
Opinión
La catastrófica DANA de Valencia lleva el nombre del cambio climático
Estamos ante uno de los peores episodios meteorológicos desde la fatídica pantanada de Tous en 1982 o la histórica inundación de 1987 en la comarca de la Safor

España ha vivido una de las catástrofes meteorológicas más impactantes de las últimas décadas. En el este y sureste peninsular, la DANA –Depresión Aislada en Niveles Altos– ha dejado a su paso una estela de destrucción: decenas de víctimas mortales, personas desaparecidas, infraestructuras colapsadas y pérdidas materiales incalculables. Pero la pregunta que muchos nos hacemos es: ¿qué ha hecho que este episodio haya sido tan devastador? Y, aún más inquietante, ¿puede volver a repetirse en el corto plazo?
Ayer, las condiciones en el este peninsular parecían alinearse para el desastre. La DANA no solo mostró su potencial destructivo, sino que lo exacerbó gracias a la confluencia de varios factores clave: una profunda baja presión, un extraordinario aporte de humedad del Mediterráneo y una alta cantidad de agua precipitable en la atmósfera. Estos elementos, combinados con intensos vientos de levante que aportaban aún más humedad y un Mediterráneo inusualmente cálido, generaron un cóctel perfecto para las lluvias torrenciales y persistentes que vimos. La configuración orográfica de la región hizo el resto, aumentando la intensidad de las tormentas, que, organizadas en un sistema convectivo de mesoescala y con supercélulas, descargaron lluvias incesantes y llegaron incluso a provocar tornados.
Estamos ante uno de los peores episodios meteorológicos desde la fatídica pantanada de Tous en 1982 o la histórica inundación de 1987. En este caso, el nivel rojo de alerta ya había sido emitido en la región de Valencia, subrayando la gravedad del evento. Un aviso rojo significa riesgo extremo, fenómenos meteorológicos inusuales y peligrosos que requieren de la máxima precaución. Sin embargo, la gravedad de estos avisos muchas veces se diluye entre la rutina informativa o la incredulidad de la sociedad. Es una realidad que aún debemos mejorar nuestra capacidad de comunicación y de concienciación: un aviso de nivel rojo debe resonar en cada rincón, llegar con claridad a cada ciudadano para que la población actúe con la prudencia y las medidas necesarias.
Es cierto que la situación climática mejorará en los próximos días. La DANA avanzará hacia el norte, desplazándose hacia Portugal entre el jueves y viernes, permitiendo que los vientos de levante se debiliten gradualmente en el este peninsular. Aunque aún habrá precipitaciones en el Mediterráneo, no deberían alcanzar la misma magnitud. Las lluvias persistirán en regiones del suroeste como Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, y podrían seguir afectando a Castellón, Tarragona y Mallorca de forma puntual.
Este episodio debe servirnos como un recordatorio de lo que tenemos ya presente en nuestra realidad: el cambio climático ya no es una advertencia a futuro, sino una realidad que se manifiesta en fenómenos extremos, como esta DANA, cada vez más recurrentes e intensos. Estos eventos son el resultado del aumento de las
temperaturas del planeta. Nos enfrentamos a un clima que nos habla en voz alta; la pregunta es si estamos dispuestos a escuchar y actuar en consecuencia.
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