
Salud mental
Arthur Brooks, profesor de Harvard: "Las personas más felices hacen estas cuatro cosas"
El experto en felicidad de la prestigiosa universidad norteamericana reveló los secretos que marcan la diferencia en este ámbito

En épocas pasadas, el ideal humano giraba en torno a la virtud, la plenitud o la autorrealización, la felicidad era solo un subproducto de tales aspiraciones. Hoy, en cambio, este estado se ha convertido en un objetivo en sí mismo, moldeado por la cultura contemporánea. Nos pasamos la vida buscando la felicidad en cualquier lugar, cosa o actividad, pero realmente no sabemos estrictamente lo que es y cómo funciona.
El que lo sabe bien es Arthur Brooks, profesor de la Universidad de Harvard y experto en felicidad. Para él, conocer los fundamentos adecuados resulta clave para alcanzar un equilibro duradero. Antes que nada, Brooks subraya la diferencia entre las reacciones momentáneas y un sentimiento más profundo. Las emociones, positivas o negativas, dan señales: las primeras nos muestran oportunidades, las segundas advierten peligros. Ninguna debe etiquetarse como buena o mala, pues ambas colaboran en nuestro desarrollo. Según sus investigaciones, quienes gozan de un mayor nivel de plenitud comparten tres ingredientes:
Los tres ingredientes para la felicidad
- Disfrute profundo: No se trata solo de placer sensorial, sino de experiencias que combinan estímulos, compañía y evocación de recuerdos. Es un deleite que involucra conexiones sociales y procesos cerebrales complejos.
- Satisfacción por el esfuerzo: El verdadero orgullo surge al superar desafíos. No basta obtener gratificaciones sin empeño: la lucha y la conquista refuerzan el sentido de logro.
- Significado en el día a día: Este pilar abarca tres facetas: comprensión de los sucesos (coherencia), percepción de nuestra valía (relevancia) y objetivos claros (propósito). Sin estos elementos, el regocijo carece de anclaje.
Pensadores clásicos asociaron el bienestar y la felicidad con recompensas como dinero o prestigio y está claro que puede ayudar en muchos momentos por la tranquilidad que ofrece el vivir sin apuros, pero no es lo que provoca la verdadera felicidad. Brooks explica cómo funciona realmente la felicidad: "Las personas más felices hacen estas cuatro cosas cada día". Posteriormente, las fue explicando y detallando.
Estas son las cuatro cosas que hacen cada día las personas más felices
- Practican su fe: No necesariamente en el ámbito religioso, sino cualquier práctica o marco que ofrezca perspectiva y trascendencia: filosofía, contemplación de la naturaleza o meditación.
- Están cerca de su familia: Fortalecer los lazos con parientes aporta apoyo y sentimientos compartidos, pese a los posibles conflictos.
- Tienen amigos de verdad: El compañerismo demanda dedicación y paciencia, pero constituye una fuente incalculable de confianza y apoyo mutuo. "Amigos reales", recalca.
- Obtienen significado de su trabajo: Que reconozca méritos y sirva al prójimo, generando un sentido de contribución más allá de la remuneración. "Se toman en serio su trabajo y obtienen significado de él. Viene de sentir que se están ganando su éxito, creando valor y sirviendo a otras personas", explica.
Lejos de verse como un destino, el contento se revela como una brújula: una orientación que, al incorporarse a nuestros hábitos y actitudes, facilita un recorrido más pleno. Si bien cada persona configurará estos principios a su manera, la fe, los vínculos familiares, los amigos y el empeño profesional orientado al bien común constituyen los pilares para edificar una existencia más satisfactoria.
La importancia de conocerse a uno mismo
"Si logras que la honestidad y el autoconocimiento sean tu superpoder, serás más feliz, más empático y más exitoso en todo lo que hagas", afirmaba el docente en otra de sus ponencias. Y es que, una materia básica y fundamental para ser dueños del bienestar emocional propio reside, precisamente, en interiorizar y entender nuestro sentir en todo momento.
Y es que este raciocinio encuentra un sustento filosófico y reflexivo por parte de grandes genios de la literatura que reflejan su dictamen sobre el leitmotiv central de todo: ignorarse a uno mismo es una forma de morir. En este caso Brooks se acuerda de figuras como Séneca y Shakespeare que seguían esta enmienda a rajatabla. Por tanto,los autoengaños que aparecen en medio del camino solo son un impedimento para la sinceridad y el compromiso que uno debe tener consigo mismo. Una vez superadas estas trampas podremos comenzar el proceso de entendernos.
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