiedad hay un requisito indispensable que debes conocer"
La sensación de peligro amenaza a nuestro organismo y se entrelaza, en los casos más extremos, con la ansiedad como consecuencia primera de todo el proceso

Irremediablemente hay sensaciones que no podemos eludir en nuestro día a día. Las emociones florecen de manera inherente cuando se propicia una situación acorde a dicho sentir. Es por eso que exteriorizar estos sentimientos no siempre supone un problema pues, a fin de cuentas, estamos mostrando al mundo exterior como somos por dentro. Llorar es tan natural como reír. Sin embargo, la falta de control en las impresiones que genera nuestro subconsciente puede llegar a generar una mala pasada. La normalización de la carencia de un hábito común es el motor principal de la problemática.
En este sentido, el entendimiento sobre cómo afrontamos las imperfecciones que nos propone la rutina es crucial para comprender y subsanar estas condiciones. Un claro ejemplo de lo mentado es cómo la ansiedad nos consume debido a la incapacidad de hacer frente a las piedras que se ponen en el camino. Ángela Fernández, psicóloga sanitaria conocida en redes sociales por subir vídeos relacionados con la salud mental, indagó en las claves a tener en cuenta con el propósito de ejercer un equilibrio sobre la ansiedad y que no se desate en los momentos más inesperados.
Ángela Fernández, sobre cómo hacer frente a la ansiedad
En el vídeo en el que explica con todo lujo de detalle la solución ante este grave inconveniente sitúa un elemento por encima del resto. "Para poder trabajar la ansiedad hay un requisito indispensable: aprender a convivir con las sensaciones desagradables" explica la profesional. Es decir, los pensamientos que evitamos debido a la connotación que le hemos atribuido a aquellos actos. "¿Qué ocurre cuando percibimos una sensación un poquito más intensa y más desagradable? Empezamos a interpretarlo como algo más amenazante y, a partir de este momento, las sensaciones se convierten en síntomas", indica.
Es así como, el factor principal no se encuentra principalmente en las sensaciones que tenemos sino en cómo las interpretamos. Tal y como afirma, este ejercicio de pensamiento "ocurre en casos como los ataques de pánico, agorafobia, crisis de angustia, ansiedad, etc". De esta manera, cuando nos cruzamos con estas situaciones incómodas, no solo cobra importancia la acción en si sino que el trasfondo que conformamos en torno al mismo es considerable. "Nuestro cerebro va a almacenar cualquier episodio o experiencia que ha considerado traumática, peligrosa o amenazante para analizar lo sucedido y evitarlo a toda costa y que no se repita", informa.
La solución pasa por dejar de evitar y trabajar
Por tanto, nuestro sistema lleva a cabo un trabajo de identificación que, a su vez, funciona como una bola de nieve, amontonando estos traumas sobre el hecho concreto que nos concierne. "En cuanto el cerebro detecta uno de estos elementos como una amenaza activa el organismo", explica Fernández. Y este acontecimiento, aunque en nuestra cabeza pueda parecer aislado e individual, se produce paralelamente en el resto. "Supongamos que una persona tras un ataque de pánico lo primero que interpretó ahí fue un ataque al corazón, tras esta interpretación la mente va a desarrollar una hipersensibilidad a ese síntoma", exclama.
Y este incremento de la sensación atemorizante incrementa con el paso de los días y se materializa en cosas cada vez más rutinarias. "Habrá momentos donde basta con que subas escaleras muy rápido que ya se pondrá en marcha la señal de alarma, es la pescadilla que se muerde la cola", asegura. Pero la solución pasa por nosotros mismos, por cortar el problema de raíz lo antes posible. "Para tratar esos problemas lo que hay que hacer es desensibilizar a la persona, en otras palabras, aumentar su tolerancia a esas sensaciones desagradables, quitándole esa interpretación amenazante que le habíamos añadido", concluye la psicóloga.
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