Religión

Cuaresma singular

Desde ayer, y hasta el 3 de marzo, el Papa y la Curia Romana suspenden sus actividades para concentrarse en unos días de retiro.

El Papa Francisco se emocionó el pasado día 8, durante la celebración del Día de la Inmaculada Concepción
El Papa Francisco en una imagen tomada el pasado 8 de diciembre. Gregorio BorgiaAgencia AP

Después de dos años de "ayuno y abstinencia" del rito litúrgico con el que la Iglesia celebra el inicio de la Cuaresma, Francisco ha podido presidir la Eucaristía con la imposición de la ceniza en la histórica Basílica de Santa Sabina que domina Roma desde la colina del Aventino, y cuya construcción se remonta al siglo V de la era cristiana.

Hoy domingo, por otra parte y hasta el 3 de marzo, el Papa y la Curia Romana suspenden sus actividades para concentrarse en unos días de retiro cuaresmal. Tampoco este año el Pontífice y los curiales se trasladarán a la Casa del Divino Maestro situada en la localidad lacial de Ariccia; cada uno se retirará individualmente en su domicilio y suspenderá sus actividades. Durante esos días Francisco suprime todas sus citas privadas y públicas, incluida la Audiencia General del miércoles 1 de marzo.

En la homilía que pronunció el Miércoles de Ceniza el Santo Padre recordó que "se nos dan cuarenta días favorables para recordarnos que el mundo no se encierra en los angostos confines de nuestras necesidades personales… se nos dan cuarenta días para atajar la dictadura de nuestras agendas siempre llenas de cosas por hacer, de las pretensiones de un ego cada vez más superficial y abultado y para escoger lo que verdaderamente cuenta"

En el mensaje que, como todos los años, publica Bergoglio al inicio de la Cuaresma, nos advirtió que no debemos "refugiarnos en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones". Una Cuaresma, pues, de reflexión, de auto examen, de sobriedad, de oración y recogimiento. Lo contrario del tejido habitual de nuestras existencias.