La opinión de Antonio Pelayo
Callejón sin salida
El Camino sinodal alemán parece conducir, no a un cisma, pero sí a minoritarios movimientos secesionistas
La Conferencia Episcopal Alemana ha celebrado su Asamblea Plenaria de primavera esta semana en Ausgburg. Tres días antes de la apertura, su presidente Georg Bätzing, obispo de Limburg, recibía una carta firmada en el Vaticano el 16 de febrero por los cardenales Parolin, secretario de Estado; Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe; y Robert F. Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos.
En la carta se pedía al episcopado alemán que detuviera la constitución del Consejo Sinodal, un órgano decidido por el Camino Sinodal alemán, por considerarlo no conforme con el actual Código de Derecho Canónico y que suplantaría la autoridad de los obispos diocesanos y de la propia Conferencia Episcopal. El citado Consejo Sinodal, órgano consultivo y decisional, estaría llamado a tomar decisiones fundamentales para el futuro de la Iglesia alemana en el terreno pastoral y financiero.
Roma ya había comunicado al Episcopado germano su opinión negativa sobre el Consejo (compuesto a partes iguales por obispos y seglares designados por el influyente Comité Central de los Católicos Alemanes) considerándolo incompatible con el ordenamiento jurídico de la Iglesia. La solución de tan arduo problema queda pospuesta a una próxima reunión de diálogo entre representantes de la Curia Roma y la Conferencia Episcopal alemana cuya fecha aún no se ha fijado.
En una conferencia de prensa celebrada después de la clausura Bätzing volvió a declarar que no pretenden "de ningún modo limitar la autoridad del obispo" y aseguró que esperan una solución positiva en la reunión que se celebrará en Roma. El Camino sinodal alemán parece, pues, haber entrado en un callejón sin salida con el riesgo, no de un cisma, pero sí de minoritarios movimientos secesionistas.
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