Vidas longevas

Así es la vida de la orensana que cumplió 107 años: baile con amigas y mariachis para celebrarlos

Esperanza Cortiñas nació en 1916 y acude a bailar dos veces por semana. Empezó a trabajar con seis años y cree que su vida "esclava" explica su longevidad

El documento ofrece además una reflexión conceptual sobre las formas de manifestar superioridad frente a los ancianos
Una señora y su hija en una imagen de archivoLa Caixa

Una vecina muy especial del barrio de A Ponte de la ciudad de Orense cumplió años el pasado domingo. No fue, sin embargo, una cita anual más como la que vive una vez al año el resto del vecindario.

Esperanza Cortiñas cumplió 107 años y lo decidió celebrar como a ella más le gusta: rodeada de su familia y sus tres mejores amigas en torno a la mesa de su casa. Le tenían preparada una sorpresa muy especial para alguien que es gran aficionada al baile. La música para moverse estuvo el domingo interpretada en directo por un grupo de mariachis.

Porque Esperanza sale a bailar dos veces a la semana con sus amigas. Los viernes en el Centro Cívico de su barrio y los domingos en el Centro Sociocomunitario de la orensana calle Concejo. Hasta hace bien poco, bailaba sola, sin necesidad de apoyo en sus animados movimientos.

Ahora, lo hace siempre con la compañía de una pareja de baile ya que, según contó a La Región, no puede "bailar suelto porque al dar la vuelta me caigo, necesito alguien porque sino solo puedo sentarme y ver al resto".

Tal y como confesó al citado diario local, desde que nació le apasionó bailar, pero no puedo disfrutarlo hasta que transcurrió más de la mitad de su vida. "Estábamos todos los días trabajando y no podíamos hacerlo", recuerda, impasible, Esperanza.

El gusto por el baile es total y no deshecha ninguna música o coreografía, a excepción de los más actuales: "Me gustan todos los tipos de baile, menos esos que hacen ahora la gente moderna, cuando era joven sí los podía bailar, pero ahora los huesos ya no se doblan".

Uno más de cien años de vida en los que, sin embargo, tuvo un día a día en los que era "muy esclava" de sus obligaciones. Empezó a trabajar con tan solo seis años en laborales agrícolas propias del campo gallego que podía realizar con su corta edad, como guardar las vacas en las cuadras o recuperarlas cuando se escapaban a las fincas colindantes de otros vecinos. Simultáneamente, se dedicaba a las tareas domésticas trabajando en distintas casas. Todo ello, al menos, hasta que sopló las velas de su 60 aniversario.

Según cree, la razón que explica cómo ha llegado en tan buen estado de salud a una edad verdaderamente poco frecuente (por avanzada) es la vida de trabajo duro a la que se entregó plenamente. "Me ha permitido mantenerme siempre en forma", señaló al citado medio.

Los años, advierte también, pasan, pero también pesan. Pese a que en general está, como se suele decir, excelentemente para su avanzada edad, alguna dolencia ha ido apareciendo con el tiempo. "Tengo poca memoria y problemas de audición, tengo aparato y aun así no oigo bien, pero de salud estoy estupendamente", explicó a La Región.

La inestimable atención que le brinda una de sus hijas le resulta hoy fundamental. "Está siempre atendiéndome porque no puedo salir sola a la calle porque me caigo, se me van las piernas", reconoce esta mujer nacida en 1916.